About Me
Nacido en Toronto en 1943, el pequeño David se nutrió tempranamente de sus dos pasiones, la ciencia y la literatura, incorporando de inmediato el mote de lector voraz. AsÃ, dividió sus horas entre lecturas de Nabokov, Henry Miller, William Burroughs y el estudio de las mariposas. En cuanto a su formación académica, David acudió durante años a un colegio judÃo -aunque sus padres siempre mantuvieron una postura laica-, lo cual le trajo aparejado el aislamiento y la sensación de ser un "outsider", igual que los personajes de sus pelÃculas. Otro rasgo de su infancia reside en la extraña enfermedad degenerativa que contrajo su padre y que Cronenberg observó impotente. Ambos aspectos son identificables en sus films más famosos, donde sus personajes sufren un proceso de autodestrucción tanto fÃsica (La Mosca) como mental (M.Butterfly).
Su primitivo aprendizaje cinematográfico se inició con la lectura del American Cinematographer, y fue puesto en práctica en sus primeros cortos en 16mm, dentro de los que se conocen Transfer (1966), un sketch surrealista de siete minutos donde un psiquiatra es perseguido por un paciente obsesivo, y From the drain (1967), una loca historia que sucede en un futuro lejano y se centra en una discusión entre dos hombres sobre los cambios sufridos por la naturaleza, y que culmina con la irrupción de una planta que mata a uno de ellos.
En la disputa de pasiones de su infancia finalmente triunfaron las letras, y asà en 1967 David se graduó en la Universidad de Toronto, pero no se inclinó a escribir ficción, sino que tomó contacto con el cine. Por ello, junto a otros directores canadienses, entre ellos Ivan Reitman, fundó una asociación para el fomento del cine experimental, la "Toronto Film Coop".
En 1969 consiguió mil quinientos dólares para filmar un mediometraje underground en blanco y negro en 35mm llamado Stereo, donde comenzaron a abrirse paso sus ideas descabelladas, sus planos truculentos y los temas que lo persiguieron durante toda su carrera: el sexo, las enfermedades, el poder de la mente y las ciencias. El film es una historia futurista acerca de un supuesto Centro Canadiense de Estudios Eróticos, que practica operaciones cerebrales en siete de sus pacientes con el objeto de ampliar sus poderes telepáticos. El mismo se rodó con una tosca cámara que emitÃa ruido, haciendo imposible el registro del sonido en directo. Debido a este inconveniente técnico, el realizador tomarÃa muchos recaudos en sus futuros trabajos en la creación de elaboradas bandas sonoras, hecho que caracterizarÃa toda su trayectoria cinematográfica.
El estilo de su primer trabajo under continuó desarrollándose en su segundo metraje, para el cual contó con un presupuesto mucho mayor que le otorgó un ente estatal, en el marco de un programa de fomento del arte canadiense. El Organismo no tenÃa conocimiento absoluto sobre el proyecto de Cronenberg, y de esa forma no presentó reparos en la entrega del dinero para el rodaje de CrÃmenes del futuro (1970). La acción se desarrollaba en un futuro en el que la mayorÃa de las mujeres eran exterminadas por el uso de cosméticos letales, creados por un dermatólogo demente, y donde una secta de paidófilos raptaba a una nena con fines oscuros.
En la misma lÃnea que Stereo, este film está netamente influenciado por el New American Cinema, movimiento que se planteó desde sus orÃgenes como una respuesta contracultural ante el cine de Hollywood. Pese a sus escasas bocas de exhibición, los dos trabajos constituyen los basamentos de su particular mirada sobre el mundo, con un peculiar escepticismo acerca del futuro, donde se transparentan sus obsesiones con la naturaleza como ese fenómeno maravilloso e insondable, y el sexo como sinónimo de enfermedad.
A comienzos de los 70, en un intento por experimentar en otros medios de expresión, el realizador se abocó al documental para televisión con breves entregas y dedicó sus momentos de ocio a la escultura. Entre sus obras escultóricas se destaca una en aluminio que tituló Instrumentos quirúrgicos para la operación de mutantes.
Luego de transitar por estos dos ámbitos Cronenberg necesitaba volver a filmar, pero ya no le alcanzaba con mostrar sus ideas a un cÃrculo reducido de espectadores. Entonces, buscó el apoyo de una productora para poder expandirse. Cargado con las latas ingresó a Cinepix, una de las principales compañÃas sexploitation de ese tiempo dedicada exclusivamente al erotismo y al softcore en pelÃculas de bajo presupuesto. Las ideas bizarras del canadiense inmediatamente encontraron la aprobación de los dueños de Cinepix, quienes además se sorprendieron por los escasos presupuestos con que Cronenberg demostró poder filmar.
Con el apoyo de Cinepix, y tras aceptar la propuesta de realizar un film que comenzó llamándose OrgÃa de los parásitos sangrientos, nació su tercer largometraje, cuyo tÃtulo final fue Shivers (1975). El film escandalizó tanto a la crÃtica como al público, y fue un éxito económico sin precedentes con una recaudación que superó los cinco millones de dólares para una producción de 180.000 dólares. Pero más allá del aspecto financiero, la pelÃcula significó un cambio rotundo para el cine de terror por su desenfreno y truculencia. Shivers se centra en los desastres provocados por unos parásitos de efectos libidinosos y aspecto fálico -producto de la mente perversa de un cientÃfico loco-, los cuales van infectando a todos los ocupantes de un lujoso rascacielos a través del contacto sexual con una joven adolescente. El film termina siendo un festÃn de sangre, fluidos y truculentas muertes llevadas a cabo por los irracionales infectados que cometen todo tipo de atrocidades.
Si bien el proyecto contaba con actores canadienses ignotos, se destaca la presencia de Bárbara Steele, quien una vez infectada comienza a ver a sus amigas con otros ojos. No serÃa justo pensar que el éxito de Shivers es sólo mérito de su realizador, ya que el aporte del maquillador Joe Blasco, que dio vida a los parásitos, fue esencial para lograrlo. Aunque no se estrenó comercialmente en Argentina, luego fue editada en video bajo el absurdo tÃtulo de EscalofrÃos.
Satisfechos con los logros obtenidos, los ejecutivos de Cinepix no dudaron ni un segundo en financiarle a David su siguiente proyecto, Fobia (1976). Pese a que desde un principio Crononberg querÃa darle el protagónico a una -hasta el momento- desconocida actriz llamada Sissy Spacek (luego serÃa convocada por Brian De Palma para Carrie), debió ceder ante las presiones de los productores, quienes exigÃan el papel para una actriz proveniente del cine porno llamada Marilyn Chambers. Conocida como la estrella del film porno Detrás de la puerta verde (1972), Chambers imprimió toda su carnalidad y salvajismo a su personaje.
Todo comienza con un brutal accidente sufrido por una mujer, a quien someten a una cirugÃa plástica experimental que logra salvarle la vida pero afecta el normal funcionamiento de sus intestinos, que sólo pueden digerir sangre. Además, en una de sus axilas comienza a crecer un aguijón de aspecto fálico con el que contagia un nuevo tipo de rabia, aniquilando a la población de Montreal. En un registro similar a su anterior pelÃcula, es decir, mucha sangre y sexo sugerido, Fobia recaudó siete millones de dólares con un costo final de 100.000 y consagró a David Cronenberg como uno de los directores de cine independiente más importantes de Norteamérica, porque consiguió llegar a un gran público sin tener que renunciar a sus temas y estilo morboso.
Un análisis detallado del film nos permite rastrear algunos temas recurrentes en la filmografÃa de Cronenberg:
- Operaciones quirúrgicas en tiempo real.
- Aparecen varios accidentes automovilÃsticos subrayando su obsesión por los autos (Crash).
- La metamorfosis que sufre la protagonista (aspecto misógino) luego la lleva a una degeneración fÃsica y mental progresiva (tanto la de Jeff Goldblum en La Mosca o James Woods en Videodrome, como la mental de Jeremy Irons en M.Butterfly).
-Final trágico.
Debido al furor en materia de producción cinematográfica sucedido a fines de los 70 en Canadá, cuando el gobierno incluyó al cine dentro de las actividades deducibles de impuestos, una enorme masa de aficionados se volcó al negocio. De esta manera, inmediatamente se cruzó en el camino del incipiente realizador un film por encargo: Fast Company (1979).
El proyecto interesó a Cronenberg desde un primer momento, pues se trataba de un tema por el cual sentÃa especial admiración: la carrera de automóviles. El resultado final fue malo. Sin embargo, el canadiense jamás renegó de haber sido responsable de esta insustancial cinta, a pesar del excelente trabajo de fotografÃa en manos de Mark Irwin, con quien volverÃa a trabajar en sus posteriores proyectos.
Luego del fallido, Cronenberg retomó su veta bizarra con su tercer obra importante, la revulsiva The Brood (1979), conocida en Argentina con el sugestivo tÃtulo de Cromosoma 5 (también editada en video). Esta vez con un presupuesto mucho mayor, de casi medio millón de dólares, y dos actores de renombre, Oliver Reed y Samantha Edgard, The brood es -de acuerdo a declaraciones del propio Cronenberg- una respuesta irónica frente al film Kramer vs Kramer, donde Dustin Hoffman interpretaba a un padre desesperado.
Reeds es un psiquiatra que inventa una cura para sus pacientes con desórdenes mentales a través de manifestaciones psÃquicas. Su paciente favorita, encarnada por Edgard, manifiesta su neurosis dando a luz unos humanoides bebés, que atacan a todos los miembros de su familia.
Sin el aporte de Mark Irwin, Cronenberg no hubiera podido plasmar en pantalla sus retorcidos conceptos e ideas, logrando consolidar no sólo su prestigio como realizador sino como creador de una estética personal que irÃa puliendo en el transcurso de sus films.
Puede considerarse que con este trabajo, el cineasta logró formar un equipo de trabajo funcional a sus intereses; Carol Spier como directora artÃstica, Mark Irwin como director de fotografÃa y Brian Day como sonidista. Quizás esta es una de las claves de su inconfundible marca registrada. En The Brood, el Dream Team contó con la colaboración del compositor Howard Shore, responsable de una inspirada banda sonora con pasajes trágicos notables. La pelÃcula tuvo una buena acogida, y consiguió su distribución en USA, aunque en el circuito de autocines de la AIP, dirigida por Roger Corman.
Pero el ascenso artÃstico de Cronenberg tocó su punto máximo con el estreno de Scanners en 1980. Llamativamente sin referencias genitales, la historia se embarca en la vida de unos telépatas creados artificialmente, que se trenzan en una feroz lucha usando sus poderes paranormales. Scanners entrega un carnaval de truculencia y un trabajo de cámara en un conjunto de escenas de acción, que resultan un fiel reflejo de las habilidades de Cronenberg como director. Enmarcado con los años como un film de culto, Scanners es otra muestra de las obsesiones de David, a quien puede asociárselo a uno de los personajes de su historia: aquel escultor que vive dentro de su escultura gigante con forma de cabeza y que usa su arte como terapia. Tampoco puede dejar de recordarse el duelo final entre Michael Ironside (icono del cine clase B de los 80) y Stephen Lack, con la cabeza que estalla en pedazos y que les trajo más de un inconveniente a Cronenberg y a su gente para lograr un efecto de gran realismo.
Con un primer lugar en el box office de la revista Variety, algo no muy común para un film canadiense con un bajo presupuesto, el cineasta se transformó en el gran director del momento. AsÃ, le ofrecieron proyectos de toda clase, como una versión moderna de Frankenstein, proyecto que rechazó igual que tantos otros, por tratarse de films comerciales que le implicaban claudicar su libertad creativa y su cine, por otro ligado a los grandes estudios.
Su apuesta más fuerte se concretó con Videodrome (1982), quizás su mejor obra. La mirada de Cronenberg sobre la incursión de un nuevo medio de expresión como el video encontró la excusa ideal en este film. David se interesó en una idea inspirada en algunos comentarios de los censores, quienes afirmaban que las imágenes con sexo y violencia alteraban la mente humana. Se preguntó si esta premisa podÃa tener sustento y comenzó a imaginar la historia del dueño de un canal de cable exploitation, que fortuitamente captaba una señal clandestina que transmitÃa programas de sexo sadomasoquista con un alto grado de realismo (adelantándose a lo que luego se conocerÃa como cine snuff, cuya particularidad es el realismo de sus escenas de muertes, violaciones y vejaciones de todo tipo). Esas imágenes comienzan a liberar todo tipo de fantasÃas y alucinaciones en los televidentes y generan metamorfosis en el cuerpo, tal como le sucede al protagonista James Woods, a quien le crece un agujero similar a una vagina en el pecho.
En Videodrome aparece el universo Cronenberg en su máxima expresión, en ese juego permanente de provocación, y por ese motivo despertó la ira de grupos polÃticos y organizaciones feministas que la boicotearon y realizaron manifestaciones para que no se exhibiese. No obstante, Videodrome serÃa considerada años después de su estreno como "La Naranja Mecánica de los 80" (en Argentina se editó directamente en video con el tÃtulo de Cuerpos Invadidos, sin los brutales cortes que tiene su versión para TV).
El film fue un fracaso en público y taquilla, y esto hizo que David tuviera que buscar apoyo dentro de la industria norteamericana. De este modo fue como Cronenberg aceptó adaptar la novela de horror de Stephen King La zona muerta (1983).
En esta pelÃcula, Christopher Walken es un hombre que al salir de un estado de coma comienza a ver el futuro. Con un reparto integrado además por Martin Sheen y Tom Skerrit, y tras rechazar el guión propuesto por el propio King, el canadiense salió airoso haciendo gala de su eficacia narrativa y visual en una de las mejores adaptaciones de las novelas del maestro de terror. El film pasó sin pena ni gloria por los cines de Estados Unidos y fue mejor recibido en Europa. No obstante, si bien se trata del proyecto menos personal de Cronenberg, su relativa aceptación por el gran público lo ubicó en una lista de directores buscados por los Estudios, ofreciéndole guiones como Top Gun y Flashdance.
Quien tentó a Cronenberg con un proyecto ambicioso fue el productor Dino De Laurentis. Se trataba nada menos que de El vengador del futuro, film que terminó dirigiendo Paul Verhoeven en 1990 y que no contó con la presencia de David por desacuerdos con el guionista.
Al abandonar el proyecto de De Laurentis y sin nada en carpeta, aceptó filmar un encargo de Mel Brooks, que consistÃa en un remake del clásico del fantástico La mosca de cabeza blanca (1958). Aquà narra la historia de un cientÃfico que busca inventar un sistema de teleportación, y que termina experimentando un cáncer que lo transforma en insecto. El film cuenta con la participación de Jeff Goldblum como el cientÃfico, y de Geena Davis como su novia compungida.
La pelÃcula resultó un rotundo éxito de crÃtica y taquilla, hecho que le brindó al realizador la libertad económica suficiente como para dar un giro en su siguiente obra, Pacto de amor (1988).
El director ya llevaba un tiempo con el proyecto: la historia real de la muerte de dos prestigiosos ginecólogos gemelos, a quienes interpretarÃa Jeremy Irons. El film, con el triángulo amoroso enfermizo en donde se luce Irons, logra un equilibrio entre las perversiones y todo un estilo de drama psicológico. La pelÃcula logró posicionar a Cronenberg entre los directores más personales del panorama internacional.
A finales de los 80, David adaptó al cine El almuerzo desnudo (1991), una de las obras más importantes de William S. Burrough, a quien le debe innumerables horas de desvelos desde temprana edad. Mientras redactaba el guión, intervino como actor en algunos films y realizó también algunos spots televisivos. La historia narra como William Lee, alter ego de Burroughs, descubre su talento como escritor tras la muerte accidental de su esposa; pero su adicción a las drogas le adentra en una ciudad onÃrica llamada Interzone, donde recibe órdenes de una cucaracha. Sin duda, este es su trabajo más difÃcil de digerir, dada la cantidad de incoherencias que se ven en pantalla producto de las alucinaciones del personaje interpretado por Peter Weller.
Luego de este percance, el director buscó un proyecto más convencional y cometió el error de adaptar una obra de teatro inspirada en hechos reales: M Butterfly (1993). Con un presupuesto alto, logró rodar esta historia de amor al mejor estilo de El Juego de las Lágrimas, en locaciones naturales de China y ParÃs. La pelÃcula no recaudó en las taquillas todo lo esperado pero resultó valorada por la crÃtica. Finalmente, tres años después Cronenberg presentó en el festival de Cannes Crash (1996). Adaptado de una novela, la temática del film radica en cómo la tecnologÃa, representada por los automóviles, incide en la conducta sexual de los hombres.
Tras dos años en que el director se dedicó a trabajos de producción, y después de desestimar proyectos como Titanic o American Pshyco, Cronenberg abordó eXistenZ (1998), basada en un guión original. El hecho de abordar el tema de la realidad virtual en la pelÃcula puede interpretarse como un intento de aprovechar el surgimiento de The Matrix o DÃas extraños. Pero teniendo en cuenta su filmografÃa, descubrimos que es una actualización de Videodrome, y donde en los 80 esa tecnologÃa era el video, ahora es la realidad virtual. Sin duda eXistenZ, que no llegó a estrenarse comercialmente en cines puede considerarse una pelÃcula que sintetiza toda su obra. Aquà aparecen desplegadas sus obsesiones, su estilo morboso y su particular mirada hacia el futuro.
En sÃntesis, el cine de David Cronenberg se transforma y autogenera constantemente. Padece la misma suerte que sus más oscuros personajes: una pausada metamorfosis, tan perturbadora como una mosca que revolotea en un almuerzo desnudo, pero tan inquietante al mismo tiempo, como los insospechados recovecos de una mente brillante.
Pablo E. Arahuete