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Desmejorado

La honestidad no es una virtud, es una obligacion...

About Me

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
- Pablo Neruda
whateverlife.com

My Interests


EMI MUSIC ESPAÑA / Dios (o el diablo) los cría… y ellos se juntan para regalarnos el disco del año. Desde que Enrique Bunbury desvelara la noticia durante el lanzamiento de su antológico “Canciones 1996-2006” (Capitol-Emi, 06), el álbum que ha compuesto, interpretado y grabado junto a Nacho Vegas se ha convertido lisa y llanamente en el acontecimiento musical de 2006. A nadie debería extrañarle: uno, Bunbury, es el artista que más admiran los otros artistas, según una reciente encuesta realizada entre sus compañeros de profesión; y el otro, Vegas, se ha consolidado como el cantautor de sustrato independiente más importante de este país. Expectativas, las hay. Y muchas. Ninguna lo bastante ambiciosa para abarcar al soberbio “El tiempo de las cerezas” (Capitol-Emi, 06), un doble CD en el que las canciones de ambos, articuladas en torno al mismo concepto de producción, se van alternando en una secuencia que podría resucitar, de una vez, a Johny Cash, Nick Drake y Townes Van Zandt. Grabado en los estudios de Paco Loco en El Puerto de Santa María, mezclado en Music Lan (Figueres) y masterizado en Sterling Sound (Nueva York), el primer álbum conjunto de Bunbury & Vegas incorpora a una selecta nómina de colaboradores que incluye a Raül Fernández (Refree), Christina Rosenvinge y Gary Louis (Jayhawks). Escuchar “Días extraños”, “No fue bueno”, “Secretos y mentiras” o “Puta desagradecida” es comprobar que, este año, las cerezas y su tiempo se han adelantado. El próximo 18 de Septiembre podrás saborearlas.

I'd like to meet:

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BUNBURY & VEGAS "El Tiempo de las Cerezas"

El destino, ya lo dijo Shakespeare, baraja las cartas y nosotros las jugamos. Y no cabe duda de que Enrique Bunbury y Nacho Vegas han sabido sostener las suyas. Diez años después de la disolución de Héroes del Silencio, el primero, un aragonés duro en la acepción de Don Luis Buñuel, se ha convertido en el artista favorito de los otros artistas, un paradigma de reinvención constante que, en sus idas y venidas del rock a la electrónica, del Mediterráneo al Caribe, de la tradición a la vanguardia, ha conquistado territorios vírgenes para la expresión en castellano. El segundo, asturiano de pro y miembro fundador de Manta Ray, se ha erigido en el cantautor de sustrato independiente más importante de este país, un storyteller justo y necesario que ha enriquecido con la fluidez narrativa del folk anglosajón un universo personal y del todo intransferible. Uno y otro han ganado la baza de sus propias carreras sin trampas ni faroles, apostando su enorme talento contra la mediocridad general. Y ahora, estrechando una relación que se inició hace casi una década y que se consolidó durante la gira "Freak Show", superan el envite de tahúres y fulleros en un órdago a la mayor con la forma (y el tremendo fondo) de su primer álbum conjunto.

Grabado en los estudios de Paco Loco en El Puerto de Santa María, mezclado en Music Lan (Figueres) y masterizado en Sterling Sound (Nueva York), "El tiempo de las cerezas" es un doble CD fruto de la humildad, de la admiración y, sobre todo, del respeto. De la humildad porque significa la fusión de dos egos en pos del beneficio de un proyecto en las antípodas de ese reality-work que, bajo el apelativo de Bushido, unió a Bunbury con Shuarma (Elefantes), Morti (Skizoo) y Carlos Ann. De la admiración porque provoca el encuentro de dos universos autorales concomitantes pero distintos. Y del respeto porque resulta de un consenso sin imposiciones ni ultimátum extensivo a todos los procesos, del concepto de producción al grafismo. De hecho, Enrique y Nacho se lo han tomado como una puesta en común de las canciones destinadas continuar sus trayectorias individuales: cada cual canta las suyas a excepción de dos versiones reprise y un tema, "Látex", escrito al alimón. Y en compañía de una banda formada por instrumentistas de su confianza y músicos desconocidos para ambos, las han dejado registradas en el que es, por derecho, el acontecimiento del año. Con un título de resonancias cinematográficas -investiguen en las filmografías del iraní Abbas Kiarostami y del catalán Marc Recha-, "El Tiempo de las cerezas" podría estar dedicado a la memoria de Johnny Cash, Townes Van Zandt y Nick Drake. Y no lo está porque, en él, se sienten tan sabios como Bob Dylan, Lou Reed y Merle Haggard, tan vivos como Lee Hazlewood, Kurt Wagner (Lambchop) o Jeff Tweedy (Wilco), tan fuertes como Bill Callahan ((Smog)), Will Oldham y Mark Lanegan. Pero que nadie se llame a engaño: en su ambigua amplitud, el concepto Americana no puede abarcar canciones como "Puta Desagradecida", "Montenegra", "Ahora" o esa impresionante cover del "Bravo" que Bambino popularizó en los setenta. Y es que la personalidad de Enrique y Nacho, rodeados aquí de una selecta nómina de colaboradores que incluye a Raül Fernández (Refree), Christina Rosenvinge y Gary Louris (Jayhawks, Golden Smog), entre otros, no lo permitiría. Y por si la sucesión de "El Viaje a Ninguna Parte" (Capitol-Emi, 04) y "Desaparezca aquí" (Limbo Starr, 05) no fuera suficiente motivo de celebración, este disco viene a dinamitar todos los estereotipos asociados a Vegas ("mejor compositor que intérprete"), a Bunbury (justo lo contrario) y, por supuesto, a un impulso creativo que priva de sentido los términos underground y mainstream. Escucharlo equivale a descubrir los mejores textos de la historia reciente del pop español musicados por dos hombres que, sin ser Robert Redford y Paul Newman ni estar dirigidos por George Roy Hill, han alcanzado su destino.

Music:

Disfruto de las canciones de cuna para adultos atravesadas por los años que llevan en su oscura melodia tatuada la flor del desengaño. (algo asi como lo que estan a punto de ver y escuchar...)

Movies:

Y tu mama tambien, Amar te duele, amores perros, y de comedia en general por ejemplo.

Television:

ID, y deportes por ejemplo.

Books:

Politica de hechos consumados, Divan:conversaciones con Enrique Bunbury, Canciones Contadas, El Alquimista, Doña Barbara, y El cuaderno de petalos de elefante, por ejemplo.

Heroes:

Toda mi familia, en especial mi mama.