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Roberto Bolaño

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Roberto Bolaño (1953-2003), nacido en chile, narrador y poeta, se ha impuesto como uno de los escritores latinoamericanos imprescindibles de nuestro tiempo.
1953
“No, yo no soy muy elegante que digamos. Soy nieto de inmigrantes gallegos alfabetos, o sea que poco tengo de elegante, no lo llevo en los genes, al menos por parte paterna”.
Roberto Bolaño nace el 28 de abril en Santiago de Chile. Sus padres son Victoria Ávalos y León Bolaño.

1958
Reside, junto a sus padres, en diferentes ciudades de Chile: Quilpué, Cauquenes, Viña del Mar y Los Ángeles; dónde cursa sus primeros estudios.
1968
“Llegué a los quince años a México y fue alucinante. No sé si ocurre en otras ciudades, pero el DF es totalmente autosuficiente, no necesitas salir de ahí” .
“A partir de ahí pasé de ser un lector prudente a un lector voraz, y de ladrón de libros me convertí en atracador de libros”.
“Si por autodidacta entendemos a alguien que nunca ha pasado por la facultad de filosofía y letras, en cierta manera sí.
Pero yo creo que en la formación de todo escritor hay una universidad desconocida que guía sus pasos, la cual, evidentemente, no tiene sede fija, es una universidad móvil pero común a todos” .
Junto a su familia se establece en el Distrito Federal, capital de México.
Es ahí dónde realiza la casi totalidad de los estudios secundarios, hasta los diecisiete años, edad en que abandona definitivamente la escuela.

1973
“A mí me sacaron de la cárcel dos policías, que habían sido compañeros míos a los quince años.
Yo salí a los ocho días porque estaban estos dos allí; si no me hubiera podido pasar un mes o dos.
Pero un día voy y me encuentro a un detective que dice: '¿no te acuerdas de mí? Soy tu compañero'.
Yo no me acordaba de nada. Fue impresionante”.
“Cada noche te podían matar.
No sabías que podía ocurrir.
Pero creo que mis ganas de no dejar Chile tienen que ver con que la bronca era tan anfetamínica, que volver a México era como perder la dosis” .
Para volver a Chile, los meses previos al golpe militar de Pinochet, realiza un largo viaje por mar y tierra, con el propósito de apoyar el gobierno de Salvador Allende.
En sus propias palabras, ese tiempo fu “un sueño preparatorio y con el Golpe empezó la realidad”.
Es apresado y permanece ocho días en la cárcel.
1974
En enero vuelve a México, donde conoce a los poetas Mario Santiago y Bruno Montané, junto a quienes funda un movimiento de vanguardia literaria al que bautizan Infrarrealismo.
El movimiento contó con dos revistas: 'Rimbaud, vuelve a casa' y 'Correspondencia Infra'. Además de editar la antología 'Poetas infrarrealistas mexicanos', en la que Bolaño no se incluyó debido a su nacionalidad chilena.
1975
Publica su primer libro de poemas, titulado 'Gorriones cogiendo altura'.
1976
Publica un segundo libro de poesía: 'Reinventar el amor'.
1977
“En realidad una de las razones por las que me vine es que había roto con mi compañera, la primera chica con la que viví.
Me fui porque ya no soportaba tanto desamor, como diría la ranchera. Si me quedaba en México me iba a colgar, sabía que me iba a morir”.
“No existe trabajo que no haya hecho.
He cargado barcos, he sido camarero, recepcionista, basurero, guarda nocturno de un camping, hasta mayordomo.
Todo para ser hoy un escritor disciplinado, convencido de que lo más importante para escribir es tener paciencia, mucha paciencia”.
Se marcha de México.
Hace distintos viajes por África, Francia y España, donde para subsistir realizó los más diversos oficios, un hecho que como tantos otros de su vida, se encuentre recogido en sus diferentes libros.

My Interests

Tras la muerte de Roberto Bolaño el 15 de julio de 2003.
La entrevista realizada por la periodista Mónica Maristain y publicada originalmente en la edición mexicana de la revista Playboy, se convirtió en el último testimonio del escritor chileno.
Junto a ella, pueden verse algunos fragmentos de una entrevista concedida por Bolaño en el marco de la Feria del Libro de Santiago de Chile, en 1998.

En el desvaído panorama de la literatura en lengua española, un espacio en el que todos los días aparecen jóvenes redactores más preocupados por ganar becas y puestos en los consulados que por aportar algo a la creación artística, se destaca la figura de un hombre enjuto, mochila azul en ristre, anteojos de enorme marco, cigarrillo sempiterno entre los dedos, fina ironía a bocajarro siempre que haga falta.

Roberto Bolaño, nacido en Chile en 1953, es lo mejor que le ha pasado en mucho tiempo al oficio de escribir.

Desde que con su monumental 'Los detectives salvajes', acaso la gran novela mexicana de la contemporaneidad, se hiciera famoso y se embolsara los premios Herralde (1998) y Rómulo Gallegos (1999), su influencia y su figura han ido en crecimiento constante: todo lo que dice, con su afilado humor, con su exquisita inteligencia, todo lo que escribe, con su pluma certera, de gran riesgo poético y profundo compromiso creativo, es digno de la atención de quienes lo admiran y, por supuesto, de quienes lo detestan.

El autor, que aparece como personaje en la novela 'Soldados de Salamina', de Javier Cercas, y que es homenajeado en la última novela de Jorge Volpi, 'El fin de la locura', es, como todo hombre genial, un divisor de opiniones, un generador de antipatías acérrimas a pesar de su carácter tierno, su voz entre atiplada y ronca, con la que responde, cortés, como todo buen chileno, que no escribirá un cuento para la revista pues su próxima novela, que tratará sobre los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, ya va por la página 900 y todavía no la acaba.

Roberto Bolaño vive en Blanes, España, y está muy enfermo. Espera que un trasplante de hígado le dé resto para vivir con esa intensidad que alaban quienes tienen la fortuna de tratarlo en la intimidad. Dicen ellos, sus amigos, que a veces se olvida de ir a la visita médica por escribir.

A los 50 años, este hombre que recorrió Latinoamérica como mochilero, que se escapó de las fauces del pinochetismo porque uno de los policías que lo encarceló había sido su compañero en la escuela, que vivió en México (alguna vez la calle Bucareli en un tramo llevará su nombre), que conoció a los militantes del Farabundo Martí que luego se convertirían en los asesinos del poeta Roque Dalton en El Salvador, que fue vigilante en un camping catalán, vendedor de bisutería en Europa y siempre un hurtador de buenos libros porque leer no es sólo una cuestión de actitud, este hombre, decíamos, ha transformado el rumbo de la literatura latinoamericana.

Y lo ha hecho sin avisar y sin pedir permiso, como lo hubiera hecho Juan García Madero, antihéroe adolescente de su gloriosa 'Los detectives salvajes':

“Estoy en el primer semestre de la carrera de Derecho.
Yo no quería estudiar Derecho sino Letras, pero mi tía insistió y al final acabé transigiendo.
Soy huérfano. Seré abogado.
Eso lo dije a mi tío y a mi tía y luego me encerré en mi habitación y lloré toda la noche”.

El resto, en las 608 páginas restantes de una novela cuya importancia los críticos han comparado con 'Rayuela', de Julio Cortázar, y hasta con 'Cien años de soledad', de Gabriel García Márquez.
Él diría, frente a tanta hipérbole: ni modo.
Así que mejor vayamos a lo que importa en esta coyuntura: A LA ENTREVISTA:

¿Le dio algún valor en su vida el haber nacido disléxico?
–Ninguno. Problemas cuando jugaba al fútbol, soy zurdo. Problemas cuando me masturbaba, soy zurdo.

Problemas cuando escribía, soy diestro. Como puedes ver, ningún problema importante.

¿Siguió siendo Enrique Vila-Matas amigo suyo luego de la pelea que tuvo usted con los organizadores del Premio Rómulo Gallegos?
–Mi pelea con el jurado y los organizadores del premio se debió, básicamente, a que ellos pretendían que yo avalara, desde Blanes y a ciegas, una selección en la que yo no había participado. Sus métodos, que una pseudo poeta chavista me transmitió por teléfono, se parecían demasiado a los argumentos disuasorios de la Casa de las Américas cubana. Me pareció que era un error enorme que Daniel Sada o Jorge Volpi fueran eliminados a las primeras de cambio, por ejemplo.
Ellos dijeron que lo que yo quería era viajar con mi mujer e hijos, algo totalmente falso.
De mi indignación por esta mentira surgió la carta en donde los llamé neostalinistas y algo más, supongo.

De hecho, a mí me informaron que ellos pretendían, desde el principio, premiar a otro autor, que no era Vila-Matas, precisamente, cuya novela me parece buena, y que sin duda era uno de mis candidatos.

¿Por qué no tiene aire acondicionado en su estudio?
–Porque mi lema no es Et in Arcadia ego, sino Et in Esparta ego.

¿No cree que si se hubiera emborrachado con Isabel Allende y Ángeles Mastretta otro sería su parecer acerca de sus libros?
–No lo creo. Primero, porque esas señoras evitan beber con alguien como yo. Segundo, porque yo ya no bebo. Tercero, porque ni en mis peores borracheras he perdido cierta lucidez mínima, un sentido de la prosodia y del ritmo, un cierto rechazo ante el plagio, la mediocridad o el silencio.

¿Cuál es la diferencia entre una escribidora y una escritora?
–Una escritora es Silvina Ocampo. Una escribidora es Marcela Serrano. Los años luz que median entre una y otra.

¿Quién le hizo creer que es mejor poeta que narrador?
–La gradación del rubor que siento cuando, por pura casualidad, abro un libro mío de poesía o uno de prosa. Me ruboriza menos el de poesía.

¿Usted es chileno, español o mexicano?
–Soy latinoamericano.

¿Qué es la patria para usted?
–Lamento darte una respuesta más bien cursi.
Mi única patria son mis dos hijos, Lautaro y Alexandra.
Y tal vez, pero en segundo plano, algunos instantes, algunas calles, algunos rostros o escenas o libros que están dentro de mí y que algún día olvidaré, que es lo mejor que uno puede hacer con la patria.

¿Qué es la literatura chilena?
–Probablemente las pesadillas del poeta más resentido y gris y acaso el más cobarde de los poetas chilenos: Carlos Pezoa Véliz, muerto a principios del siglo XX, y autor de sólo dos poemas memorables, pero, eso sí, verdaderamente memorables, y que nos sigue soñando y sufriendo. Es posible que Pezoa Véliz aún no haya muerto y esté agonizando y que su último minuto sea un minuto bastante largo, ¿no?, y todos estemos dentro de él. O al menos que todos los chilenos estemos dentro de él.

¿Por qué le gusta llevar siempre la contraria?
–Yo nunca llevo la contraria.

¿Usted tiene más amigos que enemigos?
–Tengo suficientes amigos y enemigos, todos gratuitos.

¿Quiénes son sus amigos entrañables?
–Mi mejor amigo fue el poeta Mario Santiago, que murió en 1998. Actualmente tres de mis mejores amigos son Ignacio Echevarría y Rodrigo Fresán y A. G. Porta.

¿Antonio Skármeta lo invitó alguna vez a su programa?
–Una secretaria suya, tal vez su mucama, me llamó una vez por teléfono. Le dije que estaba demasiado ocupado.

¿Javier Cercas compartió con usted las regalías por Soldados de Salamina?
–No, por supuesto.

¿Enrique Lihn, Jorge Teillier o Nicanor Parra?
–Nicanor Parra por encima de todos, incluidos Pablo Neruda y Vicente Huidobro y Gabriela Mistral.

¿Eugenio Montale, T. S. Eliot o Xavier Villaurrutia?
–Montale. Si en lugar de Eliot estuviera James Joyce, pues Joyce. Si en lugar de Eliot estuviera Ezra Pound, sin duda Pound.

¿John Lennon, Lady Di o Elvis Presley?
–The Pogues. O Suicide. O Bob Dylan. Pero, bueno, no nos hagamos los remilgados: Elvis forever. Elvis con una chapa de sheriff conduciendo un Mustang y atiborrándose de pastillas, y con su voz de oro.

¿Quién lee más, usted o Rodrigo Fresán?
–Depende. El Oeste es para Rodrigo. El Este para mí. Luego nos contamos los libros de nuestras correspondientes áreas y parece que lo hubiéramos leído todo.

¿Cuál es el mejor poema de Pablo Neruda según usted?
–Casi cualquiera de 'Residencia en la Tierra'.

¿Qué le hubiera dicho a Gabriela Mistral si la hubiera conocido?
–Mamá, perdóname, he sido malo, pero el amor de una mujer hizo que me volviera bueno.

¿Y a Salvador Allende?
–Poco o nada. Los que tienen el poder (aunque sea por poco tiempo) no saben nada de literatura, sólo les interesa el poder. Y yo puedo ser el payaso de mis lectores, si me da la real gana, pero nunca de los poderosos. Suena un poco melodramático. Suena a declaración de puta honrada. Pero, en fin, así es.

¿Y a Vicente Huidobro?
–Huidobro me aburre un poco. Demasiado tralalí alalí, demasiado paracaidista que desciende cantando como un tirolés. Son mejores los paracaidistas que descienden envueltos en llamas o, ya de plano, aquellos a los que no se les abre el paracaídas.

¿Octavio Paz sigue siendo el enemigo?
–Para mí, ciertamente, no. No sé qué pensarán los poetas que durante esa época, cuando yo viví en México, escribían como sus clones. Hace mucho que no sé nada de la poesía mexicana. Releo a José Juan Tablada y a Ramón López Velarde, incluso puedo recitar, si se tercia, a Sor Juana, pero no sé nada de lo que escriben los que, como yo, se acercan a los cincuenta años.

¿No le daría ahora ese papel a Carlos Fuentes?
–Hace mucho que no leo nada de Carlos Fuentes.

¿Qué le produce el hecho de que Arturo Pérez Reverte sea actualmente el escritor más leído en lengua española?
–Pérez Reverte o Isabel Allende. Da lo mismo. Feuillet era el autor francés más leído de su época.

¿Y el hecho de que Arturo Pérez Reverte haya ingresado a la Real Academia?
–La Real Academia es una cueva de cráneos privilegiados. No está Juan Marsé, no está Juan Goytisolo, no está Eduardo Mendoza ni Javier Marías, no está Olvido García Valdez, no recuerdo si está Alvaro Pombo (probablemente si está se deba a una equivocación), pero está Pérez Reverte. Bueno, (Paulo) Coelho también está en la Academia brasileña.

¿Se arrepiente de haber criticado el menú que le sirvió Diamela Eltit?
–Nunca critiqué su menú. Si acaso, tendría que haber criticado su humor, un humor vegetariano o, mejor, a dieta.

¿Le duele que ella lo considere mala persona después de la crónica de aquella malograda cena?
–No, pobre Diamela, no me duele. Me duelen otras cosas.

¿Ha vertido alguna lágrima por las numerosas críticas que ha recibido por parte de sus enemigos?
–Muchísimas, cada vez que leo que alguien habla mal de mí me pongo a llorar, me arrastro por el suelo, me araño, dejo de escribir por tiempo indefinido, el apetito baja, fumo menos, hago deporte, salgo a caminar a orillas del mar, que, entre paréntesis, está a menos de treinta metros de mi casa, y les pregunto a las gaviotas, cuyos antepasados se comieron a los peces que se comieron a Ulises, ¿por qué yo, por qué yo, que ningún mal les he hecho?

¿Cuál es la opinión en torno de su obra que más valora?
–Mis libros los lee Carolina (su esposa) y después (Jorge) Herralde (el editor de Anagrama) y después procuro olvidarlos para siempre.

¿Qué cosas compró con el dinero que ganó en el Rómulo Gallegos?
–No muchas. Una maleta, según creo recordar.

De su época que vivía de los concursos literarios, ¿hubo alguno que no pudo cobrar?
–Ninguno. Los ayuntamientos españoles, en este aspecto, son de una probidad fuera de toda sospecha.

¿Era buen camarero o mejor vendedor de bisutería?
–El oficio en el que mejor me he desempeñado fue el de vigilante nocturno de un camping cerca de Barcelona.
Nunca nadie robó mientras yo estuve allí.
Impedí algunas peleas que hubieran podido terminar muy mal. Evité un linchamiento (aunque de buena gana, después, hubiera linchado o estrangulado yo mismo al tipo en cuestión).

¿Ha experimentado el hambre feroz, el frío que cala los huesos, el calor que deja sin aliento?
–Como dice Vittorio Gassman en una película: modestamente, sí.

¿Ha robado algún libro que luego no le gustó?
–Nunca. Lo bueno de robar libros (y no cajas fuertes) es que uno puede examinar con detenimiento su contenido antes de perpetrar el delito.

¿Ha caminado alguna vez en medio del desierto?
–Sí, y en una ocasión, además, del brazo de mi abuela. La anciana señora era incansable y yo pensé que de ésa no salíamos.

¿Ha visto peces de colores debajo del agua?
–Por supuesto. En Acapulco, sin ir más lejos, en el año 1974 o 1975.

¿Se ha quemado la piel con un cigarrillo?
–Nunca voluntariamente.

¿Ha tallado en un tronco de árbol el nombre de la persona amada?
–He cometido desmanes aún mayores, pero corramos un tupido velo.

¿Ha visto alguna vez a la mujer más hermosa del mundo?
–Sí, cuando trabajaba en una tienda, allá por el año ’84. La tienda estaba vacía y entró una mujer hindú.
Parecía y tal vez fuera una princesa.
Me compró algunos colgantes de bisutería.
Yo, por descontado, estaba a punto de desmayarme.
Tenía la piel cobriza, el pelo largo, rojo, y por lo demás era perfecta.
La belleza intemporal. Cuando tuve que cobrarle me sentí muy avergonzado. Ella me sonrió como si me dijera que lo entendía y que no me preocupara.
Luego desapareció y nunca más he vuelto a ver a alguien así. A veces tengo la impresión de que era la mismísima diosa Kali, patrona de los ladrones y de los orfebres, sólo que Kali también era la deidad de los asesinos, y esta hindú no sólo era la mujer más hermosa de la Tierra sino que también parecía ser una buena persona, muy dulce y considerada.

¿Le gustan los perros o los gatos?
–Las perras, pero ya no tengo animales.

¿Qué cosas recuerda de su niñez?
–Todo. No tengo mala memoria.

¿Coleccionaba figuritas?
–Sí. De fútbol y de actores y actrices de Hollywood.

¿Tenía una patineta?
–Mis padres cometieron el error de regalarme un par de patines cuando vivimos en Valparaíso, que es una ciudad de cerros. El resultado fue desastroso.
Cada vez que me ponía los patines era como si me quisiera suicidar.

¿Cuál es su equipo de fútbol favorito?
–Ahora ninguno. Los que bajaron a segunda y luego, consecutivamente, a tercera y a regional, hasta desaparecer. Los equipos fantasmas.

¿A qué personajes de la historia universal le hubiera gustado parecerse?
–A Sherlock Holmes.
Al capitán Nemo.
A Julien Sorel, nuestro padre, al príncipe Mishkin, nuestro tío, a Alicia, nuestra profesora, a Houdini, que es una mezcla de Alicia, de Sorel y de Mishkin.

¿Se enamoraba de las vecinas más grandes que usted?
–Por supuesto.

¿Las compañeras de la escuela le prestaban atención?
–No creo.
Al menos yo estaba convencido de que no.

¿Qué cosas debe a las mujeres de su vida?
–Muchísimo.
El sentido del desafío y la apuesta alta.
Y otras cosas que me callo por decoro.

¿Ellas le deben algo a usted?
–Nada.

¿Ha sufrido mucho por amor?
–La primera vez, mucho, después aprendí a tomarme las cosas con algo más de humor.

¿Y por odio?
–Aunque suene un poco pretencioso, nunca he odiado a nadie.
Al menos estoy seguro de ser incapaz de un odio sostenido. Y si el odio no es sostenido, no es odio, ¿no?

¿Cómo enamoró a su esposa?
–Cocinándole arroz.
En esa época yo era muy pobre y mi dieta era básicamente de arroz, así que lo aprendí a cocinar de muchas formas.

¿Cómo era el día que se hizo padre por primera vez?
–Era de noche, poco antes de las 12, yo estaba solo, y como no se podía fumar en el hospital me fumé un cigarrillo virtualmente encaramado en el artesonado de la cuarta planta. Menos mal que no me vio nadie desde la calle. Sólo la luna, habría dicho Amado Nervo. Cuando volví a entrar una enfermera me dijo que mi hijo ya había nacido. Era muy grande, casi calvo del todo, y con los ojos abiertos como preguntándose quién demonios era ese tipo que lo tenía en los brazos.

¿Lautaro será escritor?
–Yo sólo espero que sea feliz.
Así que mejor que sea otra cosa. Piloto de avión, por ejemplo, o cirujano plástico, o editor.

¿Qué cosas reconoce en él como suyas?
–Por suerte se parece mucho más a su madre que a mí.

¿Le preocupan las listas de ventas de sus libros?
–En lo más mínimo.

¿Piensa alguna vez en sus lectores?
–Casi nunca.

¿Qué cosas de todas las que le han dicho sus lectores en torno de sus libros lo han conmovido?
–Me conmueven los lectores a secas, los que aún se atreven a leer el Diccionario filosófico de Voltaire, que es una de las obras más amenas y modernas que conozco.
Me conmueven los jóvenes de hierro que leen a Cortázar y a Parra, tal como los leí yo y como intento seguir leyéndolos.
Me conmueven los jóvenes que se duermen con un libro debajo de la cabeza.
Un libro es la mejor almohada que existe.

¿Qué cosas lo han enojado?
–A estas alturas enojarse es perder el tiempo.
Y, lamentablemente, a mi edad el tiempo cuenta.

¿Ha tenido miedo alguna vez de sus fans?
–He tenido miedo de los fans de Leopoldo María Panero, el cual, por otra parte, me parece uno de los tres mejores poetas vivos de España.
En Pamplona, durante un ciclo organizado por Jesús Ferrero, Panero cerraba el ciclo y a medida que se aproximaba el día de su lectura la ciudad o el barrio donde estaba nuestro hotel se fue llenando de freaks que parecían recién escapados de un manicomio, que, por otra parte, es el mejor público al que puede aspirar cualquier poeta.
El problema es que algunos no sólo parecían locos sino también asesinos y Ferrero y yo temimos que alguien, en algún momento, se levantara y dijera: yo maté a Leopoldo María Panero y después le descerrajara cuatro balazos en la cabeza al poeta, y ya de paso, uno a Ferrero y el otro a mí.

¿Qué siente cuando hay críticos como Darío Osses que considera que usted es el escritor latinoamericano con más futuro?
–Debe ser una broma.
Yo soy el escritor latinoamericano con menos futuro. Eso sí, soy de los que tienen más pasado, que al cabo es lo único que cuenta.

¿Le despierta curiosidad el libro crítico que está preparando su compatriota Patricia Espinoza?
–Ninguna.
Espinoza me parece una crítica muy buena, independientemente de cómo vaya a quedar yo en su libro, que supongo que no muy bien, pero el trabajo de Espinoza es necesario en Chile. De hecho, la necesidad de una, llamémosla así, nueva crítica, es algo que empieza a ser urgente en toda Latinoamérica.

¿Y el de la argentina Celina Mazoni?
–A Celina la conozco personalmente y la quiero mucho. A ella le dediqué uno de los cuentos de 'Putas asesinas'.

¿Qué cosas lo aburren?
–El discurso vacío de la izquierda. El discurso vacío de la derecha ya lo doy por sentado.

¿Qué cosas lo divierten?
–Ver jugar a mi hija Alexandra.
Desayunar en un bar al lado del mar y comerme un croissant leyendo el periódico. La literatura de Borges.
La literatura de Bioy.
La literatura de Bustos Domecq.
Hacer el amor.¿Escribe a mano?
–La poesía, sí.
Lo demás, en una vieja computadora de 1993.
Cierre los ojos, ¿cuál de todos los paisajes de la Latinoamérica que usted recorrió le viene primero a la memoria?
–Los labios de Lisa en 1974.
El camión de mi padre averiado en una carretera del desierto.
El pabellón de tuberculosos de un hospital de Cauquenes y mi madre que nos dice a mi hermana y a mí que aguantemos la respiración.
Una excursión al Popocatépetl con Lisa, Mara y Vera y alguien más que no recuerdo, aunque sí recuerdo los labios de Lisa, su sonrisa extraordinaria.

¿Cómo es el paraíso?
–Como Venecia, espero, un lugar lleno de italianas e italianos.
Un sitio que se usa y se desgasta y que sabe que nada perdura, ni el paraíso, y que eso al fin y al cabo no importa.

¿Y el infierno?
–Como Ciudad Juárez, que es nuestra maldición y nuestro espejo, el espejo desasosegado de nuestras frustraciones y de nuestra infame interpretación de la libertad y de nuestros deseos.

¿Cuándo supo que estaba gravemente enfermo?
–En el ‘92.
¿Qué cosas de su carácter cambió la enfermedad?
–Ninguna. Supe que no era inmortal, lo cual, a los 38 años, ya iba siendo hora de que lo supiera.

¿Qué cosas desea hacer antes de morir?
–Ninguna en especial.
Bueno, preferiría no morirme, claro.
Pero tarde o temprano la distinguida dama llega, el problema es que a veces no es una dama ni mucho menos es distinguida, sino más bien, como dice Nicanor Parra en un poema, es una puta caliente, que es algo que hace dar diente con diente al más pintado.

¿Con quién le gustaría encontrarse en el más allá?
–No creo en el más allá. Si existiera, qué sorpresa.
Me matricularía de inmediato en algún curso que estuviera dando Pascal.

¿Pensó alguna vez en suicidarse?
–Por supuesto.
En alguna ocasión sobreviví precisamente porque sabía cómo suicidarme si las cosas empeoraban.

¿Creyó en algún momento que se estaba volviendo loco?
–Por supuesto, pero me salvó siempre el sentido del humor.
Me contaba historias que me volvían loco de risa.
O recordaba situaciones que hacían que me tirara al suelo a reírme.

La locura, la muerte y el amor, ¿de qué de estas tres cosas ha habido más en su vida?
–Espero de todo corazón que haya habido más amor.

¿Qué cosas lo hacen reír a mandíbula batiente?
–Las desgracias propias y ajenas.

¿Qué cosas lo hacen llorar?
–Lo mismo: las desgracias propias y ajenas.

¿Le gusta la música?
–Mucho.

¿Usted ve su obra como la suelen ver sus lectores y críticos: arriba de todo 'Los detectives salvajes' y luego todo lo demás?
–La única novela de la que no me avergüenzo es 'Amberes', tal vez porque sigue siendo ininteligible.
Las malas críticas que ha recibido son mis medallas ganadas en combate, no en escaramuzas con fuego simulado.
El resto de mi “obra”, pues bueno, no está mal, son novelas entretenidas, el tiempo dirá si algo más.
Por ahora me dan dinero, se traducen, me sirven para hacer amigos que son muy generosos y simpáticos, puedo vivir, y bastante bien, de la literatura, así que quejarse sería más bien gratuito y desagradecido.
Pero la verdad es que no les concedo mucha importancia a mis libros.
Estoy mucho más interesado en los libros de los demás.

¿No le sacaría algunas páginas a 'Los detectives salvajes'?
–No. Para sacarle páginas tendría que releerlo y eso mi religión me lo prohíbe.

¿No le da miedo que alguien quiera hacer la versión cinematográfica de la novela?
–Ay, Mónica, yo les tengo miedo a otras cosas.
Digamos: cosas más terroríficas, infinitamente más terroríficas.

¿“El ojo Silva” es un homenaje a Julio Cortázar?
–De ninguna manera.

Cuando terminó de escribir “El ojo Silva”, ¿no sintió que había escrito un cuento capaz de estar a la altura, por ejemplo, de “Casa tomada”?
–Cuando terminé de escribir “El ojo Silva” dejé de llorar o algo parecido.
Qué más quisiera yo que se pareciera a uno de Cortázar, aunque “Casa tomada” no es uno de mis favoritos.

¿Cuáles son los cinco libros que marcaron su vida?
–Mis cinco libros en realidad son cinco mil.
Menciono éstos sólo a manera de punta de lanza o embajada aviesa:
'El Quijote', de Cervantes.
'Moby Dick', de Melville.
La Obra Completa, de Borges.
'Rayuela', de Cortázar.'
La conjura de los necios', de Kennedy Toole.
Pero también debería citar: 'Nadja', de Breton.

Las cartas de Jacques Vaché. 'Todo Ubú', de Jarry.
'La vida, instrucciones de uso', de Perec. 'El castillo' y 'El proceso', de Kafka.
Los aforismos de Lichtenberg.
'El Tractatus', de Wittgenstein. La invención de Morel, de Bioy Casares.
'El Satiricón', de Petronio.
'La Historia de Roma', de Tito Livio.
'Los Pensamientos', de Pascal . ¿Se lleva bien con su editor?
–Bastante bien. Herralde es una persona inteligente y a menudo encantadora.
Tal vez a mí me convendría más que no fuera tan encantador. Lo cierto es que ya hace ocho años que lo conozco y, al menos de mi parte, el cariño no hace más que crecer, como dice un bolero. Aunque tal vez me convendría no quererlo tanto.

¿Qué dice de los que piensan que Los detectives salvajes es la gran novela mexicana de la contemporaneidad?
–Que lo dicen por lástima, me ven decaído o desmayándome en las plazas públicas y no se les ocurre nada mejor que una mentira piadosa, que por lo demás es lo más indicado en estos casos y ni siquiera es pecado venial.

¿Es cierto que fue Juan Villoro el que le convenció para que no titulara 'Tormenta de mierda' a su novela 'Nocturno de Chile'?

–Entre Villoro y Herralde.

¿De quién más escucha consejos alrededor de su obra?
–Yo no escucho consejos de nadie, ni siquiera de mi médico. Yo doy consejos a diestra y siniestra, pero no escucho ninguno.

¿Cómo es Blanes?
–Un pueblo bonito. O una ciudad pequeñita, de treinta mil habitantes, bastante bonita. Fue fundada hace dos mil años, por los romanos, y luego pasaron por aquí gente de todos los lugares.
No es un balneario de ricos sino de proletarios.
Obreros del norte o del este.
Algunos se quedan a vivir para siempre.
La bahía es bellísima.
¿Extraña algo de su vida en México?
–Mi juventud y las caminatas interminables con Mario Santiago.

¿A qué escritor mexicano admira profundamente?
–A muchos.
De mi generación admiro a Sada, cuyo proyecto de escritura me parece el más arriesgado, a Villoro, a Carmen Boullosa, entre los más jóvenes me interesa mucho lo que hacen Alvaro Enrigue y Mauricio Montiel, o Volpi e Ignacio Padilla.
Sigo leyendo a Sergio Pitol, que cada día escribe mejor.
Y a Carlos Monsiváis, el cual, según me contó Villoro, motejó como Pol Pit a Taibo 2 o 3 (o 4), lo que me parece un hallazgo poético.
Pol Pit, ¿es perfecto, no? Monsiváis sigue con las uñas aceradas.
También me gusta mucho lo que hace Sergio González Rodríguez.

¿El mundo tiene remedio?
–El mundo está vivo y nada vivo tiene remedio y ésa es nuestra suerte.

¿Usted tiene esperanzas, en qué, en quiénes?
–Mi querida Maristain, vuelve usted a empujarme a los potreros de la cursilería, que son mis potreros natales.
Yo tengo esperanza en los niños.
En los niños y en los guerreros.
En los niños que follan como niños y en los guerreros que combaten como valientes.
¿Por qué? Me remito a la lápida de Borges, como diría el ínclito Gervasio Montenegro, de la Academia (como Pérez Reverte, fíjese usted) y no hablemos más de este asunto.

¿Qué sentimientos le despierta la palabra póstumo?
–Suena a nombre de gladiador romano.
Un gladiador invicto.
O al menos eso quiere creer el pobre Póstumo para darse valor.

¿Qué opina de quienes opinan que usted ganará el Premio Nobel?
–Estoy seguro, querida Maristain, de que no lo ganaré, como también estoy seguro de que algún atorrante de mi generación sí que lo ganará y ni siquiera me mencionará de pasada en su discurso de Estocolmo.

¿Cuándo ha sido más feliz?
–Yo he sido feliz casi todos los días de mi vida, al menos durante un ratito, incluso en las circunstancias más adversas.

¿Qué le hubiera gustado ser si no hubiera sido escritor?

–Me hubiera gustado ser detective de homicidios, mucho más que ser escritor.
De eso estoy absolutamente seguro.
Un tira de homicidios, alguien que puede volver solo, de noche, a la escena del crimen, y no asustarse de los fantasmas.
Tal vez entonces sí que me hubiera vuelto loco, pero eso, siendo policía, se soluciona con un tiro en la boca.

¿Confiesa que ha vivido?
–Bueno, sigo vivo, sigo leyendo, sigo escribiendo y viendo películas, y como les dijo Arturo Prat a los suicidas de la Esmeralda, mientras yo viva, esta bandera no se arriará.

I'd like to meet:


Sherlock Holmes,Al capitán NEMO,Julien Sorel,principe Mishkin,Houdini,Melville, Cortázar, Cervantes, Kennedy Toole, Breton, Vaché, Jarry, Perec, Kafka, Lichtenberg, Wittgenstein, Bioy Casares, Petronio, Tito Livio, Pascal...

Movies:

Chemikyn presenta: Entrevista a Roberto Bolaño 1/6 Entrevista a Roberto Bolaño 2/6 Entrevista a Roberto Bolaño 3/6 Entrevista a Bolaño 5/6 Entrevista con Roberto Bolaño 6/6

Books:

Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce Novela. Anthropos. Barcelona, 1984La primera novela de Bolaño, escrita a cuatro manos con Antoni García Porta, relata la acelerada historia de Ángel Ros, un joven catalán que ve su vida partida entre su amor por una delincuente sudamericana que lo acerca a la catástrofe, sus ídolos Jim Morrison y James Joyce y sus notas para la maravillosa novela policiaca que nunca llega a escribir. La pista de hielo Novela. Planeta. Santiago de Chile, 1993En esta novela, la primera escrita únicamente por Bolaño, todo gira alrededor de Nuria Martí, una patinadora en hielo de cierto talento, empantanada en un pueblo remoto donde carece de un lugar para entrenar.
Un empeños joven catalán, Enric, amándola en silencio, desfalcará dineros municipales para construirle la pista que necesita para practicar su deporte.
Ella, además, tiene un amante, Remo, y lo que irrumpe en medio del libro es un asesinato. Estrella distante. Novela. Anagrama. Barcelona, 1996El narrador vio por primera vez a aquel hombre en 1971, o 1972, cuando Allende aún era presidente de Chile. Entonces se hacía llamar Ruiz-Tagle y se deslizaba con la distancia y la cautela de un gato por los talleres literarios de la universidad de Concepción. Escribía poemas también distantes y cautelosos, seducía a las mujeres, despertaba en los hombres una indefinible desconfianza. Volvió a verlo después del Golpe. Pero en esa ocasión el narrador aún ignoraba que aquel aviador, Wieder, que escribía con humor versículos de la Biblia con un avión de la Segunda Guerra Mundial, y Ruiz-Tagle, el aprendiz de poeta, eran uno y el mismo. Y así, en un ineludible recorrido por las muchas bifurcaciones de los senderos de la historia, las mitologías y las literaturas de nuestra época, nos es contada la nada ejemplar fábula de un impostor, de un hombre de muchos nombres, sin otra moral que la estética.Traducciones: Sellerio (Italia), Antje Kunstmann and Heyne (Alemania), Meulenhoff (Holanda), Christian Bourgois (Francia), Harvill (Inglaterra), Svetovi (Serbia), Machaon (Rusia), Kastaniotis (Grecia), Teorema (Portugal). La literatura nazi en América Seix Barral. Barcelona, 1996.Una ficticia enciclopedia de escritores latinoamericanos de orientación ultraderechista. Bolaño construye 32 retratos que le sirven para narrar, con trazo irónico, la historia política y literaria de un continente. Los retratos, algunos de ellos auténticas piezas de relojería narrativa, se ven poblados por personajes y hechos reales, como la dictadura argentina o el golpe de estado de Santiago de Chile en 1973, que han marcado a fuego la reciente historia latinoamericana. El último de los relatos, ‘Carlos Ramirez Hoffman’, como explica el propio Bolaño en el prólogo de su novela ‘Estrella distante’, supone un contrapunto y un punto de partida de ese libro. “El mundo de la ultraderecha es un mundo desmesurado y es interesante de por sí. Lo que pasa es que yo cojo el mundo de la ultraderecha, pero muchas veces, en realidad, de lo que estoy hablando es de la izquierda. Cojo la imagen más fácil de ser caricaturizada para hablar de otra cosa. Cuando hablo de los escritores nazis de América, en realidad estoy hablando del mundo a veces heroico, y muchas más veces canalla, de la literatura en general” Llamadas telefónicas Relatos. Anagrama. Barcelona, 1997Heterogéneo libro de relatos que agrupa un total de catorce piezas, agrupadas en tres capítulos temáticos: Llamadas telefónicas, Detectives y Vida de Anne Moore. La primera parte dedicada a pobres escritores, como el emblemático Sensini especializado en ganar concursos de provincias. La segunda es un emocionante y conmovedor juego de detectives y ladrones. Los relatos de la última conforman análisis de las relaciones sentimentales, desde la tormentosa vida amorosa de la estrella del porno Joanna Silvestre a la delicadeza con que el narrador recuerda a Anne Moore.Traducciones: Sellerio (Italia), Carl Hanser (Alemania), Svetovi (Serbia), Christian Bourgois (Francia), Harvill (Inglaterra), New Directions (Estados Unidos). Los Detectives Salvajes. Novela. Anagrama. Barcelona, 1998.Arturo Belano y Ulises Lima, los detectives salvajes, salen a buscar las huellas de Cesárea Tinajero, la misteriosa escritora desaparecida en México en los años inmediatemante posteriores a la Revolución, y esa búsquesa –el viaje y sus consecuencias- se prolonga durante veinte años, desde 1976 hasta 1996, el tiempo canónico de cualquier errancia, bifurcándose a través de múltiples personajes y continentes, en una novela en donde hay de todo: Amores y muertes, asesinatos y fugas turísticas, manicomios y universidades, desapariciones y apariciones.Traducciones: Sellerio (Italia), Carl Hanser (Alemania), Christian Bourgois (Francia), Meulenhoff (Holanda), Tranan (Suecia), Companhia das Letras (Brasil), Machaon (Rusia), Farrar, Straus & Giroux (Estados Unidos). Amuleto Novela. Anagrama. Barcelona, 1999.La voz arrebatada de Auxilio Lacouture –quien ya apareciera en Los detectives salvajes— narra, e indaga al tiempo que narra, un crimen atroz y lejano, un crimen que sólo se desvelará en las últimas páginas de una novela en la que, por otra parte, no escasean los crímenes cotidianos y los crímenes de la formación del gusto artístico.Traducciones: Mondadori (Italia), Antje Kunstmann (Alemania), Les Allusifs (Canadá), Replicaçao (Portugal). Monsieur Pain Novela. Anagrama. Barcelona, 1999. (Publicado en 1994 como La senda de los elefantes) A un discípulo de Mesmer le encargan que cure el hipo que sufre un sudamericano pobre –probablemente el poeta peruano Cesar Vallejo— abandonado en un hospital de París en la primavera de 1938. En apariencia, nada puede pasar. Sin embargo el mesmerista Pierre Pain se verá envuelto en una intriga en donde se planea un asesinato ritual de proporciones planetarias. ¿Quién es el sudamericano que agoniza en el hospital Arago? ¿Por qué unas fuerzas ocultas desean su muerte? ¿Qué se pierde y qué se gana con esa muerte?Traducciones: Sellerio (Italia), Les Allusifs (Canadá)Nocturno de Chile. Novela. Anagrama. Barcelona, 2000.Sebastián Urrutia Lacroix, sacerdote y crítico literario, miembro del Opus Dei, y poeta mediocre, revisa en una sola noche de fiebre alta los momentos más importantes de su vida, convencido de que está apunto de morir, aunque a medida que la noche avanza su fiebre va remitiendo y el delirio se atenúa con la aparición de monstruos gélidos. Así aparecen en la novela los señores Oido y Odeim, ambiguos encomenderos; Jünger y un pintor guatemalteco que se deja morir de inanición en el París de 1943; el general Augusto Pinochet a quien Urrutia Lacroix da clases de marxismo; su amistad con Farewell, el pope de la crítica literaria nacional, que se hunde en una vejez balbuceante y perpleja; las fiestas de una mujer misteriosa en cuya casona se reúne lo más granado de la literatura chilena al tiempo que en el sótano, no visitado por ninguno de los huéspedes, se suceden acciones parangonables a una película de terror, todo esto mientras en las calles de Santiago impera el toque de queda y una normalidad aparente.Traducciones: Sellerio (Italia), Carl Hanser (Alemania), Christian Bourgois (Francia), Harvill (Inglaterra), Gótica (Portugal), Meulenhoff (Holanda), Metaichmio (Grecia), Companhia das Letras (Brasil), New Directions (Estados Unidos), Machaon (Rusia), Curtea Veche (Rumanía) Los perros románticos Poesía. Lumen. Barcelona, 2000 (Poemas, 1980-1998. Prólogo de Pere Ginferrer)Bolaño reunió en este volumen, su obra poética escrita entre 1980 y 1998. La mitad de los poemas aquí reunidos vio la luz en ínfimas ediciones de pequeñas editoriales, mientras que la otra mitad permanecía inédita. En ellos, al igual que en su obra narrativa, Bolaño aúna sus diferentes obsesiones: el amor, la muerte, el exilio, la política. Todo ello tamizado con ese deje irónico que el autor aprendió del que siempre consideró su maestro, el poeta chileno Nicanor Parra. Tres Poesía. El Acantilado. Barcelona, 2000.Dos poemarios y un largo poema de distintas épocas recoge este volumen titulado “Tres”: “Prosa del otoño en Gerona”, “Los neochilenos” y “Un paseo por la literatura”. Tres recorridos por ese perfil en el que la experiencia de lo real y la imaginación se mezclan. Una ciudad silenciosa y borde, el viaje tumultuoso de tres latinoamericanos por Perú y los sueños que hacen de Roberto Bolaño un espejo por el que entrar, son protagonistas de estos libros llenos de fragmentos. Fragmentos poéticos que narran como un caleidoscopio girando la memoria. Putas asesinas Relatos. Anagrama. Barcelona, 2001.Colección de quince relatos en los que Bolaño refrenda la maestría en el género que ya había mostrado en anteriores entregas. Piezas emblemáticas como El ojo Silva o Últimos atardeceres en la tierra, que de inmediato ingresaron a formar parte de lo mejor de su producción.Traducción: Sellerio (Italia), Christian Bourgois (Francia), Svetovi (Serbia), Harvill (Inglaterra), Companhia das Letras (Brasil), New Directions (USA). Amberes Novela. Anagrama. Barcelona, 2002.Roberto Bolaño rescató una novela escrita 22 años atrás. Estructurada a partir de capítulos breves que se entrecruzan, la novela contiene ya varias de las características de su posterior literatura: personajes excéntrios, situaciones peculiares consecuencia de una vida nómada, etc. Así, pueblan Amberes, un policía perdido entre Castelldefels y Barcelona, una pelirroja de la que todos hablan pero nadie ha visto, un vagabundo jorobado que vive en un bosque, un asesinato congelado en la memoria de unos pocos, escenas sadomasoquistas que aparecen como relámpagos... Traducciones: Sellerio (Italia), Christian Bourgois (Francia). Una novelita lumpen Novela. Mondadori. Barcelona, 2002.En esta brevísima novela, Bolaño narra la historia de dos hermanos que un día quedan huérfanos tras la muerte de sus padres en un accidente automovilístico. Entre ellos, la joven Bianca, narradora del libro. Una novelita lumpen narra al dramático cambio en la vida de ambos hermanos, quienes deben empezar a trabajar para sobrevivir. Ella en una peluquería, él en un gimnasio. Cada noche, mientras cenan, hacen planes de futuro, aunque éste no sea especialmente alentador. Paulatinamente ambos dejan los estudios y matan el tiempo viendo la tele. El hermano se aficiona a desarrollar su musculatura y a ver películas pornográficas, acompañado por Bianca, quien poco a poco va descubriendo el sexo, en sus sueños eróticos ya no es virgen El gaucho insufrible Relatos. Anagrama. Barcelona 2003.Editado pocos meses después de su muerte, El gaucho insufrible reúne cinco cuentos y dos conferencias. Entre los cuentos destaca el que le da título al conjunto, donde Bolaño narra la aventura de Héctor Pereda, un ejemplar abogado argentino que se reconvirtió en gaucho de las pampas. De las conferencias, Literatura + enfermedad = enfermedad, es un espléndido entramado de humor e inteligencia, mientras que Los mitos de Chtulu, es una acerada e irónica crítica al mundo literario. Entre paréntesis Artículos. Anagrama. Barcelona, 2004El crítico Ignacio Echevarría se encargó de recopilar y ordenar la producción “entre paréntesis”, es decir los escritos al margen de su actividad como novelista y narrador, de Roberto Bolaño. Las más de cien piezas reunidas en este volumen aparecieron por primera vez publicadas en diferentes revistas y diarios, todas escritas entre 1998 (año de la publicación de Los detectives salvajes) y 2003.2666La Universidad Desconocida El Secreto del Mal Anagrama. Barcelona 2007.Editorial Anagrama está próxima a publicar dos nuevos libros de Roberto Bolaño: 'La Universidad Desconocida' y 'El Secreto del Mal'. Mientras que 'La Universidad Desconocida' es un poemario del que el autor publicó ya en 1993 unos 'Fragmentos de La Universidad Desconocida' (Premio Rafael Morales 1992. Colección Melibea. Ayuntamiento de Talavera de la Reina), 'El Secreto del Mal' es una colección de textos en prosa de las que, en palabras de el crítico y editor del volumen Ignacio Echevarría, "difícil determinar su grado de elaboración: algunas piezas dan la impresión de ser comienzos de novela, otras cuentos breves que no llegan a puerto, sino que quedan a la deriva". Un adelanto de este libro puede leerse en el último número de la edición española de la revista Granta. Estas son las portadas.