[...] Nayara se inclinó y comenzó a escarbar en la arena, tratando de buscar algo o simplemente pensando aún en lo que habÃa dicho. Me miró por un momento pero volvió a concentrarse en el hoyo.“Y por qué no escribes lo que te ha pasado, para que no se te olvide?†Yo la miraba mientras ayudaba a hacer aquel hoyo un poco más grande.“Porque las letras a veces se quedan cortas, y no saben contar toda la historia†Ella parecÃa no entenderlo, pero intentaba comprender mientras metÃa parte de la arena dentro del cubo.“Y por qué no las guardas dentro de un sobre y as no se pierden nunca?†Dio la vuelta al cubo y formó una torre, que se desmoronó enseguida. Hizo una mueca y allanó el terreno de nuevo.“Porque las cartas se guardan en un cajón y se terminan olvidando†Entonces sonrió de repente y me miró, con aquellos ojos azules enormes.“Y por qué no haces una canción!" Nunca habÃa pensado que la música podÃa guardar sentimientos de una forma que ningún otro arte podÃa hacer, pero aquel pequeño ángel me habÃa abierto los ojos.“Es verdad, el piano podrÃa contar esas historias sin palabras, qué buena idea†“Y por qué no son cantadas? Es mejor cantandoâ€â€œPorque la voz se puede quebrar a veces, cuando recuerda cosas que le ponen triste. El piano se mantiene firme aún cuando yo esté llorandoâ€â€œAh, claro, es verdad... Ayúdame con este castillo, que siempre se me rompeâ€Fue asà como descubrà que debÃa guardar en canciones las vivencias que habÃa tenido en ese tiempo, que era la única forma de guardarlas tratando de conservar en ella los recuerdos, los sentimientos, las sensaciones de aquellos momentos...Mientras tanto, Nayara y yo seguimos haciendo castillos en la arena. [...]