About Me
patacho MySpace Layouts Gallery!
Create Your Own Layout Here!
GLUTAMATO YE-YÉ POR SIEMPRE GUAPAMENTELa historia que viene a continuación parece solo el eco de tiempos remotos. Un tiempo muy lejano. Una extraña época de prodigios, libertad, afán de abrir caminos inexplorados y de acabar con un siglo y un milenio prendiéndole fuego a todo; destruyendo para poder construir un mundo realmente nuevo. Unos años que, a la luz de lo que estamos viviendo ahora, nos llevan a preguntarnos si existieron en realidad o si, tal vez, solo los hemos soñado. Menos mal que quedan los discos y las canciones para dar fe de que Glutamato Ye-Yé habitó alguna vez en el mundo de los vivos.
La cosa empezó, como muchas otras, en un parque. El del Retiro, en Madrid, en 1975. Allà se conocen cuando ambos atisban los 18 años Iñaki Fernández Arnáiz y Ramón Recio. Son colegas de pandilla, comparten porros y aficiones propias de la edad. Con el pasar del tiempo, Iñaki pasa por casi todos los estadios posibles en un joven de la época: es rojo, hippy, irá a Francia a una comuna de los hare krishna y hará una breve parada en el psiquiátrico, que nunca viene mal. Ramón, amigo a su vez de otro personaje clave de la época: Fernando Márquez el Zurdo, mantiene a su vez una tremenda inquietud literaria y un inmenso interés por toda la contracultura que se cuece fuera de las ollas oficiales. Juntos descubren las delicias al aire libre en Formentera, los tripis, la tremenda explosión de insolencia que provoca el punk y la marea que alcanzó la capital de España y que aquà dió en llamarse la movida.
En noviembre del 79 Patacho, hermano de Ramón, pone discos en el bar Susie Q, harto de tener que viajar todos los dÃas a Alcalá de Henares a estudiar Económicas. Por allà se pasan una noche Ramón e Iñaki, este descalzo, con melena y barba y traje blanco. El portero del local, un rocker, espetó a éste último: “aquà no queremos hippysâ€. Iñaki confiesa ahora que aque¬lla frase le “hizo espabilar, tomar concienciaâ€. Tanto que se puso al cuello un collar de perro y se plantó ante Patacho, que ya le conocÃa de unas Fallas en Valencia en las que apareció con una caja de manzanas de caramelo, y le empezó a decir de repente cosas como “¿Quieres ser mi amo?â€. Ramón contempló la escena, digna de Lewis Carroll, y se le encendió la bombilla: ¡habÃa que hacer inmediatamente un grupo de música! Porque entonces lo más maravilloso que podÃa hacer un chaval era tocar en un grupo de música.
La idea no fraguó inmediatamente, sino que unos dÃas después se presentaba en casa de Patacho un joven larguirucho con cara de crÃo despistado. Se llamaba Alberto Haro Ibars y llevaba una guitarra y un pequeño amplificador consigo: “Hola. Que me ha dicho Iñaki que tenéis un grupo y que venga a ensayarâ€. Patacho llama a Iñaki y a Ramón y éste último decide que ha llegado la hora. Naturalmente, ninguno de ellos tiene maldita idea de qué hacer con un instrumento de música. Iñaki será cantante y Patacho recibe la misión de comprarse una guitarra y convertirse en guitarrista. Ramón tiene ya hasta el nombre para el grupo. El glutamato monosódico es un elemento quÃmico que potencia el sabor de las comidas, lo cuál no deja de ser algo simbólico si se tiene en cuenta lo que la banda hará en un futuro: potenciar el sabor de la vida, tomada a cucharadas por unos temerarios jóvenes con hambre de vida y de todo lo que la vida que se vivÃa entonces aquà hurtaba a la juventud española. Sobre todo si la comparamos con la de fuera en aquellos años. Iñaki le añade el Ye-Yé al nombre, como homenaje al pop español de los sesenta y su estética, que cuadraba que ni pintada con la de la nueva ola madrileña. Ahora habÃa que buscar el resto de componentes para que Glutamato Ye-Yé echara a rodar como entidad de descontrol total, disfra¬zada de grupo musical que practicaba cierta suerte de “pop psicotrópico†Su debut se produce en la sala El Sol a principios de la década de los 80, en un concierto junto a el Aviador Dro y sus Obreros Especializados en la presentación de un libro del periodista Jaime Noguerol. Allà interpretan dos canciones –Sabes bien, la primera que han compuesto, y Madison, una versión del Dúo Dinámico–, mientras presentan el nuevo look del cantante, que con el tiempo se hará caracterÃstico y bien reconocible. La noche de Nochevieja del 79 Iñaki, para comenzar con buen pie la nueva y ansiada década, decide cortarse las greñas y afeitarse las barbas, dejándose un pequeño bigotillo hitleriano.
No obstante este concierto y los que el grupo va ofreciendo en el creciente circuito de locales de la capital –El Escalón, el Muro, la sala Carolina…–, tardan un tiempo en consolidar una formación estable. En seis meses llegan a pasar seis baterÃas por Glutamato, hasta que Carlos Durante, que marcó el ritmo en una de las primeras bandas de la movida: Los Bólidos, asienta sus reales frente a los parches y los platos. El bajo pasa de las manos de José Luis El Chori, que luego militarÃa en los Elegantes, a las de Rodrigo de Lorenzo, más tarde fundador de Ciudad JardÃn, quedándose al final en los dedos de Jacinto Golderos, peculiar individuo que trabajaba en Correos y con una imagen personal que recordaba al primer Keith Richards. Para entonces, Alberto se ha marchado a formar otra banda, Sindicato Malone, y su puesto lo ha tomado su hermano Eugenio, quien, como afirma Carlos, “era un tipo cojonudo. Lo suficientemente loco como para despertarse una mañana, coger su 2CV y largarse a Dinamarca porque siâ€. Esta formación –Iñaki, Patacho, Eugenio, Jacinto y Carlos– será la más estable a lo largo de la vida en activo de Glutamato.
En aquel entonces, las primeras pÃldoras de la movida van siendo asimiladas y las compañÃas discográficas se deciden por fin a “modernizarse†y fichar a los grupos con una imagen más pulcra y estilos más asequibles: Mamá, Los Secretos, Nacha Pop… Estos sufrirán por parte de sus detractores el apelativo de “babososâ€. Precisamente como reacción a su música, germinan a su lado otras bandas de individuos con mucho menos pedigrà y ninguna gana de ir por la vida de “buenos chicosâ€. De este lado están Sindicato Malone, Pelvis Turmix o los inclasificables Derribos Arias, en donde militan los singulares donostiarras Poch y Alejo Alberdi junto al ibicenco Juan Verdera y, por supuesto, Glutamato Ye-Yé. Como colaboración entre estos últimos cabe destacar el tema Dios salve al lehendakari, que terminarÃan por grabar ambas formaciones. Esta horda de grupos, cuya intención es aberrar hasta poner de los nervios a los que se creÃan muy modernos y a los que sabÃan perfectamente que no lo eran, asumen por su parte la etiqueta de “Hornadas Irritantes†y vive Dios que consiguen tocar las narices en montones de fiestas-conciertos en el mÃtico Rock-Ola y en los primeros sitios en los que se atreven a contratarles sin saber muy bien lo que contratan. “En aquellos tiemposâ€, recuerda Carlos, “sólo pensábamos en pasárnoslo bien, en tocar, en beber y en follarâ€.
El sello Dro, adalid de la independencia discográfica de la época, les propone editar un e.p. con cuatro canciones. Estas serán Corazón loco, compuesta por Eugenio Haro y el más tarde Gabinete Caligari Jaime Urrutia, Un hombre en mi nevera, Holocausto canÃbal y Narcosis. Se graban en los estudios Doubletronics a finales de noviembre de 1981 con Jesús Gómez como productor, y en él colaboran Poch, Alejo, el ahora productor Paco Trinidad y el guitarrista Ãngel Altolaguirre. La portada la hizo Teresa Rossenvinge, novia de Eugenio. El resultado sonoro del disco era lo suficientemente delirante para una España dispuesta a todo y sirvió para que Glutamato Ye-Yé comenzara a hacerse un nombrecito.
El 12 de agosto de 1981 el grupo da su primer concierto “importante†en la plaza de Las Vistillas de Madrid, contándose entre el público a la hoy concejal Cristina Almeida. Mientras tanto la fiesta sigue en Rock-Ola, en donde Jacinto ejerce de contacto magnÃfico para conseguir actuaciones cada poco, con aberrantes conciertos en los que se acoge a todos los colegas músicos de la época que pasan por allÃ: el teclista Mario Gil, los saxofonistas Ulises Montero y Justo Bagüeste, el guitarrista El Goma, el cantante Luis Malone… El grupo empieza a tocar fuera de Madrid y precisamente el 2CV de Eugenio fue la primera furgoneta de Glutamato Ye Yé en aquellas actuaciones de tintes surrealistas en Campo de Criptana, Valencia, Zaragoza…
Glutamato entra a grabar su primer L.P. en agosto de 1982, pero la mili de Iñaki, que en las actuaciones es sustituido por Amparo Úbeda, novia de Ramón, hace que el disco quede en un mini-elepé con sólo siete temas. En él colabora Ulises Montero y la portada la realiza Fernando Caballero, entonces cantante de Sindicato Malone y hoy afamado pintor. Por cierto, el empeño del grupo por incluir el precio del disco en la portada provocó la negativa de muchas tiendas a venderlo. También graban el tema Glutamatonavidad en noviembre de 1982, para el elepé compartido Navidades Radioactivas, con Fernando Malone y Teresa Rossenvinge en los coros. Iñaki seguÃa en la mili y su voz se añadió más tarde, aunque no a tiempo de incluirla en el disco. Para entonces Ramón, que ejerce de elemento aglutinador externo del grupo, les hace dar un paso en dirección a tratar de estabilizar su propio management, algo imprescindible a la hora de lidiar con las actuaciones, y a tener su propio sello discográfico. AsÃ, Ramón crea el sello Goldstein que el grupo inaugura con un single que verá la luz en el 83. El disco, con una excelente portada por el diseñador Oscar Mariné, lleva en su cara A uno de los primeros himnos del grupo: Comamos cereales. En la B va La balada de Karen Quinlan, siendo esta segunda la primera canción seria de Glutamato Ye-Yé. Por primera vez entran en la lista de Los 40 Principales y actúan en su primer Gran Musical de la cadena SER. Más aún, salen elegidos “Grupo Revelación del Año†y su presencia en los programas musicales de televisión de la época –La Edad de Oro, La Caja de Ritmos, Tocata,…– comienza a ser habitual. No obstante, las diferencias personales empiezan ya a bullir y desatarse entre el quinteto, cobrándose la marcha de Eugenio Haro, que pasa a integrarse en Ciudad JardÃn. A este pequeño terremoto se le une otro tan o aún más grave: por descontroles económicos de Pancoca, la distribuidora de Goldstein, el sello enfila hacia el garete dejando a Glutamato de nuevo en la puñetera calle.
Sin embargo, la suerte vuelve a ponérseles de cara. 1984 recibe al grupo con la llegada de Paco MartÃn como responsable del producto nacional de Ariola, quien inmediatamente les ficha para grabar el disco que marcará el punto álgido en la carrera del ahora cuarteto: el mini-elepé Todos los negritos tienen hambre (y frÃo). Este se salda nada menos que con 40.000 copias vendidas y la llegada de la fama. De este modo, de un dÃa para otro mucha gente empieza ya a saber quién es ese extraño individuo que va en el metro con flequillo, gabardina de corte militar, bigote a lo Hitler y una pata de pollo colgada al cuello. Pero no sólo es éso, sino que gran parte del público parece incapaz de discernir la ironÃa y la mala leche que contienen las letras y algunos, incluso, se las creen a pies juntillas. Patacho jura que, yendo a ensayar a los locales de la calle General Perón, al pasar junto a una iglesia escuchó al tÃpico grupo parroquial cantar en tono de misa y con guitarras españolas Todos los negritos…¿Qué pasarÃa por la mente de aquellos tiernos infantes al llegar a lo de “tú pones tu granito, que yo ya pondré el mÃo…â€.
El disco es nº 1 de 40, aunque sólo en provincias, lo cual lleva a la banda a una enloquecida gira por toda la geografÃa española con Ãngel Aparicio como road-manager y toda una pléyade de colaboradores ocasionales: Juanma de Los Elegantes, Josele de Los Enemigos, el exTequila Julián Infante y Ricardo del Castillo, quien no tardarÃa en ocupar plaza fija en el grupo. A estos se sumaban aquellos espontáneos que cualquiera del grupo, Iñaki mayormente, decidÃa que podÃan tocar en la siguiente actuación. A veces algún que otro miembro oficial se perdÃa en algún pueblo haciendo “amistades†o “bussiness†y el grupo tenÃa que encarar la siguiente fecha con instrumentos de menos. La gira fue el vivo ejemplo del desaparramo que se espera de una banda de rock’n’roll con todas sus consecuencias, siempre con el alcohol, las drogas y la juerga de fondo. Pero todo iba aún bien y parecÃa que el tÃovivo no pararÃa de girar nunca.
No obstante iniciarÃa la frenada justo al año siguiente, cuando el siguiente disco de Glutamato Ye-Yé, Guapamente, no alcanza las expectativas de ventas: apenas 11.000. Eso no impidió, sin embargo, que les propusieran para representar a España en el Festival de Eurovisión con el tema Alicia. TenÃan muchas posibilidades de haber ido, pero el asunto se torció por temas de compromisos de T.V.E. con las compañÃas discográficas. Patacho dice al respecto: “La verdad es que nos hacÃa ilusiónâ€. Aquel 1985 y con el grupo como una olla expréss a punto de cocción a causa de los egos desatados, el descontrol quÃmico y el dinero que empezaba a generar el grupo, fue Jacinto quien saltó o fue invitado a saltar del barco, que para todo hay versiones. El guitarrista Ricardo del Castillo entra para tocar el bajo y Luismi se ocupa de los teclados.
En el 86 entraron de nuevo al estudio para grabar Vive subida, con la producción de Marcos Mantero y Carlos Martos, aunque de nuevo la fortuna se les mostró obstinadamente esquiva. Las letras del disco tenÃa un marcado tinte antimilitarista y ellos habÃan pensado lanzar como primer single BanderÃn de enganche. Pero sucedió que aquel mismo año se celebraba el glorioso referéndum para la entrada en la OTAN y la compañÃa decidió que serÃa mucho más oportuno y menos polémico sacar Todo va dabuten. Para colmo de males, Manolo DÃaz, su valedor en Ariola, se marcha de la compañÃa y la nueva dirección de la misma les hace saber que se acabó el apoyo promocional, con lo que el disco pasa sin pena, ni gloria. El grupo se refugia entonces en el directo y Ricardo vuelve a la guitarra, pasando el bajo a Fino Oyonarte, que venÃa de los almerienses Amor de Madre y fue fichado en una de las giras que Glutamato realizó por allÃ.
Finalmente, el pueblo de Mula serÃa testigo de la última actuación del grupo, siendo Iñaki quien decidió abandonar por motivos que quedaran, como los asesinatos de JFK o el asunto de las vacas locas, en el misterio. Glutamato Ye-Yé se enfrentaba a la siempre terrible disyuntiva –para un grupo de rock– de tener que continuar con nuevo cantante o bien mandarlo todo a hacer gárgaras.Optaron lo último. Iñaki se irÃa con Ricardo a planear una aventura por su lado, Carlos Durante no tardó en fichar por Desperados y Patacho comenzarÃa a dar forma a un nuevo proyecto junto a Fino y José Mª Granados, de Mamá: La banda del otro lado.
La salud comenzó a pasar factura por la diversión de tantos años y Ramón Recio, alma de la banda y autor de más del 80% de las letras, cayó enfermo de manera irremediable. Por deseo expreso suyo, Glutamato Ye-Yé se reagruparon para dar un último concierto en la desaparecida Sala Universal de Manuel Becerra, en Madrid, el 2 de enero de 1987. Aquella actuación fue recogida en un doble elepé llamado Esto fue todo y editada por Twins, sello de Paco MartÃn). En ella puede encontrarse el emblemático Soy un socio del Atleti.
El 5 de abril de 1988 fallecÃa Ramón Recio y en su funeral el sacerdote leÃa en voz alta la letra de Todos los negritos… Poco después se irÃa también Albertito Haro y Eugenio a los dos años. Antes ya se habÃa marchado Ulises Montero. Muchos muertos a la espalda. Se dirÃa que a la muerte le gusta la música y por eso se suele llevar jóvenes a sus intérpretes: para que le toquen en exclusiva, como si fuera una fan celosa. Como homenaje a Ramón, Glutamato revivirÃa otro 5 de abril en la sala Revólver en un concierto titulado Por mis muertos, estrenando y grabando allà un tema inédito: Conjuro a medias.
Después, varias reuniones de carácter acústico y grabaciones realizadas por Iñaki y Patacho harÃan que el nombre de Glutamato Ye-Yé volviera a figurar durante estos últimos años en los periódicos. Nada es para siempre. Ni siquiera las despedidas.
Como decÃa al principio, vista desde aquà parece que esta historia fuera argumento de un comic, leyenda de rockeros irredentos del siglo pasado, aventura de mocosos irresponsables que a cada minuto se la juegan con el morboso vértigo que da el no darte cuenta de que en realidad estás caminando sobre el alambre y abajo no hay red. Pero quedan las canciones. Aquà están, registradas como prueba de que una generación de chicos hizo bien su trabajo, que no era otro que el de abrir caminos inexplorados para que ahora nos resulte tan normal ver a niños con el pelo teñido o con piercing o tocando ruidosos estilos de música. Como Buñuel, Lorca, Dalà o el resto de los surrealistas, Glutamato Ye-Yé fueron geniales, aún hoy siguen siendo geniales y a ellos no se les puede culpar porque lo que haya venido después simplemente no esté a la altura.Fernando MartÃn, Madrid, marzo de 2001P.S. Por cierto,… ¿Alguien sabe dónde está Jacinto?