Ernesto Masjúan----------------------------------------------------
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CLUB LA ZORRA Y EL CUERVOHace varios años, cuando todavÃa no pasaba de ser un viejo sueño, lejos, muy lejos, estábamos de imaginar que hoy serÃa parte nuestra, que hoy respirarÃamos ese inusual aroma que expelen sus rincones, encantados por no sé que duende, quizás por el mismo que hizo el milagro de traer para los "jazzófilos" cubanos la ventura de poder compartir en él nuestras ilusiones, nuestros deseos de vivir a plenitud y de palpitar cada momento, cada sonido, cada nota.Esta historia se inicia cuando la noche del 17 de mayo de este año que está a punto de expirar, los timbres y acordes de la banda Afrojazz que dirige el maestro Bobby Carcasés comenzaron a apoderarse de las riendas de un espacio ideal para la recreación, el esparcimiento y la cultura y que hasta entonces, y durante mucho tiempo habÃa padecido los desmanes del total abandono y de la lejana perspectiva de volver a ser útil.Justo en el corazón de una de las más concurridas y populares arterias de toda Cuba, la calle 23 en el Vedado, se levanta el cartel lumÃnico que anuncia: Club "La Zorra y el Cuervo", la casa del jazz en Cuba.Fue de la CompañÃa Cubana de Producciones ArtÃsticas "Carishow" la iniciativa fortuita de transformar en especial "guarida" lo que unos lustros antes fungiera cono sede de nigth club o lugar de descargas bohemias, donde los tragos y el baile se llevaban la mejor parte.No serÃa redundante profundizar en lo que ha representado para el desarrollo y la evolución de la música mundial, los aportes de la música popular cubana. Cuba es tierra de café, tabaco, caña y ron, pero también de músicos, de músicos de todos los estilos, de todas las formaciones académicas y tendencias; cultivadores de los más ricos y diversos géneros musicales que hoy inundan todo el universo.Y si de jazz se trata, esta pequeña Isla ocupa un lugar privilegiado, un lugar que supieron ganarse para siempre los Chano Pozo, Mario Bauzá, Armando Romeu, Frank Emilio, Felipe Dulzaides, Guillemo Barreto y Tata Güines entre otros, y que hoy han sabido defender y conservar personalidades como Chucho Valdés, Gonzalo Rubalcaba, Orlando Valle Maracas, Ernán López-Nussa, Changuito y Miguel DÃaz (Angá), por sólo mencionar algunos de los que cada dÃa hacen sentir en todos los confines del planeta la presencia de la música y la cultura cubanas.Para responder a esa tradición que data de medio siglo, no sólo se han multiplicado en este cálido terruño los ejemplares bien dotados de talento para interpretar con clase el más auténtico swing o blues, o disertar en el más complejo pasaje de un tema de latin-jazz; también tenemos por montones en nuestros dÃas los que viven y se nutren de esa semilla, los que han hecho del jazz su motivo de existir, su móvil de intimidad, su medio de expresión e inserción en la sociedad.La familia cubana del jazz es cada vez más numerosa, y esa cifra se incrementa por dÃa. Ahora, y después de estarlo pidiendo a gritos durante tantos años, los amantes del jazz han encontrado donde volcar sus anhelos, colmar su satisfacción y hablar su propio lenguaje; ya tienen su propio escondite.Desde los tiempos en que los frutos comenzaban a germinar con la creación de los ya tradicionales e imprescindibles Festivales Jazz Plaza, eran incontables las gestiones y los esfuerzos de incansables soñadores como Bobby, Chucho, Dulzaides, los musicólogos e investigadores Helio Orovio y Leonardo Acosta, asà como otros que no por omitidos dejan de ser reconocidos en su labor por convertir en realidad algo que ya necesitaban esta ciudad y este paÃs, para tomarle el pulso al diapasón de su música.De sus antecedentes: los intentos de habilitar lugares como el conocido Club Maxim..s, la Casa de la Cultura de Plaza o los acogedores espacios de la UNEAC, ninguno de ellos fructificó con la finalidad de asumir esta original empresa, cuyas caracterÃsticas dominantes, pese a que no son muchas, no pueden ser condicionadas forzosamente.Aunque aún es corto el lapso transcurrido desde que abrió sus puestas hasta hoy, el Club La Zorra y el Cuervo, no será tal vez el refugio supremo al que han aspirado tanto los seguidores cubanos del Jazz, pero lo cierto es que nunca antes contó La Habana con una opción de ese linaje, a la altura de las pretensiones de realización de aquellos y de su esperanza de hallar un lugar en el condimentado espectro actual de patrones estéticos y culturales.LOS SECRETOS DEL ENCANTOEl diseño de una cabina telefónica que recuerda las que desbordan las calles londinenses, sirve de recibidor al animado club. Luego, tras descender por una estrecha escalera y superar una sólida puerta de cristal, usted logra acceder al recinto, y ahà comienza el milagro.DifÃcil es escaparse del especial mood que reina en La Zorra y el Cuervo. Entre el sonido maravilloso de la música, a veces indirecta, y en otras tan intensamente directa como la que proviene del escenario y a la que pocos (para no decir nadie) pueden permanecer ajenos, el ambiente homogéneo y único que prevalece en locales cuyas cualidades de tÃpico club de jazz se asemeja a sus similares europeos y donde se conversa casi siempre en el mismo idioma, ese idioma singular que pertenece al mundo subterráneo de la única música genuinamente cosechada y elaborada en los Estados Unidos de Norteamérica.La decoración y el terminado de sus mesas y sus sillas, la disposición de sus columnas, el estado óptimo de sus equipos de audio y monitores de televisión, atrapan de una forma tal que hasta pueden ser capaces de familiarizar, de una primera vez, a quienes no hayan pisado jamás sus alfombras.Pero por sobre todas las cosas lo que más rápidamente conquista a los que se aventuran a descubrir este hoyo sotanero capitalino es el confort de su barra; su estilo pop inglés; soportado por su dispensador de whisky, su bien distribuida y conservada cristalerÃa y los clásicos barriles de cerveza Caribbean Ice, la cerveza de la casa.Igual distinción pueden brindarle las ofertas de las cuatro noches especiales, que reservan para todos los clientes, al menos una vez al mes, la excepcional ocasión de disfrutar de las delicias de algunas bebidas de alta categorÃa internacional, como son las marcas de whisky "Clan Campbell" y "Jameson", y las cervezas "Caribbean Ice" y "Heineken", todos comercializados al 50% de su precio habitual.
En el escenario sucede lo mejor de cada
noche.Resulta obligado adicionar a todo a quienes hacen de usted (el cliente) el centro de la gravitación de la tierra, a aquellos que logran que alrededor suyo gire todo lo importante que sucede en el club, desde que se alistan para recibirle a partir de las nueve de la noche. Me refiero a su sorprendentemente joven personal.De la amabilidad y la disposici6n de sus dependientes, del buen trato y la profesionalidad de sus cantineros, recepcionistas y la lunchera puede usted quedar preso, comprometiéndose asà a regresar mañana, pasado mañana y todos los dÃas tal y como regresa uno a su propia casa al final de cada jornada.La relaci6n culmina con la inigualable sonrisa de la bella Nancy Regall, su relacionista pública; la secretaria, Katherine, el productor Amilkar Vázquez y el operador de audio Daniel Urquiza, todos bajo la batuta de un gerente al que avalan veinte años de experiencia: Evangelio RodrÃguez Roche.Según el propio Roche, no son pocos los empresarios de naciones de América y Europa que han manifestado su interés por trasladar a sus paÃses la idea y el modelo que sustentan a este peculiar cenáculo, luego de comprobar in situ, e1 éxito de su funcionamiento.Por otro lado, ya se realizan gestiones de acercamiento con la gerencia de homólogos en una buena parte del mundo, con vistas a establecer relaciones que propicien el intercambio de experiencias, músicos, espectáculos e información, lo que contribuirÃa a dar el primer paso en la necesaria interrelación que demanda la necesaria calidad de un sitio de esta Ãndole.Aún y cuando su edad no rebasa siquiera el año de inaugurado, ya tiene muchas historias que contar, las que estrenaron sus páginas con la visita de ilustres figuras al parecer tocadas por la mano divina de la consagraci6n artÃstica, porque lo real es que después del paso de éstas por allÃ, nunca más este lugar ha vuelto a ser, ni volverá a ser el mismo de antes.Y sobran las razones para pensar en ello, si se conoce que sobre estas tablas han dejado sus huellas imborrables los célebres jazzistas norteamericanos Wynton Marsalis, George Benson y Steve Coleman, asà como la vocalista española Rosario Flores, sellando para siempre la textura y la mezcla con el sabor criollo que agregan los representantes del patio.EL ALMA DE CHANO...Al caminar por entre los estrechos corredores que rodean el pequeño escenario del club, bien puede percibirse una agradable y a la vez extraña sensación. Unos dicen que es el espÃritu de Chano Pozo que anda suelto, y nada le impide creerlo, pues a pocos centÃmetros y a un costado del tablado se eleva la más ancha y voluptuosa columna de las que integran la arquitectura de este angosto intersticio.En ella, frente a todos y con un visible tamaño, preside la foto del mágico músico, cual si velara por todo y cuanto ocurre en este cofre de sus tesoros, de donde es monarca por derecho propio.En ese altar lo acompañan su inseparable Dizzy Gillespie y el maestro Chucho Valdés, en el trono de una muestra de instantáneas que cubre sus paredes y que contiene las imágenes de los inmortales Charlie Parker, Miles Davis, John Coltrane, Louis Armstrong, Jimmy Hendrix, Chick Corea, Tito Puente, Gonzalo Rubalcaba y Emiliano Salvador.Ese es quizás el encanto que atrae casi cada noche a disputarse los aplausos a músicos cubanos de la talla del bajista Felipe Cabrera, los guitarristas Norberto RodrÃguez y Jorge Luis Chicoy, los trompetistas Mario El Indio Fernández y Roberto GarcÃa, los saxofonistas Carlitos Valdés y Javier Salva, los bateristas Jimmy Branly y Lukmil Sánchez y los pianistas Roberto Fonseca, Robertico Carcasés y David Alfaro.No menos deslumbrantes son las veladas que amenizan los increÃbles David Suarez (sax tenor), Juan Carlos MarÃn (trombón) y Julito Padrón (trompeta) o las presentaciones ocasionales de agrupaciones como el quinteto de cuerdas Diapasón, el grupo Diákara y el dúo Cachibache.En fin, hoy por hoy, para quien vive en La Habana o tiene la dicha de visitarla temporalmente, privarse de la fortuna de acudir por una noche al encuentro de los atractivos del Club La Zorra y el Cuervo pudiera ser una decisión que estarÃa lamentando el resto de su vida.
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