http://lolaescribeundiario.blogspot.com/ Apenas se detuvo el automóvil, Lolita se precipitó literalmente en mis brazos. Sin atreverme a abandonarme, sin atreverme a admitir que ese (dulce humedad y fuego trémulo) era el principio de la vida inefable a la cual hábilmente auxiliado por el destino, por fin habÃa dado realidad, toqué sus labios calientes, entreabiertos con tenues sorbos salaces. Pero ella, con un estremecimiento impaciente. apretó su boca contra la mÃa con tal fuerza que sentà sus grandes dientes delanteros y participé del gusto a menta de su saliva. SabÃa, desde luego, que no era sino un juego inocente de su parte, un retozo que imitaba el simulacro de un amor inventado, y puesto que, como dirÃan los psicópatas y también los violadores, los lÃmites y reglas de estos juegos infantiles son imprecisos (...)