Hace tantos años, tantos que las hojas han caÃdo quinientas veces para volver a nacer; una joven se perdió por un camino brumoso. Por más que buscó no pudo encontrar el camino de regreso a su tribu.Atravesó la selva y el bosque, la montaña y la arena; los mares y los rios; porque tenÃa la plena convicción de haber sido llevada más allá de las sendas reales. Vio la maravillosa tormenta, con sus fauces de trueno; el ocaso sobre los océanos de la inconsciencia. Probó los frutos nacidos de la risa de los niños; bebió de los manantiales de tinta de los dioses, y se volvió sabia y hermosa.Caminó tanto que sus pequeños pies sangraron y al final se se sentó a descansar y quedó dormida en las raÃces de un gran laurel dorado.Al cabo de un rato sintió una voz que le arrullaba dentro de su sueño y fuera del mismo. Abrió los ojos del alma, y dejó pasar al viento, que la fecundó con semillas de canto, con lágrimas grises...En su despertar, notó que estaba en un claro cerca de su tribu y que las raÃces del laurel se habÃan desplazado con su cuerpo hasta tierras conocidas en las cuales un rastro le recordaba el hogar del que una vez se alejó en busca de alimento.Al llegar a la tribu, notó que quienes antes habÃan sido los suyos, usaban vestiduras extrañas, y que sus rostros habÃan perdido la curiosidad y el amor por las cosas que crecen libres en el mundo.Al verle desnuda, un hombre de ropaje café se acercó y la tomó del brazo, mirando con desaprobación los tatuajes de sus muñecas y la ligereza de su piel, mientras todos los que antes habÃan cantado a la tierra y adorado al sol, hacÃan extraños gestos con las manos y apuntaban sus ojos al suelo.Horrorizada forcejeo y corrió tanto como se lo permitieron los pies, aun con el peso que sentÃa crecer en el vientre. Huyo por los mismos caminos del regreso, sintiendo los pasos de un perseguidor más hiriente que el fuego, huyó con las alas de la noche, hasta llegar a las raÃces del laurel, que se abrieron para darle cobijo en el interior de la tierra.... y allà descansa, con el fruto de su aventura con el viento, esperando el momento en que las gentes de su tribu pongan fin al asedio y recuerden la tierra que tanto les amó......pero la espera es larga, tanto que sus cabellos antes negros como la oscuridad más profunda, se extienden blanquecinos por las raÃces del viejo árbol, sirviendo de señal a aquel mortal con los ojos lo suficientemente penetrantes como para desentrañar la historia