About Me
Lo que grabamos últimamente es Occidente. Este disco no se parece a nada de lo que suena ahora. Para comprender cómo llegamos a él, hagamos un breve racconto discográfico. Empezamos a tocar en el 2003, en 2004 grabamos un ep llamado El niño rock, de circulación restringida, y en 2006 un primer “largo†intitulado De la costumbre de vestirse, ya menos restringido que el anterior. Después, en el año 2008, vino, viene Occidente.
Entrando en lo estético, por lo general se nos reconoce como una banda muy prolija. No en el sentido horrible de “ser muy profesionalesâ€, sino, eso preferimos pensar, en virtud de nuestra conciencia compositiva e instrumental. Pretendemos ser precisos, o sea, evitar tocar tonterÃas. Nadie podrá acusar a Bien de multiplicar sonidos inútiles, ni estribillos idiotas, ni arreglos de baterÃa insoportables. Somos gente muy susceptible a las malas bandas, las odiamos dÃa a dÃa, con todo el corazón, y la sola idea de confundirnos con esas lacras nos produce terror.
Nos interesa, digamos, más la precisión que la prolijidad, y no solamente en el sentido negativo, vagamente polémico, aducido antes. Eso serÃa demasiado rencoroso, y a la vez demasiado poco. La precisión técnica se relaciona con un fin más noble: comunicativo, si se quiere bajalÃnea. Ocurre que la ideologÃa rockera nos resulta pasayesca, y las temáticas usualmente tratadas por el género completamente vetustas, cuando no directamente pelotudas. Nos parece que el rock podrÃa empezar a hablar de algo, es decir, dejar de autopalmearse la espalda y ocuparse del mundo en el que está. Por supuesto, no se trata de hacer canciones siguiendo la agenda de Canal 13 (véase Bersuit, Attaque y todos esos mostrencos pretendidamente realistas que confunden la realidad con el discurso de los multimedios periodÃsticos –confusión que también tienen los mismos multimedios). No, nuestro único ascendente argentino en este sentido podrÃan ser los Redondos, sobre todo el disco Oktubre, esa victoria de la inteligencia musical.
Occidente es nuestro segundo disco y trata de poner el rock a funcionar fuera de sus convencionales (e inocuas) manÃas transgresoras, que ya no conmueven a nadie. El programa sesentista de liberación sexual y corporal y familiar, que era el motor ideológico del rock, se ha cumplido o era estúpido: en ambos casos hay que pasar a otra cosa. ¿Y qué es esa otra cosa? La polÃtica real, indudablemente. Occidente es un paso, fallido o logrado pero un paso, en esa dirección.
Sabemos que la insuperable rareza de un proyecto asÃ, en medio de la bostezante escena rockera, corre el riesgo de ser precisamente eso: insuperable; pero no nos importa. Ya muchas bandas se encargan de no decir, famosamente, nada. Ya muchas bandas en ascenso se han comprometido a cumplir su papel en el panteón de la insignificancia celebrada. Nuestra época es lamentable, a no dudarlo; no pretendemos representarla; al contrario, queremos impugnarla, para decirlo suave, e ir en busca de otra cosa. Esperamos que nuestro lector, nuestro oyente, quiera lo mismo.