Consorcio del Frúfono

Descubierto para la etnomusicología moderna por la insigne antropóloga colombiana Ruth Álvarez, el frúfono ha sido usado desde antaño por innúmeras culturas y civilizaciones como reclamo sexual. Según se ha podido comprobar por los restos arqueológicos hallados en Cuzco, Perú, los primeros frúfonos se fabricaban con huesos de aves: colibríes en latinoamérica, abubillas y gorriones en la Europa meridional y Dodós en las Islas Mauricio: parece ser que la gran apetencia sexual de los habitantes de esas islas fueron los causantes de la extinción del Dodó; a día de hoy sólo se conservan dos frúfonos fabricados con hueso de Dodó, uno en el British Museum de Londres y otro en el Museo del Frú de Azuqueca de Henares (Guadalajara). Posteriormente se mejoró la técnica en la fabricación del Frúfono: ya en el siglo III a.C. se fabricaban frúfonos de bambú en Corea y de boj en el sur de Francia. Se ha usado el cobre, el estaño, el zinc, el bronce y hasta el oro (véase la foto del frúfono de Luis XIV) para tan excelso arte. Hoy en día, la mayoría de los frúfonos están hechos de plástico barato.Más allá de sus aspectos lúdicos y de reclamo sexual, el Consorcio del Frúfono, con su incansable labor investigadora y sus actuaciones en el ámbito de la creación musical quiere recuperar el uso del frúfono para la práctica de la música moderna, desde el jazz hasta la música electroacústica.