Claudio Antón

“ Y entonces el tiempo se detuvo (...) Quebró el reloj de arena que contenía la esencia del desierto y la injusticia de los años, y confiábamos en que el ojo del huracán augurase el final de la devacle. Seguros en nuestras burbujas, tratamos de atenuar el olvido, nos empeñamos en esquivar el futuro ajeno, nos cansamos de timar a las musas ... Por desgracia, vivimos una era en la que la globalización musical es inminente, pero gracias a ella, si hay algo que agradecerle, se hace más intensa la sensación de rescate que algunos pequeños oasis confieren, haciéndolo también de nosotros mismos. Estos son los retales de mi oficio, realidades de un presente desgastado de alguna manera, mi forma de hidratación en el desierto, un nuevo reloj de arena que confía en que las palabras sean algún día las únicas armas de combate.”