¡Qué difÃcil es juzgar bien a las personas.! Y sin embargo, dÃa a dÃa, los seres humanos parece que no podemos sustraernos a emitir juicios crÃticos acerca de tal o cual actuación de nuestros semejantes. Y como somos egoÃstas, desconfiados, frÃvolos, cÃnicos y quizá solitarios, a menudo nuestras conclusiones resultan parciales y estrechas, cuando no claramente sesgadas por nuestros gustos y prejuicios. No tiene por qué ser asÃ, pero la experiencia raramente nos demuestra lo contrario. C'est la vie, que dirÃan los franceses. Pues bien, que cualquier ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor, de lo bueno y de lo malo, de la virtud y del pecado, sin importar su condición, su raza o su religión, es la gran verdad que transmite la vida.
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