Heroes:
Retratos de Macondo
Macondo
Desde los tiempos de la fundación, José Arcadio construyó trampas y jaulas. En poco tiempo llena de turpiales, canarios, azulejos y petirrojos no sólo la propia casa sino todas las de la aldea. El concierto de tantos pájaros distintos llegó a ser aturdidor. Los gitanos confesaron que se habÃan orientado por el canto de los pájaros.
El inicio de la obra es de canto de pájaros, luego en el compás 18 se une la idea del rÃo. Lo que acompaña al rÃo son también pájaros pero el material hace un juego de espejos como uno de los sueños en que José Arcadio soñó a Macondo.
José Arcadio I
"Era el hombre mas emprendedor que se verÃa jamas en la aldea. "
Compás 98… "Cuando despertaron, ya con el sol alto, se quedaron pasmados de fascinación. Frente a ellos, rodeados de helechos y palmeras, blanco y polvoriento en la silenciosa luz de la mañana, estaba un enorme galeón español."
Ursula
Ella llevaba a los niños a rezar. La laboriosidad de Ursula andaba a la par con la de su marido. Activa, menuda, severa, aquella mujer de nervios inquebrantables, a quien en ningún momento de su vida se le oyó cantar.
habÃa llegado a una edad en la cual tenia derecho a descansar, pero era, sin embargo cada vez mas activa.
MelquÃades
Aquel ser prodigioso que decÃa poseer las claves de Nostradamus, era un hombre lúgubre, envuelto en un aura triste, con una mirada asiática que parecÃa conocer el otro lado de las cosas. Usaba un sombrero grande y negro, como las alas extendidas de un cuervo, y un chaleco de terciopelo patinado por el verdÃn de los siglos.
Remedios la Bella
Ursula se estremecÃa ante la belleza inquietante de su nieta. En realidad Remedios la Bella no era un ser de este mundo. Hasta muy avanzada la pubertad Santa SofÃa de la piedad tuvo que bañarla y ponerle la ropa. llegó a los veinte años sin aprender a leer ni escribir, paseándose desnuda por la casa. Remedios, la bella, se quedó vagando por el desierto de la soledad, sin cruces a cuestas, madurándose en sus sueños sin pesadillas, en sus baños interminables, en sus comidas sin horarios, en sus hondos y prolongados silencios sin recuerdos. Remedios, la bella, estaba transparentada por una palidez intensa, un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos, en el instante en que Remedios la Bella empezaba a elevarse.
Cantaleta de Fernanda del Carpio
procedÃa de la ciudad de los treinta y dos campanarios.(Introducción de cuatro compases y acompañamiento del piano) Aureliano Segundo no tuvo noción de la cantaleta hasta el dÃa siguiente, después del desayuno, cuando se sintió aturdido por el abejorreo que era entonces más fluido y alto que el rumor de la lluvia y era Fernanda que se paseaba por toda la casa doliéndose de que la hubieran educado como una reina para terminar de sirvienta en una casa de locos, con un marido holgazán, idólatra, libertino, que se acostaba boca arriba a esperar que le llovieran panes del cielo, mientras ella se destroncaba los riñones tratando de mantener a flote un hogar emparapetado con alfileres, donde habÃa tanto que hacer, tanto que soportar y corregir desde que amanecÃa Dios hasta la hora de acostarse, que llegaba a la cama con los ojos llenos de polvo de vidrio y, sin embargo nadie le habÃa dicho nunca buenos dÃas, Fernanda, ni le habÃan preguntado aunque fuera por cortesÃa por qué estaba tan pálida ni por qué despertaba con esas ojeras de violeta a pesar de que ella no esperaba, por supuesto, que aquello saliera del resto de una familia que al fin y al cabo la habÃa tenido siempre como un estorbo, como el trapito de bajar la olla, como un monigote pintado en la pared, y que siempre andaban desbarrando contra ella por los rincones, llamándola santurrona, llamándola farisea, llamándola lagarta y hasta Amaranta, que en paz descanse, habÃa dicho de viva voz que ella era de las que confundÃan el recto con las témporas, bendito sea Dios, que palabras, y ella habÃa aguantado todo con resignación por las intenciones del Santo Padre, pero no habÃa podido aguantar mas cuando el malvado de José Arcadio Segundo dijo que la perdición de la familia habÃa sido abrirle las puertas a una cachaca, imaginase, una cachaca mandona, válgame Dios, una cachaca hija de la mala saliva, de la misma Ãndole de los cachacos que mandó el gobierno, (Esto sigue como por dos páginas más) Esa noche durante la cena el exasperante sonido de la cantaleta habÃa derrotado al rumor de la lluvia, en la tarde Aureliano se sentó en el comedor y hasta allà lo persiguió Fernanda,à provocándolo, atormentándolo, entonces Aureliano Segundo perdió el dominio, embriagado por el torrente incontenible de desahogo rompió el cristal de la vidriera, sistemático, sereno, fue rompiendo la cristalerÃa de Bohemias todo cuanto era rompible desde la sala hasta el granero..(clusters del piano) Luego se lavó las manos.