Im†ra¡

No hay mucho que decir... Amo la música; la naturaleza; amo subir a un árbol, cerrar los ojos, y por un momento imaginar que soy una rama, me gusta volar, dibujar, dormir, leer, pintar, ver buenas películas, tocar el piano... bueno, creo que esto debería ser acerca de mí, no de mis gustos... Aquí va algo sobre mí, algo largo, pero ni modo, no se puede resumir tanto...Me he puesto los lentes oscuros para que no puedan ver que es lo que pasa. Así un espejo refleja cosas que no vemos, que jamás nos atrevemos a observar. Todo cambia. Todo fluye. Me ha mostrado cosas que yo no le pedí ver, yo nunca quise escuchar ese piano, esas campanas. Es como si alguien más viviera aquí dentro. Éste cerebro. Ni siquiera soy capaz de controlar mis pensamientos o mis sentidos. Y todo se acelera y todo sigue. Y las hojas siguen cayendo y yo sigo muriendo. Poco a poco. Es verdad que éste tiempo come vida. Y yo como sueños. ¿Como sé cuando es cierto? ¿Cuándo es real?. Las estrellas han vuelto a llevarme, dejando el hoyo cada vez más profundo. Dejé una marca en la tierra cuando estuve acostada. Un rastro (por si deseas encontrarme) un pedazo de mi mano y una mancha de pintura. No sé de que color. Ahora tampoco puedo ver. Aunque sé que esto a tí no te interesa. Y a mí tampoco. Y tampoco me interesa si te tragas mi sangre o me arrancas los dedos y te comes mis uñas. Este mar es inmenso y el cielo bien eterno. Y yo soy un instante. Es ésta la idea que me hace sentir eterna. Aunque sea por unos segundos. Hasta que todo se vuelva más envolvente y hermoso. Ésta melancolía. Basta con cerrar los ojos y estirar las manos. Todo lo demás viene solo... Es un amor hacia nada que consume y exige algo, necesita de algo. Pero todo mi ser se convierte en agua y se derrama, por todos lados, y salpica y moja y algunas veces mancha profundamente. Se entrega a la luna, a un árbol y a veces a una canción o una palabra (santa poesía), porque no tiene más. Dejemos que salga todo porque no lo quiero escuchar, lo quiero sentir. Mirar a los ojos a una idea que no sale. Y empezar de nuevo. Este ventilador me susurra sueños que yo no comprendo. Y tengo frío. Esta lluvia, ésta música que lleva consigo, que me horroriza y me fascina. Como los rayos iluminan lo que antes era oscuro, negro e invisible. Y de pronto sube de tono y se vuelve más armonioso, más envolvente y me abraza con sus brazos helados. Ésta mirada ahuyenta y no me importa. El agua del lago siempre cambia y me muestra cosas, me dice sus secretos y yo los guardo. Aunque me atormenten. Sólo desde lo alto de un árbol puedo verlos todos. Y los trago sin masticarlos. Los ángeles siguen sin dormir. Yo quiero nadar en el lago y llegar hasta la isla y ahí desaparecer para jugar con tu cabello. Esto consume. También devora y no deja nada. Le tira los huesos al silencio. Y éste me abraza y se burla de mí, y corre y salta y hace burbujas. A veces las palabras salen sobrando y estorban. No se necesita más que un gesto o una canción, una hormiga o una patada. Un abrazo que envuelva y proteja. Un poeta que conmueva y te recuerde que estás vivo. O que estás muerto. Gracias a los que saben y les importa mi existencia. Mi camino. Y los amo a todos y les entrego mis palabras y mis silencios. A veces también me siento sola. Cuando la condenada soledad me deja sola para irse con el gato. Hasta siempre a quienes me lean y se acuerden de mí. Aunque sea por instantes para darme vida. Los siento, vivo y amo. Mientras dure. Ya no hay más que decir porque lo demás le corresponde al silencio. A mí silencio. A éste que solo yo comprendo. Hasta siempre.