Experiencia mÃstica dicen algunos que se pueden tener en cualquier lugar y en cualquier momento algunas personas que tienen tendencia o facilidad de comunicación con el más allá o con un mundo superior que se desenvuelve en otro nivel. Tuve mis dudas en un principio pero poco a poco he ido aprendiendo que en todos esos lugares que he visitado y sobretodo los que están respaldados con una historia religiosa o de fé es donde precisamente he encontrado la sensación de presencias que solo yo he podido ver.
Ocurrió hace un año, el templo estaba abierto al público pero curiosamente no habÃa nadie; siempre hago lo mismo y le visito, allà en el rincón derecho del altar mayor está colgado de la pared desde hace muchas décadas; quizás desde el dÃa que lo recibieron como agua de mayo de manos de una hacendada que hizo promesa. La firma que lleva su creación aún está en dudas… pero es de alguien de renombre y escuela. Me acerqué tranquila, con la misma tranquilidad que da el saber que la tierra es sagrada y segura y me puse bajo su enorme figura y mirar su rostro muerto, lleno de oscuridades y de sombras. No hay oración y le pido nada, simplemente me coloco allà abajo porque me siento parte de un triángulo mágico, como si estuviese en la puerta de un camino iniciático. Una costumbre que hace años que repito a menudo.
La sombras rodeaban los distintos altares del templo, la promesa de su habilitación está hecha pero no llega nunca; aún recuerdo aquella puerta a la izquierda que se abrÃa para dar paso a los jóvenes que en los 60..s cantábamos en el coro parroquial. Todos los sábados en la misa de ocho subÃamos las escaleras de madera que lleva hasta el coro (ahora cerrado) donde el padre agustino tocaba el órgano (ahora inútilmente callado) y nosotros sentados en aquella maravilla labrada a mano en madera de no se sabe bien que procedencia, entonábamos los cánticos muchas veces en latÃn. Mis ojos miran hacia el fondo del templo buscando a alguien del recuerdo pero la soledad es total. Miro de nuevo al crucificado que parece un gigante en medio de la nada de su tapiz rojo y el blanco de la pared. Y en ese momento ocurrió algo.
Desde el altar mayor noté un ruido seco, como si algún candelabro cayera desde su reposo dorado; una sombra corrió por la esquina de la Virgen de los Desamparados, voladizo por la arcada izquierda donde Santa Rita Bendita da sus milagros. Y se ocultó en un rincón del altar de la Virgen enlutada que mira al techo del templo.
Me atrevo a acercarme atravesando los bancos de la nave central, el cuerpo se mete más aún en la esquina enrejada del Altar SantÃsimo. Sigo mi camino adelantando las manos como queriendo poner paz en un corazón amargado. Sigo y sigo… Y en un momento en que el sol entra por la vieja vidriera mil veces arreglada y ahora abandonada, veo un rostro que mira con recelo. Sus ojos se hacen gatunos cuando me ven de cuerpo entero. Es un joven que viste y calza, mirada asustada, casi temblando.
Qué le pasa a este visitante extraño que con voz temblona me dice “quieres algo�
No quiero nada solo saber por qué te escondes de m�.
Tengo miedo de que pienses que estoy robando o algo asÃ.
No tengo que pensar nada, es una templo, se puede entrar para rezar, para pensar pero no para corres de la mirada de otra persona.
El joven se juntó a la columna con la vidriera al fondo y su cara resplandeció con las luces de la velas …. me pareció encantador. La nobleza de su rostro quiso que un enorme sÃntoma de tranquilidad entrara en mi corazón y me quedé allà mirándole sin decir nada más. Yo te conozco .. dijo en un momento … te he visto muchas veces entrar aquà e incluso cuando subÃas al coro para cantar en la misa de ocho los sábados.
Me quedé pasmada … me conocÃa desde hacÃa tanto tiempo? no puede ser ..Este joven no tiene edad para haberme conocido entonces, es mucho más joven que yo.
Salió de su rincón y poco a poco nos fuimos separando hasta los últimos bancos de la nave central.
Allà sentados y como más calma le pregunté como habÃa sido posible que con casi cuarenta años de diferencias me conociera cuando él no llegaba hasta esa edad…
Te conozco desde hace mucho tiempo, de verdad.Un ruido en la calle, como de haber chocado un coche con otro hizo que mi atención se distrajera y mirara para la puerta principal y al volver no estabas el joven. Me levanté casi desesperada porque estaba a punto de saber algo especial, que no conocÃa, que presentÃa pero que nunca pude demostrar. Y en ese caminar buscando cuando pase por el altar de San Antonio mi asombro me dejó atónita …. esa figura, esa estatua de madera, ese rostro… Dios Santo… qué alma vaga por este templo que se escapa de su estatua para hablar con los humanos ?
He vuelto varias veces pero parece que se oculta, jamás he vuelto a verlo… pero la experiencia no la podré olvidar
DAMADENEGRO 12/5/2009
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