Cómo te atreves

No duermo de noche y no bebo de día. Odio las anchoas, el atún caliente, la sandía y las canciones de Maná. No le tengo miedo a las abejas ni a la electricidad, aunque me quita el sueño pensar que algún día podrían cortarme una pierna sin mi consentimiento (para salvarme la vida, dirían). Mi color favorito es el azul, aunque en realidad me gusta más el gris. Me irrita que la gente no se acuerde de mi cumpleaños y me fastidia tener que hablar por teléfono. No me importa prestar cosas, pero luego no soy capaz de pedirlas de vuelta. Tengo una tendencia preocupante a tropezarme con todas las esquinas, soy un as tirando cosas accidentalmente y el primer golpe del día siempre me lo doy en la cabeza. Apenas sé nada de geografía y no me molestaría hacer una quema masiva de Trivial Pursuit. Me pone enferma que me roce gente desconocida y notar el asiento del metro caliente cuando me siento. Siempre cuento los dedos de los pies de los demás (eso es culpa de Zipi y Zape, creo). Me encantaría hacer un millón de cosas, pero prefiero dejarlas para otra ocasión. Nunca se me ha dado bien el deporte y me importa un bledo cómo seré con 50 años. Me encantaría vivir en Londres, así que, seguramente, terminaré de nuevo en Tenerife. Pienso que los cambios hay que provocarlos, en vez de esperarlos. Toda mi vida ha sido una serie de proyectos inacabados con los que pienso ponerme el lunes. Sólo reacciono bajo presión y no me asusta el fracaso.