Mi nombre completo es Jorge José Jesse Gonzales. Nacà en Pergamino Pcia. De Bs As, pero ello fue por cuestiones de atención del parto. La casa paterna estaba en Gral. Gelly, sur de Sta. Fe, un pueblito de chacareros como mis padres José y Zara y como mis abuelos Mateo y Carmen (paternos) Manuel y Bibiana (maternos), abuelos españoles (todos). Menos Manuel que era gallego, los demás eran catalanes.
En esa mezcla de duro paisaje agrario, de idioma catalán entreverado con castellano, sin más referencia musical que el silbo de mi padre, los pasodobles de mi abuela Bibiana y las historias de un tÃo también llamado Jorge, que decÃan habÃa tocado maravillosamente el bandoneón, resultaba difÃcil entender que era la música y mucho menos la poesÃa.
A los ocho años comencé a estudiar bandoneón, habÃa que ir hasta El Socorro( Pcia. Bs As), distante dos leguas (diez km), cruzando campos, el arroyo del medio y por polvorientos caminos de chacra. Ãbamos mi padre y yo en sulky, y al llegar de vuelta a casa traÃa las lecciones del maestro Peliccione, como jeroglÃfico, que al descifrarlo en el fueye, comenzaban a “sonar†a gloria, mucho más si lo comparaba con los champurreos que de oÃdo, tocaba mi viejo.
En los 60 la música folclórica inundo el paÃs. Voces de todos los acentos y acerbos nativos se escuchaban por doquier, la zamba, la chacarera, el bailecito y otros ritmos, como la milonga pampeana y aun el chamame, fueron mi primer gran amor. Contaban de otros paisajes, otras gentes, otro mundo!
Gente de esos lugares venia a la “juntada†de maÃz y los domingos daba rienda suelta a su arte provinciano, llenando el aire de melodÃas desconocidas lejanas y mucho más emocionantes (para mÃ) que los tangos y pasodobles.
Y allà me atrapo la guitarra, ella era el camino ideal para llegar a lo desconocido, ella me daba la oportunidad de hacer sonar notas y acordes como yo querÃa y a ella me entregue, de manos, de corazón y para toda la vida.
Desde el primer dÃa mi referente fue A. Yupanqui. Él era el que resumÃa todo lo que yo querÃa ser, pero el ámbito lugareño me arrastro por otros caminos. Tocaba guitarra eléctrica en una orquesta bailable, tres años después en un grupo de música “popâ€, llamado: “The Play Boysâ€, de gran éxito regional. Y atrás quedaron las canciones de Don Ata, sus pizzicatos y sus poesÃas.
Pero la vida tiene sus trampas, mi padre falleció un dÃa de repente y adiós a la música, a trabajar la chacra, a seguir el rumbo chacarero, ignoto e incomprendido, injusto y asesino de cualquier inclinación artÃstica. Pero no pude adaptarme al sacrificio fÃsico y mental del hombre de campo. Y asi me fue, mal, por supuesto. Caer económicamente, perder nivel de vida, expectativas, proyectos de futuro... no es sencillo. A los cuarenta años, mi único y valioso capital, eran la familia; esposa, hijos y la guitarra. Hondo jagüel de saudades, como decÃa Yupanqui, y con ellos encontré la poesÃa y el canto nativo definitivamente. Festivales de competencia con premio en dinero, me dieron alegrÃa y experiencia, Cañada Rica, Sta. Teresa, Peyrano, Villa Constitución, Paso del Salado, Diamante, 9 de Julio, Colon y Preecosquin, fueron etapas inolvidables de triunfos y esperanza, encontré estilo e inspiración.
Llegaron mas hijos (seis en total) y la felicidad asomaba… pero…
"Ay los que vamos cantando
Por el amor a la tierra, cada verso pregonando, si a la paz y no a la guerra.
Siempre hay algo nos cierra
Las puertas de la esperanza
Y florecen alabanzas
A lo que viene de afuera
Y esa es una cruel manera
De vaciar cerebro y panza".
El gran paso a la consideración popular no he podido darlo, fallas propias y del sistema no lo han permitido, hoy mis guitarras casi que duermen y solo despierto el vicio en un programa radial que conduzco en Fm Sol de Peyrano,â€Conciencia Popularâ€, donde vivo, y donde eso sÃ, trato de dejar un mensaje de exaltación para con nuestra música popular y nativa.
Como tantos otros tengo canciones propias, valiosas para mÃ, pero que no tienen otro destino que envejecer, como yo, hasta desaparecer y esperar simplemente que el tiempo las transforme en un canto de nadie.
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