Nemes To Face

Las expectativas de lo que ciertamente parecía efímero ardieron como leña en fuego. Ahora los recuerdos son exiliados, ahora son los sueños los sepultados bajo montañas de ceniza. Ceniza que ante la paupérrima resistencia de la carne decidió enterrarse bajo ella. Los huesos estarán manchados y las heridas, irán agrandando. Dejarán ver entrañas llenas de gusanos. Fruta podrida. Esperanzas marchitas. El goce de los carroñeros contrasta con las nubes que observan sádicamente el grotesco espectáculo. Sangre. Vuelve a ocurrir, y los fetos son galardonados con trofeos del ayer, antes de extraerlos del ser, los depredadores sedientos de carroña se dieron muerte, y ahora no queda nadie. Nadie ve el espectáculo, ningún testigo, ningún cómplice. Solo hay lágrimas de un niño que no supo nacer, de un engendro que supo como no morir. Sangre. Ahora son las cadenas las que protegen el evento de curiosos. Todo volverá a pasar hasta que el oxido se cobre sus víctimas. Ya no habrá nada. Tan solo lo irremediable. Lo irreparable.