PHONENDOS

Sucede en este instante una guerra, una batalla más bien, un niño que atropella a un señor con su bici, la leve descarga eléctrica de la puerta de un coche, atracos, fracturas, facturas, noticias, partos, repartos de periódicos que anuncian descargas eléctricas, accidentes con bicicletas y la posibilidad de paz tras la última batalla de la última guerra. Y esquelas casi al final, junto a los anuncios de masajes; no se olvida tampoco el aniversario de un galardonado matemático yugoslavo, ni la llamada del amante1 al amante2 -ya se sabe, a la tácita hora de la siesta, cuando se hace una dulzona calma en cada casa- ni el suicidio de un joven y prometedor jockey tras la huida de su caballo, ni la parte más bella del último día que fue a las siete y recibiste un beso. Y mientras, la revolución rusa en la clase contigua, la venta del boleto que hará millonario a un desconocido en apenas 48 horas, un incendio sin mayor gravedad que la de un incendio sin gravedad alguna, la compra de un órgano vital en un lugar inhóspito y unos segundos de "Todas esas cosas que hacíamos antes y ahora no están bien" en la parte de arriba mientras apretabas con fuerza la mandíbula y cantabas victoria en silencio.