About Me
- Nunca llueve en otoño -
Llevo un martillo clavado en medio de la cabeza
la sangre coagula de a poco,
solo respiro las bofetadas de mi padre
para caer a tierra y recoger mi infancia,
mis dulces palabras,
mi reinventada historia colgando del subconciente...
Llegar al punto en que todo este conglomerado de imágenes
puedan parirme de una vez por todas ante ustedes,
desnudo,
apenas cubierto con la arena de alguna playa antigua,
perdida en el otoño.
Mi liquido amniótico,
la aguja descartable para jugar a héroe
para ocultar todo indicio,
toda grieta donde la luz me pueda hallar...
La infame diversión esta aquà dentro,
afeitare los delicados genitales de mi espejo
lo bañare con mi sudor
saciaré su enfermiza sed con cada lagrima,
le haré el amor compulsivamente
eyacularé dentro de el con recor,
será como sentirme yo mismo
mas frÃo quizás,
estremeciendo mis párpados
en cada autopsia de mi sexualidad
pervertidamente torcido de caricias autistas.
Eddal Onnac Zurck
- El Ciprés -
...el eco de un martillo golpeando me recuerda la espesa niebla pegada al mar, el invierno afuera, todo lo congela y lo destruye, hiere y mata con suma belleza.
La viuda ha dejado de moler el trigo, su cuerpo permanece abierto en los extremos de la ventana, se van ahogando algunas gotas de sudor. Entre las ramas del ciprés el cuervo espera y la nieve es como un extraño espÃritu que posee a la naturaleza, en mente vienen los signos, las cábalas y oscuros grimorios, mientras todo cede al orden necrológico del tiempo. El cristal de la ventana empieza a distorsionarse lejos de toda lucidez, incluso los cadáveres de los animales muertos han guardado sus pútridos olores, sus formas permanecen casi intactas, aprisionados en la estática del hielo.
¿Recuerdan aquella vez cuando las cuerdas del violÃn rompieron con violencia en la presentación de la sinfónica? No hubo sonido de cristales rotos, fue el raro estruendo de algo que no puedo describir y que el solo hecho de recrearlo despierta en mi interior el mas terrible de los temores.
Aquella solitaria viuda de la dulce conmoción paso al desequilibrio total de sus facultades concientes, sus ojos cubiertos de vidrio, su hermosa piel mutilada sobre la nieve, como una blanca sanguijuela absorviendo la sangre de sus entrañas, su piel corroÃda caÃa en retazos con cada mordisco de las fieras hambrientas, el césped dejo de ser pardo para convertirse en hielo, frÃo, duro e inconsciente, cubierto de nieve y melancolÃa, una que otra hiena jugaba y mordisqueaba la cabeza decapitada que rodaba, que se tornaba dura y deforme, luego las aves de rapiña se llevarÃan a lo alto de sus guaridas los pocos restos que quedaron de aquella nostálgica viuda, para abastecerse luego, dentro de aquel inclemente invierno establecido.
Dicen de los cuervos que son aves muy sociables e inteligentes, que pueden aprender a imitar la voz humana, e incluso articular palabras. El cuervo en raudo vuelo dejo al viejo ciprés morir de pie, era poco probable que sobreviviera al terrible frió que arreciaba.
Con el transcurso de los años se crearon diversas hipótesis sobre la desaparición de la viuda del doctor Valdemort, muchos dicen que acabaron sus dÃas de alucinación en el oscuro vientre de alguno de los tantos pantanos que rodean el lugar, la gran incógnita para muchos es detallar el como inexplicablemente encontraron su ventana desmembrada del marco, cubierta con una densa capa de escarcha de hielo y nieve, al lado de un ciprés donde pendÃa un viejo relicario de bolsillo, con la inscripción: Dr. Valdemort in memoriam.
Cuentan los antiguos pobladores de aquella región, que una hora después de culminar la tarde, en la zona donde crecen los cipreses, se oye la voz entrecortada de una mujer, acompañado siempre con el graznar de algún cuervo.
Prendà la estufa, deje que mi abuela terminara sus sueños de opio, guardando luto, contemplando la leña arder y crujir con el fuego.
Un cuervo siempre la espiaba desde lo alto de aquel viejo ciprés.
Eddal Onnac Zurck