Druidas

Eran los tiempos en que la canción del verano reclutaba nuevas ovejas, en que en los medios de comunicación bombardeaban al ciudadano con vacíos artículos de prensa rosa. Los tiempos en que hombres y mujeres imitaban los frívolos estereotipos que le lanzaba la televisión, sin preguntarse, si de verdad deseaban ser esos fríos maniquíes que les vendían, si deseaban perder su identidad por seguir una moda.He aquí la historia de un grupo de siete jóvenes que fuera de seguir la moda impuesta por la sociedad deciden caminar por el sendero del heavy metal. Corría el otoño del 2004, el frio y la lluvia azotaba Arcade, la gente abandonaba calles y paseos para refugiarse en sus hogares. La noche hacía su aparición prematuramente acompañada por una triste melodía que bailoteaba entre los cimientos de un edificio. Tres muchachos permanecían sentados en un frio, húmedo y oscuro sótano a la luz de una bombilla, mientras discutían sobre el rumbo que debería seguir su nuevo proyecto musical. Las opiniones estaban divididas y parecía que no se iba a llegar a un acuerdo. Roberto, el guitarrista del grupo, se inclinaba por un heavy metal clásico, con guitarras afiladas y ritmos pegadizos siguiendo los pasos de grupos como: Obús, Ángeles del Infierno, Barón rojo, etc.… Por lo contrario, Alberto “el bajo” defendía una postura más agresiva, quería encauzar el grupo hacia el black metal, crear atmósferas medievales mediante melodías de guitarra y teclado, al puro estilo de Cradle of Filth, Dimmu Borgir, Abyssos,… Ismael “teclado” era la parte neutral, aunque sus gustos se encaminaban más hacia el heavy metal, la propuesta hecha por Berto no le disgustaba. Sólo quedaba por saber la opinión de Puchín “guitarra solista” que llegaría de un momento a otro. Él, es el que inclinaría la balanza hacia una postura u otra.Su llegada no se hizo esperar. Su entrada se produjo en un ambiente silencioso y peliagudo. La tensión crecía por momentos, mientras Puchín se sentaba y encendía un pitillo. Su propuesta no difería mucho de la dada por Rober, exceptuando un pequeño matiz: sus influencias musicales provenían de un heavy más melódico: Yngwie Malmsteen, Iron Maiden, Manowar … El concilio estaba apunto de llegar a un acuerdo, la balanza se había inclinado ligeramente hacia la propuesta más clásica, dando un resultado no satisfactorio para todos. La reunión se prolongó dos o tres horas, en las cuales se fraguaron las bases del nuevo estilo musical, un nuevo estilo que agradaba a todos, con ritmos pegadizos, melodías épicas, solos de guitarra y de teclado, atmósferas medievales y letras de la mitología nórdica, celta y el acervo popular. El conclave estaba llegando a su fin, tras haber llegado a buen puerto con el acuerdo, solo quedaba por decidir cuales serían los substitutos de los antiguos componentes: voz y batería. Se barajaron una gran cantidad de nombres para los dos puestos. Necesitábamos músicos serios y que se comprometieran por la causa, requisito que sería muy difícil de conseguir, sobre todo con el batería, pues es de dominio público que los bateristas son unos cantamañanas. La elección de los componentes fue larga y ardúa, pero al final encontramos las dos piezas claves que encajaban perfectamente en nuestra sofisticada máquina.El primero en incorporarse fue Ángel (Pumuki). Un joven que llegaba desde las tierras altas de Arcade. Un vocalista dotado de un potente y claro chorro de voz y una gran soltura, digna de los mejores cantantes de heavy metal, con un estilo particular y propio. El final del otoño estaba cerca, los tres meses transcurridos, desde la llegada de Ángel, los pasamos intentando ponernos en contacto con el batería. Ya entrado el invierno conseguimos localizarlo y hablar con él; a la semana siguiente ya formaba parte del grupo. La entrada de Pires supuso una bocanada de aire fresco, su alegría, habilidad, perseverancia y sus ganas de triunfar nos pusieron el ánimo por el cielo. El círculo de los seis se había cerrado y los lazos que los unían iban más allá del compañerismo. En el seno del grupo se comenzó a forjar la cadena irrompible de la amistad, que es la esencia y la base primordial del conjunto. Los buenos tiempos habían llegado, la oscuridad y la frustración quedaron arrinconadas en el pasado y el futuro se vislumbraba claro y prometedor.