Libeth

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Desde la infancia me fascina la expresión a través de las artes, encuentro en ello una vía libre de expresar sensaciones, pensamientos, placeres e incomprensiones que ampara la vida desde lo consciente e inconsciente, una búsqueda dentro de uno y en los demás, trozos de vidas distintas que abren mis ojos y hacen expansionar mi corazón.
Quizás por eso encontré al danzar, en el movimiento espontáneo, no una simple exhibición del cuerpo, si no una forma de conectar con algo más profundo, más visceral, descubriendo en el movimiento creativo unas conexiones con energías liberadoras, sanadoras, sin necesidad de artilugios.
En ese proceso de reorientación, en la búsqueda de una vida más sencilla, la necesidad de sumergirme en lenguajes poéticos, de expresar lo que me inquieta y maravilla de la vida dio paso a mis primeras fotos analógicas.
A menudo me desconcierta el mundo, la gran incomprensión de innumerables sucesos, la forma en como tratamos la vida, en como nos relacionamos y nos gestionamos, mi vida la quiero dedicar a aprender, expansionarme a otras realidades, pienso que en esta vida se pueden ir aumentando o disminuyendo sensibilidades, dudo que sea algo fijo, inmutable.
“Miradas tras las rejas”, surge de una creencia de respetar la libertad de los seres vivos, del espanto de como unos disponen de la vida de otros a su antojo, de un modo egoísta y cruel, nace de una necesidad de mostrar otra mirada, no a modo acusatorio si no más bien como una invitación a reflexionar sobre nuestros valores y actitudes y la posibilidad que está en nuestro poder de cambio.
Son retratos de tantos animales que viven una realidad muy ajena a su naturaleza dentro de infinidad de zoológicos, un sentimiento muy poco compartido, plasmo lo que siento, lo que mis ojos ven, a la vez he recopilado información sobre todo lo que circunda este hecho que a simple vista puede no ser observado, por los innumerables velos que ponemos ante nuestros ojos.
Los zoológicos actualmente se presentan como lugares de conservación de animales en peligro de extinción, como lugares educativos y con proyectos de investigación, todo ello en pro de respeto y amor a los animales, pero ¿es realmente así? Detrás de este eslogan hay un tráfico ilegal de animales con enormes muertes en su captura y transporte, sufren enfermedades físico-mentales generadas por el encierro, por la imposibilidad de desarrollar sus habilidades físicas y mentales al carecer de estímulos suficientes, por negarles privacidad y su forma natural de convivencia con su hábitat…