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Juan Carlos Onetti

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About Me

Juan Carlos Onetti nació en Montevideo, Uruguay, el 1° de julio de 1909. Se sabe muy poco acerca de su infancia. “Decir la infancia”, ha escrito, “implica sin remedio un fracaso equivalente a contar los sueños ( ... ). Recuerdo que mis padres estaban enamorados. El era un caballero y ella una dama esclavista del sur de Brasil. Y lo demás es secreto. Se trata de un santuario sagrado”. De joven, trabajó como portero, mozo de café, vendedor de entradas en el Estadio Centenario o empleado de una empresa de neumáticos. Se casó varias veces (la última con la violinista Dorotea Muhr, su actual mujer) y tiene dos hijos: Jorge (que es también un conocido escritor) e Isabel María.
En 1930 se traslada a Buenos Aires, donde al parecer fracasa como vendedor de máquinas de escribir. Hace periodismo (crónicas cinematográficas) en el diario Crítica. En 1933, el diario La Prensa publica uno de sus primeros cuentos. De 1934 a 1940 vive en Montevideo. Carlos Quijano funda en 1939 el semanario Marcha, en el que Onetti ocupa la secretaría de redacción y firma además con varios seudónimos. Publica su primera novela, El pozo (en tirada de sólo 500 ejemplares), que diversos críticos destacaron luego como piedra fundamental de la nueva narrativa uruguaya.
Desde 1941 hasta 1954 reside nuevamente en Buenos Aires, donde trabaja en la agencia Reuter y en las revistas Vea y Lea e Ímpetu. Publica asimismo cuentos y las novelas Tierra de nadie (1941), Para esta noche (1943), La vida breve (1950) y Los adioses (1954). En 1955 regresa a Montevideo, colabora en el diario Acción, de Luis Batlle Berres, y en 1957 es designado director de las Bibliotecas Municipales de Montevideo. Publica varios libros de cuentos (entre ellos, el notable El infierno tan temido, y las novelas El astillero (1961) y Junta cadáveres (1964).
En el presente, tanto Onetti en persona como su obra publicada han traspasado las fronteras del solar (montevideano o bonaerense) de origen. Del traslado personal cabe responsabilizar a la dictadura uruguaya (afortunadamente cancelada a partir de 1985) que encarceló a Onetti por el singular delito de haber integrado un jurado del semanario Marcha que premió un cuento de Nelson Marra, entendido por los censores castrenses como un mero circunloquio sobre la muerte violenta de un connotado torturador. Cuando por fin recuperó la libertad, la permanencia en Montevideo se hizo insoportable para el novelista, calificado entonces de “pornógrafo” por las autoridades militares, y en consecuencia emigró a España, donde el merecido prestigio y la amplia divulgación de sus libros no fueron inmediatos.
En realidad, pasaron algunos años antes de que la crítica y el lector españoles se decidieran a abordar ese mundo, tan peculiar, de taciturnos existenciales. Fue a partir del Premio Cervantes, que le fuera concedido en 1980, cuando la fama de Onetti se consolidó definitivamente. Sus tres. últimas novelas, publicadas, todas en España, son Dejemos hablar al viento (1979), Cuando entonces (1987) y Cuando ya no importe (1993).
Tanto los críticos uruguayos, aun los más rigurosos, como los escritores de distintas promociones, tendencias y grupos (separados a veces por agrias polémicas), llegan a una insólita unanimidad cuando se trata de juzgar elogiosamente a Onetti. Ángel Rama, refiriéndose a El pozo, llegó a decir que “este arisco, crítico, desolado texto, abre la narrativa contemporánea”.
“Yo quiero expresar nada más que la aventura del hombre.” Esta declaración, de intenciones aparentemente mínimas, pertenece a Onetti y consta en un reportaje efectuado por Carlos María Gutiérrez. Por más que la experiencia aconseja no prestar excesivo crédito al arte poética de los creadores, conviene reconocer que ésta de Onetti, tan cautelosa, es asimismo lo suficientemente amplia como para albergar no sólo su obra en particular, sino casi toda la literatura contemporánea. Desde Marcel Proust hasta Michel Butor desde Italo Svevo hasta Cesare Pavel desde James Joyce hasta Lawrence Durrell, son varios los novelistas de este siglo que podrían haber refrendado ese propósito de expresar nada más que la aventura del hombre. Todo es relativo sin embargo, hasta la aventura.
Vídeo: un fragmento de entrevista .
Vídeo: Eduardo Galeano habla de Onetti .

My Interests

1909: "Yo fui un niño conversador, lector y organizador de guerrillas a pedradas entre mi barrio y otros. Recuerdo que mis padres estaban enamorados. Él era un caballero y ella una dama esclavista del sur de Brasil."

1922-29: "Yo me hacia la rabona... y me encerraba en el museo Pedagógico que tenía una iluminación pésima. Y me tragué todas las obras de Julio Verne... Claro, mi familia creía que yo estaba en la escuela o en Liceo."

1932: "En aquel tiempo fue cuando comencé a escribir. Trabajaba en una oficina ubicada en un sótano. [...] La verdad es que el tabaco fue la causa de todo. Habían prohibido la venta de cigarrillos los sábados y domingos. Todo el mundo hacia su acopio los viernes. Un viernes me olvidé. Entonces la desesperación de no tener tabaco se tradujo en un cuento de 32 páginas, que escribí ante la maquina de un tirón. Fue la primera versión de 'El pozo'."

1934: "En aquel tiempo, yo padecía en Montevideo una soltería o viudez en parte involuntaria. Había vuelto de mi primera excursión a Buenos Aires fracasado y pobre. Pero esto no importaba en exceso porque yo tenía 25 años, era austero y casto por amor, y sobre todo, porque estaba escribiendo una novela 'genial' que bautice 'Tiempo de abrazar' y que nunca llego a publicarse, tal vez por mala, acaso, simplemente, porque la perdí en alguna mudanza. [...] Harto de castidad, nostalgia y planes para asesinar a un dictador, busque refugio por tres días de Semana Santa en casa de Italo Kostia. Me quede tres años".

1939: "A Quijano se le ocurrió, haciendo numeritos, que yo destinara el tiempo de holganza a pergeñar una columna de alacraneo literario, nacionalista y antiimperialista, claro. Recuerdo haberle dicho, como tímida excusa, desconocer la existencia de una literatura nacional [...] Así nació Periquito, el Aguador [seudónimo utilizado por Onetti en sus criticas]."

1940: "Hay sólo un camino. El que hubo siempre. Que el creador de verdad tenga la fuerza de vivir solitario y mire dentro suyo. Que comprenda que no tenemos huellas para seguir, que el camino habrá de hacérselo cada uno, tenaz y alegremente, cortando la sombra del monte y los arbustos enanos."

1941: "En medio de la barahúnda que era el diario en ese entonces, robe el tiempo para escribir una novela, 'Tierra de nadie' (1941) [...] como de costumbre me dieron el segundo premio. Lo cual no me dolió porque yo ya estaba acostumbrado a no ser nunca el primero. La novela trata de un grupo de gentes, que aunque puedan parecer exóticas en Buenos Aires son, en realidad, representativas de una generación: una generación que, a mi juicio, reproduce veinte años después, la Europa de la post-guerra. Los viejos valores morales fueron abandonados por ella y todavía no han aparecido otros que puedan sustituirlos."

1942: "Había empezado a escribir la novela ['Para esta noche'] como una cosa fantástica en la que no había ni principio ni fin deliberados. Las diversas entrevistas me hicieron cambiar totalmente mi intención inicial. Llegué a ver realmente personajes y situaciones. Me vi a mí mismo intentando huir de una ciudad bombardeada..."

1950: "En primer lugar, en todo el comienzo de la novela ['La vida breve'], Brausen hace algo muy corriente: se imagina en otra vida. [...] Brausen simplemente se imagina a Santa María, cuando descubre que es un mundo posible, ya puede entrar [...] Eso le pasa a un hombre desgraciado como Brausen, hasta que descubre su poder y lo usa para él mismo en su mundo imaginario."

1961: "Yo estaba escribiendo 'Juntacadáveres'y la llevaba más o menos mediada, cuando de pronto, por una de esas, hice una visita a un astillero que existía en Buenos Aires. En realidad eran dos: uno esta en el Dock Sur, y el otro esta en la ciudad de Rosario.[...] La empresa estaba en quiebra. [...] Estaba pudriéndose, se estaba agujereando, deshaciendo. A mí lo que me importaba era la nueva visión. La nueva derrota. Por eso aparece Larsen."

1964: "Un día estaba yo en la mesa de uno de esos boliches, y un tipo abre la puerta y le pregunta al patrón: 'che, ¿vino Junta?" El mozo dice no. Entonces yo le dije al mozo: '¿Quién es Junta?' 'No' -me dijo-, 'le llaman Junta porque le dicen Juntacadáveres, el hombre está en decadencia y sólo consigue monstruos: mujeres pasadas de edad, o muy gordas, o muy flacas".

1968: "Yo soy amigo de todos los del boom: Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Carlos Fuentes… Pero fui arrastrado por el boom, porque después del éxito de Gabo los españoles se preocuparon en buscar otros escritores latinoamericanos."

1975: "Durante dos años no pude escribir nada. Ni siquiera una línea. No sé lo que me pasaba. El desarraigo, quizá los amigos, el café, Montevideo."

1979: "El novelón ['Dejemos hablar al viento'] nació de la broma de un amigo que, basándose en el personaje de un viejo cuento, me dijo: 'Mirá si un día reaparece el Colorado y te incendia toda Santa María y te quedás sin tema'. Entonces se me ocurrió que de veras podría: liquidaba Santa María y evitaba todo compromiso literario y se acabo, chau".

1980: "Que un hombre, a mi edad, se vea rodeado de pronto, sin merecerlas, por tantas formas de amor y de la comprensión, ya es, en sí mismo, uno de los mejores dones que el destino puede depararle, un regalo de los dioses, algo que, por desgracia, sucede muy pocas veces. En mi caso particular tengo más motivos que la mayoría por estar agradecido: llegué a España con la convicción de que lo había perdido todo, de que sólo había cosas que dejaba atrás y nada que me pudiera aguardar en el futuro. De hecho, ya no me interesaba mi vida como escritor. Sin embargo, aquí estoy, unos cuantos años después, sobrevivido. Esta sobrevida es lo primero que debo a los españoles. Estos años de regalo, en los cuales he vuelto a escribir con ganas, después de mucho tiempo de no hacerlo. He creído, gracias a esta tierra generosa, que todavía tenía algo que decir, un penúltimo grano de arena."

1994: "Siempre dije que los críticos son la muerte; a veces demoran, pero siempre llegan."

Books:

Tiempo de abrazar 1938; Editorial Arca, Montevideo, 1974
La novela más sentimental de Onetti. La empezó a escribir a mediado de los treinta, se le perdió, la reencontró sin final, y finalmente le obligaron a publicarla. Este idilio adolescente tiene como protagonista a Jasón, que se debate entre dos mujeres, Virginia y Cristina, que lo conducen en los rituales de una precoz iniciación.
El pozo Signo, Montevideo, 1939
La novela tiene como protagonista a Eladio Linacero, uno de los clásicos antihéroes onettianos, quien agotado por la toma de conciencia del envilecimiento de la existencia humana y la futilidad de toda tentativa de comunicación, es conducido a desplazarse desde la realidad a la ficción. En este intento de liberación escribe un sueño ("el sueño de la cabaña de troncos"), situado en Canadá y hecho de fragmentos literarios y estereotipos, donde intenta fundar otra realidad que le permita escapar del tedio de su vida.
Tierra de nadie Losada, Buenos Aires, 1941
Como John Dos Passos y su "Manhattan Transfer", Onetti quiso capturar el pulso multiforme y variado de Buenos Aires, basándose en las divagaciones de un grupo de marginados cuyo único deseo es huir de esa ciudad gastada y sucia que ya no los atrae. Su única posibilidad de escape es una isla polinesia, Faruru, producto de un confuso litigio, porque se trata del "único sitio en que se puede no hacer nada sin hacerle mal a nadie y sin que nadie se interese". Lamentablemente, la realidad termina imponiéndose a los sueños.
Para esta noche Poseidón, Buenos Aires, 1943
La novela narra la persecución de un hombre y una niña en una ciudad ambigua y tenebrosa; y esta basada en un hecho real, narrado a Onetti por dos anarquistas que habían logrado escapar a duras penas de la España franquista. “Había empezado a escribir la novela como una cosas fantástica en la que no había ni principio ni fin deliberados. Las diversas entrevistas me hicieron cambiar totalmente mi intención inicial. Llegué a ver realmente personajes y situaciones”.
La vida breve Sudamericana, Buenos Aires, 1950
Con esta novela queda inaugurado el espacio de la literatura rioplatense. Santa María -la mítica ciudad que toma forma en el mundo narrativo del escritor uruguayo- no es la turbulenta Buenos Aires ni la melancólica Montevideo, sino un lugar intermedio e incierto a mitad de camino entre las dos orillas del Río de la Plata. La dicotomía entre la identidad y la ausencia de identidad, la recurrente preocupación por el papel que juega el destino en la vida del ser humano y el mundo onírico como un impulso válido, llegan en esta novela al grado máximo de intensidad.
Los adioses Sur, Buenos Aires, 1954
Un hombre llega a una ciudad de las sierras, donde hacen su cura los tuberculosos. Pasiva pero firmemente se niega a asimilarse a esa vida de sanatorio, de alentada esperanza, que contamina toda la ciudad. Es taciturno, no acepta. Vive sólo para las dos cartas (el sobre manuscrito, el dactilografiado en la máquina de tipos gastados) que llegan regularmente y que son la vía por la que continúa comunicado con el mundo exterior. Un día llega una mujer, autora de una serie de cartas... Otro día, distinto, llega la de las cartas a máquina: es una muchacha fuerte, indestructible, viva, para quien el hombre ha alquilado un chalet...
Una tumba sin nombre Marcha, Montevideo, 1959 Editado luego en Arca, 1967, como Para una tumba sin nombre
Una historia armada en base a los cuentos de una serie de personas provenientes de Buenos Aires que se encuentran en Santa María. Los relatos convergen en la figura de una mujer que, en la entrada de una estación, cuenta un relato a los viajeros para reunir algo de dinero y seguir su trayecto. Para que le crean, lleva consigo un chivo. Si atamos los cabos, tendremos las claves de una historia insólita, que gira alrededor de la obsesión sexual.
La cara de la desgracia Alfa, Montevideo, 1960)
Este relato largo, narrado en primera persona, gira alrededor del conflicto del protagonista, obsesionado en asumir la responsabilidad por el suicidio de su hermano mayor, cuyo destino está curiosamente imbricado con el de una misteriosa muchacha sorda.
El astillero Compañía General Fabril Editora, Buenos Aires, 1961
En un espacio corroído de depredación y deterioro, se desarrolla una alegoría de la condición humana que es o puede ser a la vez la alegoría de un país y un tiempo concretos, así como una visión de la esencial precariedad de la condición humana. Este mundo abierto pero sofocante nos convence de la existencia de su tiempo y sus fluctuaciones, porque la forma magistralmente ensamblada de los distintos planos ilumina fondos y más fondos dentro de la novela misma.
Tan triste como ella Alfa, Montevideo, 1963
La edición original incluye dos relatos largos: el que da título al libro y “La cara de la desgracia”. Ediciones posteriores incorporan otros cuentos.
Juntacadáveres Alfa, Montevideo, 1964
En un estilo denso, de un vigor y una viveza pocas veces logradas en nuestra lengua, el gran escritor uruguayo va desplegando ante los ojos del lector la lucha entre dos fuerzas enfrentadas, a pesar de la ambigüedad que les prestan las apariencias. Juntacadáveres es la aventura anterior de Larsen, protagonista de “El astillero”, en Santa María y cuenta su intento, tan inútil como desesperado, de instalar un prostíbulo en la ciudad. El nombre de la novela es una alusión a su protagonista, un vividor en desgracia, basado en varios personajes de la vida real.
La muerte y la niña Corregidor, Buenos Aires, 1973
Culpas reales o imaginarias, frutos de un crimen biológico o de un suicidio, los hechos de esta novela se entrecruzan para explorar una vez más los abismos de la personalidad humana, sacudiendo en todo momento las vidas aletargadas de los habitantes de Santa María, aquella ciudad-mito o ciudad-ónfalo de su peculiar universo, donde el escritor sintetiza una visión sombría y a la vez estremecedora de la existencia.
Dejemos hablar al viento Bruguera, Barcelona, 1979
La culminación del ciclo novelesco que gira en torno a Santa María. Su protagonista principal, Medina, médico frustrado, pintor amparado por una prostituta y comisario inmerso en el fracaso y el alcohol, es el eje central de esta nueva metáfora sobre la condición humana. Amordazados a sus vidas grises y vacías, Medina, sus amantes y todos los demás personajes permanecen impasibles y resignados, a la espera quizás de ser engullidos, en última instancia, por la nada en que se disuelven sus vidas y sus ya olvidados sueños.
Cuando entonces Mondadori, Madrid, 1987
La novela cuenta la historia de Magda, una bella prostituta de Buenos Aires, instalada en el burdel de cierta madame Safo y mantenida lujosamente por un importante jefe militar. Éste, casado con una mujer inmensamente rica, es incapaz de esquivar su situación matrimonial para casarse con la muchacha. Sin dejarse arrastrar por la pasión, Magda sigue ejerciendo el oficio más antiguo del mundo, hasta el día en que un cliente la encuentra bañada en su propia sangre, con un tiro en la cabeza. Al mismo tiempo, el avión en el que viaja el hombre que ella amaba, sufre un misterioso accidente.
Cuando ya no importe Alfaguara, Madrid, 1993
Carr, el narrador, llega a Santa María huyendo de su pasado. Parece un hombre arruinado en busca de fortuna y se presenta para un empleo indeterminado en una presa. Pero más tarde descubre que, en realidad, ha sido enviado allí para ayudar a los contrabandistas de la región. A través de los apuntes de Carr en su diario se revela la desolación de la ciudad: en sus recorridos de la presa al sórdido prostíbulo y de ahí a la casa del doctor Díaz Grey o en las conversaciones con el turco Abu, se arremolinan una multitud de historias que dibujan el mapa de un mundo asfixiante.

Heroes:

¿Considera que sus críticos no interpretan correctamente?
Si por "interpretación correcta" usted entiende "interpretación total" le digo que eso no puede suceder nunca. Ni siquiera en el amor. Además los críticos que me importan saben mucho más de literatura que yo.
Había pensado preguntarle algo tan poco íntimo como su posición frente a la literatura comprometida.
Eso acaba de inventarlo.
Aun así vale la pena que me conteste.
Creo que no hay más compromiso que el que uno acepta tácitamente cuando se pone a trabajar o jugar. Es un compromiso con uno mismo. Se trata siempre de escribir lo mejor que nos sea posible; con total sinceridad, sin pensar nunca en los hipotéticos fulanos que van a leernos.
Si es así, ¿por qué en el prólogo a la primera edición de "Para esta noche" usted habla de "participar", "participar en dolores y angustias", como si en ese libro en particular, no en los otros, usted estuviera tomando posición frente a un conflicto exterior, como si estuviera aceptando un compromiso, buscando deliberadamente una participación?
El hecho de que hable expresamente de compromiso en ese prólogo no modifica las cosas. En todo lo que escribí he participado. Sólo los malos escritores creen que tal compromiso debe ser expresamente político.
¿Sartre, por ejemplo...?
¿Cuál es el compromiso político de Sartre en la mejor de sus novelas, "La náusea"?
Bueno, yo creo que usted se niega al mundo. Y su literatura es un reflejo muy claro de su forma de vida... sus personajes desconectados de la realidad, moviéndose en un mundo distorsionado...
Primero tendría que preguntarlo por qué cree que "su realidad" es "la realidad". Mis personajes están desconectados con la realidad de usted, no con la realidad de ellos. En cuanto al mundo distorsionado, concedo. Pero... o uno distorsiona el mundo para poder expresarse o hace periodismo, reportajes... malas novelas fotográficas.
¿Se identifica con el protagonista de "El pozo" cuando éste decía: "Soy un hombre solitario que fuma en un sitio cualquiera de la ciudad"?
Sí, con éste y con muchos otros protagonistas. ¿Tampoco le contaron que el arte es una eterna confesión?
¿Sigue siendo ese solitario?
Como todo el mundo. La diferencia está en que algunos se dan cuenta y otros se distraen.
¿Tiene alguna idea acerca de por qué sus actos son tan poco comprendidos o aceptados por la gente?
La clave puede estar en que siempre digo lo que pienso y trato de hacer lo que quiero... No hablemos del resto. Conozco personas que me aceptan y me comprenden. Con ellas vivo.
Estos tarados que en su literatura tienen razón frente al los cuerdos ("Jacob y el otro", "Historia del caballero de la rosa...") ¿son un símbolo de lo que pasa en el mundo? De ningún modo. Tienen razón, éxito muy pocas veces. Pero conviene aclarar que los tarados son, para mí, los cuerdos, la aplastante inmensa mayoría occidental, cristiana, demócrata, correcta e hipócrita. Et viceversa.
(María Esther Gilio: "Onetti y sus demonios interiores", Marcha, Montevideo 1.7.1966)

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