About Me
Cuando Manolo Barrios y Toto Leverone decidieron poner fin a la trayectoria de su banda primigenia, "Los Inocentes", no imaginaron que su siguiente proyecto se convertirÃa, con el paso de los años, en uno de los fenómenos más importantes del rock peruano de los noventa denominado: Mar de Copas.
Los treintacinco mil discos (quizás muchos más) que han vendido hasta la fecha (en un mercado donde se considera disco de oro al que ha alcanzado las cinco mil copias) son la prueba fehaciente del éxito obtenido por este sexteto que, con cinco discos de sólida factura en su haber y una actitud de independencia (confundida, a veces, con soberbia) respecto de los medios masivos, ha conseguido abrirse paso en la árida y traicionera geografÃa del rock nacional en base a un único pero poderoso argumento: Sus canciones.
CorrÃa el año 1992 cuando Barrios y Leverone empezaron a elaborar el material que conformarÃa el epónimo álbum debut de Mar de Copas. Eran tiempos duros en los que a los grupos de rock nativos no se les regalaba absolutamente nada.
Fue en ese contexto cuando los susodichos optaron por jugarse el todo por el todo embarcándose en una aventura musical sin ruta ni puerto conocidos pero con la insólita convicción de que se trataba de una apuesta que bien valÃa el sacrificio. Y, a la luz de lo que ocurrió después, no se equivocaron ya que las cinco producciones del grupo (Mar de Copas en 1993, Entre los árboles en 1994, III en 1997, Suna en 1999 y Si algo asà como el amor está en el aire en 2004), ademas un par de discos grandes éxitos, un disco en vivo y un disco single/multimedia se transformarÃan, gracias a temas como "Mujer noche", "Fugitivo", "Prisión", "Dulce y veloz", "Entre los árboles", "Prendà otro fuego por ella", "Tras esa puerta", "PaÃs de tus sueños", "LB", "Al pasar de las horas", "A Dios", "CPAM / A tu lado", "Enloqueciendo", "Suna", "La máquina del tiempo", "Adiós amor", "Ramera", "Si algo asà como el amore está en el aire" y "Balada de un encuentro fugaz" entre otros, en verdaderos clásicos para una numerosa legión de incondicionales que ha elevado a Mar de Copas a la categorÃa de grupo DE CULTO.
Y es que Mar de Copas no ha sido nunca, para bien o para mal, un grupo masivo. En parte porque siempre se ha resistido a caer en las redes del "todo vale promocional" (razón por la cual ha tenido muy poca exposición televisiva), en parte porque su música, pese a tener un radiante sentido de la melodÃa, nunca ha recibido una difusión masiva y finalmente porque sus canciones no despiertan sentimientos festivos ni apelan al humor, la denuncia sociopolÃtica o a los guiños callejeros para comunicar con el público.
A diferencia de la mayorÃa de bandas de rock de nuestro medio que apuestan por una comunicación instantánea, Mar de Copas ha desarrollado una identificación netamente emocional con sus oyentes, quienes se ven reflejados en esas tonadas melancólicas como un domingo soleado de resaca y en esos frágiles mundos interiores, de soledades compartidas, de amores perdidos o nunca encontrados, de confusión e incertidumbre de los que hablan sus canciones.
Es cierto que el sonido de Mar de Copas tiene un rango limitado dentro del cual se mueve con soltura y seguridad explorando la diversidad de matices que ofrece el pop guitarrero y romántico que constituye su marca registrada. No se trata, pues, de un grupo que se aventure en territorios ignotos, que experimente con estructuras que le son ajenas o que someta su sonido a transformaciones drásticas. Sea porque no les nace hacerlo, sea porque consideran, erróneamente o no, que tal cosa podrÃa quitarle "feeling" a sus creaciones, sea por su vocación pop que los lleva a asimilar elementos nuevos sólo cuando son compatibles con el tipo de canciones "bonitas y conmovedoras" que, como ha dicho Manolo Barrios en reiteradas oportunidades, constituyen el propósito fundamental del grupo. Esa es la razón por la cual, en los discos de Mar de Copas, las innovaciones no saltan a la vista. Y ese es el motivo por el cual sus canciones pueden parecer similares: porque lo que producen procede de una muy definida matriz estética.