Cuando, en el otoño de 1979, el Taller inicia sus actividades, la industria musical catalana vive una metamorfosis de proporciones considerables reflejada en el traslado masivo de sus centros de decisión y producción a Madrid. Como inevitable resultado de esta situación, la creatividad musical en Cataluña experimenta una agitación musical muy importante y los músicos del país dedicados al rock y al jazz –de los cuales la década de los años 70 había dado una amplia cantera– se ven forzados a la emigración, la hibernación o una reconversión profesional que transforma toda una generación artísticamente truncada en otra constituida por voluntariosos profesores.
Paralelamente, en Barcelona, coinciden en aquel momento muchos músicos extranjeros de diversa procedencia, alemanes, yugoslavos, japoneses y, de manera predominante, sudamericanos (chilenos, argentinos y uruguayos). De aquí surgirá el núcleo docente inicial del Taller de Músics. Este eclecticismo geográfico hace que para todos el jazz actúe como puente sonoro de llegada, después de viajar a través de multiformes trayectorias personales y muy variadas culturas nacionales, al mismo tiempo que proporciona al Taller dos de sus características diferenciales más significativas, su aperturismo de miras estilísticas i una tendencia natural a la libertad bien entendida.
Cuando la escuela había recorrido, no sin esfuerzo, sus primeros meses de actividad docente, la creación del primer Seminario Internacional de Jazz (Banyoles, 26 de mayo-8 de junio 1980) traslada al terreno de los hechos tangibles y mesurables esta epifánica voluntad de cambio permanente e internacionalización. Cuando, en enero de 1983, se celebra la tercera edición del Seminario en un hotel de Castelldefels, el mensaje y la filosofía docentes del Taller ya son de dominio público. No pocos jóvenes barceloneses y del cinturón, con una visión más pop-rockera, asisten a los cursos y las jams, y también lo hacen alumnos en plena dedicación a la música llegados de otros lugares de España –muy especialmente del País Valenciano–, plenamente conscientes de que es en el Taller de Músics donde se vive el espíritu órfico que los conservatorios alcanforan. El Taller y sus actividades y servicios cala profundamente en la ciudad y su entorno, y no tardó en llegar al resto de España, y a otros muchos lugares del extranjero.
El período 1979-1983 representa una fase tremendamente dinámica y mudable dentro de la historia interna del Taller, que vive bajo la dirección musical de Mario Lecaros y Peter Delphinich.
A partir de este momento, se abre un período de estructuración docente más reglamentada y compleja bajo la dirección del contrabajista portugués Zé Eduardo –con la colaboración de Lluís Vidal–, y crece entonces una generación de músicos considerada hoy día núcleo esencial del presente jazz español. Entre 1990 y 1996, la responsabilidad directiva del estamento docente recae en Lluís Vidal, Lluís Vergés y José Luis Gámez; y desde 1996 hasta hoy, sobre Lluís Vergés y Xavier Fort. Se suceden las semanas y muestras de jazz europeo, los festivales, la revista Jazz Sí, la oficina de management, el sello discográfico, etcétera.
A mediados de 1992 se inaugura el Jazz Sí, un club de música en vivo donde la escuela se convierte en escenario; siguen las clases, los seminarios, la integración del Taller en prestigiosos circuitos internacionales dedicados a la enseñanza del jazz y otras músicas abiertas, pero sin que la multiplicación de frentes de acción haya significado la pérdida del espíritu de la escuela como núcleo dinamizador de la actividad musical entre nosotros.
Fue una buena idea denominar a la institución Taller de Músics, apelativo abierto y genérico. Si bien el jazz ha representado el eje vertebrador de la escuela durante estos años, también han emergido de él otras extensiones dedicadas al rock, la música afrocubana y, muy especialmente, el flamenco, un terreno que se ha convertido en parte esencial en la etapa de madurez del Taller. La vinculación del Taller de Músics con el flamenco se establece explícitamente desde las primeras actividades de la escuela como centro de enseñanza.
El 1979 se crean cursos de guitarra en todos los seminarios, pero la proyección en primer plano de este inmenso caudal de creación artística se materializa a finales de los años 80, después de la creación y organización del Seminario Internacional Carmen Amaya, celebrado dentro de la Olimpiada Cultural durante el verano de 1989. Desde entonces hasta hoy, y a través del Mercat de Música Viva de Vic o por mediación del COPEC, diversos artistas han recibido el reconocimiento de su arte en multitud de escenarios europeos, americanos y asiáticos.
Hoy podemos afirmar, con verdadero orgullo, que no existe un músico de jazz español de entre 20 y 40 años que en un momento u otro de su trayectoria no haya estado vinculado al Taller de Músics, a través del paso por sus aulas o por su participación en alguno de los seminarios. Asimismo, el flamenco catalán, una de las expresiones más interesantes del momento que viven al amparo de la eclosión que experimenta el género en toda España, está vertebrado alrededor de cursos, actividades concertísticas y festivales organizados por el Taller. Además, hoy funcionan en Cataluña más de una veintena de escuelas que mantienen el modelo estructural del Taller de Músics, casi todas bajo el control y gestión de músicos que en algún momento pasaron por sus aulas. ¿Cuántos centros vinculados a la enseñanza y difusión de las músicas populares pueden ofrecer hoy un balance equivalente o, como mínimo, similar?
Lluís Cabrera
Fundador/Presidente