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OMDAYA: MODA COM –PASION
Los diseños OMDAYA son un universo en si mismo, un microcosmos que particulariza y distingue – inequÃvocamente - a quien los use. Varios atributos resaltan a la vista en este tipo de confecciones artesanales- no industriales-los cuales hacen de cada prenda una exclusividad irrepetible. PodrÃa señalar como principio básico o meta suprema en la lÃnea OMDAYA el factor comodidad. Su máxima preocupación funcional reside en que sus prendas establezcan una relación amable con el usuario.
Lo segundo que nos arropa es el eclecticismo estético con que Dayamà reflexiona el color y lo figurativo, que, en las más de las veces, apela a las técnicas del pastiche y del collage en sus diseños. Asalta nuestros ojos la alegrÃa de sus telas, el fauvismo a la hora de escoger el color, la intensidad en la exposición de los prints, más la osadÃa y el desafÃo a la normatividad publica que hay en sus ideas. OMDAYA hace de cada persona que exponga sus ropas un portador de buenas señales, de vibraciones positivas, de significados sutiles. Sus clientes se convierten en emblemas citadinos de euforias cromáticas- funkys y elegantes a la vez- que enaltecen la concepción que tenemos acerca de nosotros mismo. Su ropa nos hace preguntas cuando la usamos e increpa a quien las percibe desde afuera, casi siempre invitando a mover el punto de vista y de encaje que tenemos acerca de las cosas. Hay metafÃsica en sus propuestas formales, hay una sustancia de base que es exhumada a la superficie por medio del diseño sobre la tela. Por suerte todo esta urdido desde un perfecto matrimonio que sabe establecer Dayamà entre la sensualidad y la razón. Porque OMDAYA ostenta ese atributo sensualizador, esa otra forma de saber intuitivo como proyección de su personalidad. Ella y su trabajo evidencian la orfebrerÃa de la miel. Ella y su obra son metáforas recÃprocas. Pocos artistas logran prescindir del pasaporte. Ella puede darse el lujo de botarlo. Su ropa es su mejor credencial, su ID fáctico.
Cubana exquisita, mujer antillana por origen y universal por destino, criolla a fin de cuentas enaltecidas por una mulaterÃa que la distingue y contextualiza, tiene Dayamà en sus manos la capacidad de traducir la exhuberancia de lo insular fundador y de recombinarlo con las tendencias de modas, casi siempre de referencias costeras, que le inspira Miami, su actual lugar de residencia. Art Deco, Pop, Funky, sicodelia, tropicalismo, minimalismo, óptico art, en fin variopintas estéticas matizan su trabajo porque para ella el vestuario es como un lienzo asumido con menos solemnidad.
Sea ella quizás una sicologista del telar, una emancipadora del cuerpo, una diseñadora de nueva visión que traduce la vida desde la subjetividad individual. Por eso sus piezas son únicas y no las repite. Su ropa propone que cada quien se muestre libre, suave y desenfadado, y hasta le saca a las personas ese otro yo nunca notorio o reprimido por los convencionalismo moralizantes. Según su perspectiva, los sitios de la vida real son escenarios necesitados de sutiles vedettes, y para ellos se guarda la estocada de la seducción y la presuntuosidad comedida. Nadie, ni siquiera un ciego, pasarÃa desapercibido frente a sus ropas. Trasmite OMDAYA autoestima y seguridad en quien la exhibe; destila caribe a los cuatro vientos y una moderna compasión, de dulzura inquietante, hacia la naturaleza humana y hacia su inserción en disÃmiles ambientes, ya sea playa, ciudad, dÃa o noche...
Tienen sus diseños la intención de sugerir ese tipo de feminidad que postula el arquetipo de una mujer nueva, más centrada, autosuficiente y acompañada por si misma, consciente de su fisicalidad magnética pero confiada y complacida de ser el amuleto con que el hombre proyecta sus deseos y la dote residual, casi extinta, de su buen gusto.
Si eres mujer y tienes la osadÃa de usar OMDAYA, prepárate para ser el ojo del huracán, el blanco de la chispa, la zalamerÃa, el coqueteo y la celebración. Prepárate para ser el imán del salón, la discoteca , la calle, el trabajo o la fiesta y asume que vas a exaltar tus mejores atributos como mujer. Si eres hombre y te vistes con OMDAYA, será mejor que cumplas con aquella divisa de ser “bien macho†más allá de los perfiles visuales estereotipados y que te entrenes en esa nueva hombrÃa tÃpica de la era de acuario en que, gracias a la heterodoxia del nuevo orden moral, la masculinidad ya no se define por el salvajismo falocrático de tus actos sino por la inteligencia y la sensibilidad con que te sintonices y conectes con el lado mas frágil, sublime y exquisito de la mujer. Bienvenida sea OMDAYA como terapia para matizar un mundo sujeto a profundos cambios y ebulliciones y a asumirlo con swing y compasión desde la elaboración de un producto de primera necesidad, como sus vestuarios, los cuales lejos de encubrir al sujeto lo desnudan y exponen con libertad e inmoderada alegrÃa.
OMDAYA is a universe in and of itself; the designs are microcosms that make those who wear them stand out in the midst of their surroundings. While every design is an exclusive and unique work of art, they all have one main characteristic in common: comfort. People who wear OMDAYA develop loving relationships with their pieces.
Another appealing aspect of this line of clothing is the way Dayamà uses color and applies collage and pastiche techniques to her designs. The materials are eye-catching, the colors vibrant, the prints intense, and her daring ideas defy the norms of the mainstream.
Each individual that wears OMDAYA becomes a bearer of good vibes. Her clients are urban icons of funky yet elegant designs that have the capability of enhancing our self-concept. Her clothes make us feel different about ourselves and intrigue those who see us wear them, thereby inviting us to modify some of our points of view.
Dayami transmits her intuition and personality onto her designs and materials. She establishes the perfect combination of sensuality and practicality; her clothes are a reflection of her identity. Although born and raised in Cuba, Dayami is really a citizen of the universe. She translates her life experiences into fashion and is greatly inspired by her surroundings in Miami, where she currently lives. Her collections touch on many styles, such as Art Deco, Pop, Funky, psychedelic, tropical, simplicity, and Op Art. She works with fabrics as if they were empty canvases. This is why each piece she manufactures is one-of-a-kind.
People who wear OMDAYA appear free and self-assured, because the pieces bring out a different side of their personalities that might have previously been hidden or repressed. No one who wears them passes unnoticed; the clothes boost the self-esteem and confidence of those who wear them. They are versatile and adaptable for any place or setting, from beach to big city, daytime or nighttime. Women who dare to wear OMDAYA must be prepared to be complemented, flattered, and flirted with, not to mention that they will become the center of attention at the beauty salon, in the club, on the street, at work and parties. Men who wear OMDAYA model more than just fashion. They represent the modern male, one whose masculinity is defined differently than what has typically fit the male stereotype thus far. It is defined by the intellect and sensibility that is so necessary in making a connection with a woman.
OMDAYA colors this modern world that is constantly going through major changes, by creating a product that although considered a necessity, it offers those who wear it freedom and incredible happiness.
Por: Ernesto Fundora