(...)
- Lo que yo entiendo por comunicación procede de Cage y de Fluxus: el mensaje importante no es el hecho de comunicar, sino el valor del sonido en sí mismo como músculo del universo.
- ¿La integración de la música en la vida y de la vida en la música?
- Eso es Fluxus puro. Yo creo en la comunicación como músculo, y el músculo es importante por lo que genera: movimiento, relación. Frente al sonido como subproductor, lo que para mí cuenta es sonar. (...) Para mí, la clave no es esa sonrisa burlona que permite desentenderse del mundo, sino un compromiso profundo y contradictorio que consiste en poner las manos en la masa, una masa que para mí se llama sonido, mientras que para Cage se llama no voluntad, o se llama azar o se llama indeterminación. En la comunicación que yo capto y quiero transmitir, lo importante no es el sonido mismo,y con él, el receptor como inevitable improvisador, montador y creador de su propia escucha. En mi caso, y frente a la comunicación vagamente proteica de la generación anterior, el autor mengua hasta niveles mínimos. En realidad, cuando la gente asiste a un concierto mío, no va exactamente a un concierto de Llorenç Barber, sino a escuchar campanas. Para mí, se acabó el autor.
El placer de la escucha. Llorenç Barber y Chema de Fco. 2003. Paidós Comunicación, Barcelona. ISBN 84-493-1473-9. 353 páginas