Beggar’s House

Beggars House lleva varios años esforzándose en asentar un estilo propio dentro del panorama hispano del rocknroll. Buscando sin parar el comprometido ensamblaje entre el vértigo y la exquisitez, siempre procurando dejar constancia de su peculiaridad a la hora de mostrar su trabajo, de ser ellos mismos sin más. Producto de muchas horas de ensayo, están plenamente convencidos de que el trabajo continuado y la constancia se encarga de tamizar a través de su creatividad, tantas y tantas horas de audiciones compartidas, tendencias y estados de ánimo que terminan aflorando en sus temas de forma natural. Orgullosos de haber teloneado a gente como Moonie Suzuki o Five Horse Johnson, en junio de 2003 obtuvieron un reconocimiento oficial cuando, de manos de Jesús Ordovás, recibieron un premio en la 17ª edición del certamen Lagarto Rock, sin olvidar su clasificación en el Villa de Bilbao 2004 y su aparición en el Festimal del mismo año, donde compartieron cartel tanto con bandas reconocidas españolas como son el caso de Señor No, Muletrain y Ultracuerpos, como con internacionales como Cheetah Crome ( aka Gene O´connor), quien a finales de los setenta nos dejo el gran himno punk: Sonic reducer, llevado a cabo junto con sus compañeros los Dead Boys. Hasta el momento Beggars House contaba con dos maquetas, Four Guys In The Right Place (2001) y Red (2003), esta última no dejaba de ser un adelanto de lo que iba a ser su primer disco, homónimo, que vio la luz a principios del 2005. Grabado en los Pig Studios de Granada, bajo la batuta de Javi PPM, que dió en el clavo en cuanto al tipo de producción que Beggars House requería, mostrando las capacidades de la banda en todo su esplendor. Pero es en el escenario donde este grupo alcanza sus máximas cotas, pues junto al cañonazo de sus directos, aportan una entrega, una pose y un desenfreno que los hace más apabullantes. De sus correrías ya se han hecho eco algunos fanzines, páginas web especializadas, prensa y radio regional y nacional donde se han vertido verdaderos piropos de los que la banda está más que agradecida, aunque procura no dejarse distraer.