“EL PRIMER LADRILLOâ€
¿Cómo surgió la idea de Mandarina?
Antonio Horche y BenjamÃn Geensen nos cuentan la historia de una idea que se ha acabado convirtiendo en una exitosa realidad.
La formación de ambos, de BenjamÃn como interiorista y profesional del diseño y la decoración; y de Antonio con una amplia experiencia en el mundo de la hostelerÃa y la atención al público, han hecho de este lugar un estilo de vida, una tendencia en moda.
El nombre por el cual lo conocemos hoy surgió tras otras propuestas como “Café del Solâ€, “Orange†o “Salitreâ€, pero cuando de repente BenjamÃn llamó para proponer Mandarina… “inconscientemente sonreÃâ€, dijo Antonio. Además de la sonoridad de la palabra, lo escogieron por su frescura y vida. Mandarina es un sabor, un olor, un color, un fruto de la tierra valenciana. En definitiva, era una esencia de la que se podÃa sacar mucho jugo y varias coincidencias apuntaban a que este nombre acabara siendo una promesa.
La idea llevaba tiempo gestándose, durante la relación laboral entre Antonio y BenjamÃn en el Haddok y el Oxido –populares pubs de la zona de bares de PeñÃscola que conocÃamos como “el cuadradoâ€, donde se reunÃa todo el ambiente nocturno-. Después de haber compartido juntos experiencias en el sector servicios y la atención al público, se percataron de que podrÃan contribuir con su idea para suplir la demanda existente en un lugar tan turÃstico como PeñÃscola.
El profundo conocimiento de la zona y la escasa competencia les animó a tomar la decisión de emprender un negocio propio. Ambos descartaron la posibilidad de que fuera una discoteca, ya que la trayectoria nocturna de ambos ya empezaba a ser demasiado larga. De esta forma la idea de café-terraza fue tomando forma por sà sola. El concepto de Mandarina como espacio multifuncional con distintos servicios fue surgiendo una vez decidida la superficie y la situación del local, habiendo estudiado tanto el entorno como la oferta hostelera de la zona.
El acuerdo definitivo y compromiso de ambos como socios de este proyecto se fraguó en una cena con hermosas vistas a las Atalayas. Pero aunque suene a cuento de hadas, varias fueron las trabas que se interpusieron en sus caminos. Mandarina estuvo a punto de dejar de existir cuatro veces. “Llegó un punto en que tuvimos que decidir entre echarnos atrás y perder el dinero ya desembolsado, o invertir el doble y ponernos a merced de un destino borrosoâ€, según palabras de Antonio. De este modo comenzó una difÃcil y larga negociación para conseguir la actual ubicación. Fueron el empeño, la ilusión e intuición de ambos socios las razones que hicieron que ese sueño pudiera hacerse realidad.
Una vez superado el primer obstáculo, procedieron a poner el primer ladrillo en un dÃa soleado, sobre una superficie diáfana de unos 600 m2 aproximadamente. Un ladrillo que desde el 3 de febrero de 2003 tiene mucha historia que contar… La construcción, que cuatruplicó su presupuesto respecto a las previsiones, fue entregada el 14 de mayo, el dÃa de la inauguración de Mandarina, que con una asistencia de un centenar de personas, resultó ser un gran éxito.
La idea surgida hace ya casi 5 años con un concepto diferente, ha ido evolucionando poco a poco... En un intento de ofrecer una alternativa de ocio en la zona, Mandarina brota como un espacio multifuncional que se adapta a la hora del dÃa con una amplia gama de oferta de servicios. Un café-terraza-club que incluye además un restaurante de cocina creativa y coctelerÃa y se adapta a los gustos y bolsillos de todo tipo de públicos. La clave del éxito: la calidad del producto, a precios razonables. Sin olvidar mencionar el espÃritu joven que desde los emprendedores se contagia al público, a esos clientes sin los que no hubiera sido posible contar una historia igual.