Ernesto Lecuona Casado, nació en Guanabacoa (Ciudad de La Habana) en la calle CerrerÃa (hoy Estrada Palma) en el número 31, casi esquina a Pepe Antonio, el 6 de agosto de 1895. Fue bautizado en la iglesia parroquial de la Villa de Nuestra Sra. de la Asunción de Guanabacoa con los nombres de Ernesto Sixto de la Asunción. Hijo de un periodista español que se radicó en Cuba, comenzó a estudiar piano bajo la tutela de su hermana Ernestina. Fue un niño prodigio. Dio su primer recital a los cinco años, y a los trece realizó su primera composición, la marcha two step titulada Cuba y América para banda de concierto.
Estudió en el Peyrellade Conservatoire con Antonio Saavedra ( discÃpulo de Ignacio Cervantes) y el famoso JoaquÃn Nin. Lecuona se graduó en el Conservatorio Nacional de la Habana con una medalla de oro en interpretación cuando tenÃa 16 años.
Ante la pérdida del padre, y la endeble salud de su madre que necesitaba cuidados especiales, Lecuona a temprana edad ayudó a su familia con lo que sabÃa hacer, tocar el piano, es asà que se desempeña como pianista en el cine Fedora, en las calles BelascoaÃn y San Miguel de La Habana, donde dirigÃa la orquesta y hacÃa solos instrumentales en los intermedios. Otros cines de La Habana conocieron de su trabajo, en alguno musicalizaba al piano las pelÃculas silentes.
Entre los 13 y los 14 años nos encontramos a Lecuona en el Teatro Martà de La Habana, estrenando pequeñas comedias musicales, con libreto de su hermano Fernando. Los tÃtulos son esclarecedores: FantasÃa Tropical, Cuadros Nacionales, El Banquete del Gallego...... Como vemos, a corta edad entró Lecuona en la llamada “farándulaâ€, donde surgió su amor por el teatro lÃrico que tan fecundamente cultivarÃa más adelante. Alarmado el maestro Hubert de Blanck por las actividades triviales que realizaba su talentoso protegido, alertó a Doña Elisa Casado, madre de Lecuona, sobre el peligro que corrÃa el futuro de su genial alumno, con extraordinarias condiciones para hacer una verdadera carrera pianÃstica. La generosa madre renunció a los aportes tan necesarios de su hijo a la economÃa familiar, por ello años después, cuando Lecuona se encontraba en lo más alto de sus éxitos, siempre afirmaba que todo lo logrado se debÃa a su madre. Blanck pulió con esmero la formación técnico pianÃstica de su alumno, y en 1912 en la Sala Espadero del Conservatorio, se realiza el primer recital de Lecuona.
En el propio año se gradúa en el Conservatorio de Blanck a los 18 años, obteniendo la Medalla de Oro por unanimidad, ejecutando el Concierto en La menor, Op. 54, para piano y orquesta de Schumann. Participa en concursos nacionales, conciertos, obteniendo siempre reconocimientos y halagos de crÃticos y del público en general, y el 26 de agosto de 1916 parte para los Estados Unidos.
Fuera de Cuba comenzó su carrera en el Aeolian Hall (Nueva York). Él introdujo la primera orquesta latina en los Estados Unidos.
El esfuerzo de Lecuona, entre otros, fue muy importante en el logro de que La Habana contara al fin con su Orquesta Sinfónica. Tras el esfuerzo de ilustres precursores, el Maestro Guillermo Tomás forma en 1910 la primera Orquesta Sinfónica, que presentó seis conciertos en el Teatro Nacional. Con al antecedente fundador de Guillermo Tomás, un poco más adelante, Lecuona y otros insignes músicos encaminan todo su empeño hacia la formación de la Sociedad de Conciertos de La Habana, cuyo concierto inaugural tuvo lugar el 29 de octubre de 1922, en el que Lecuona fue ovacionado al interpretar como solista el Concierto No. 2 en Sol menor, Op 32 para piano y orquesta de Saint- Saens. El 1ro de septiembre de 1923 la agrupación cambió el nombre por el de Orquesta Sinfónica de La Habana.
En el año 1924, Ernesto Lecuona realizó una triunfal gira por España acompañado por la gran violinista cubana Marta de la Torre, primer premio del Conservatorio de Bruselas. Debutaron en Madrid con un importante programa, obteniendo gran éxito entre la crÃtica y el público; y el 2 de junio de 1928 actuó Lecuona en un concierto privado en la sala Gaveau de ParÃs, el público colmó la sala. Asistieron Maurice Ravel, JoaquÃn Turina, Alexander Gretchaninoff, José Iturbi, etc. que aplaudieron con delirio. El triunfo de Lecuona fue definitivo. Ravel, al oirlo, dijo: ¡Esto es más que piano!...
Lecuona hizo aportes a la pianÃstica cubana sobre todo en el uso de determinados ritmos. Como creador de ritmos, quizás no tenga paralelo entre los compositores cubanos, y muy pocos habrá en el continente americano que lo igualen. Nunca cultivó especÃficamente un ritmo determinado. En muchas ocasiones los usó una sola vez, como en las canciones Si lo quisiera Dios, Yo te quiero, ¿Por qué me has hecho llorar?, Noche azul, etc. A menudo explotó los ritmos de Vals y de Bolero, y en este último creó un diseño especial en el acompañamiento, de gran originalidad y belleza, impartiendo un sentido melódico.
Donde la invención rÃtmica de Lecuona alcanzó sus más novedosas expresiones fue en la llamada Música Afro-cubana, cuya paternidad le corresponde como elemento de arte cultivado. Los negros de Cuba siempre tuvieron su música, como los blancos, y de la unión de los elementos de las dos razas surgió la música afro-cubana en la calle. Desde los inicios del Teatro Bufo cubano, por los años 1812-1813, ya lo africano está presente en la música cubana, pero como bien expresó el propio Lecuona en 1942: “Mis danzas negras inician lo afrocubano. Yo llevé por primera vez el tambor de la conga al pentagrama y al teclado...â€. Compositores ambiciosos y afortunados dieron categorÃa sinfónica al género, pero Lecuona fue el primer músico cubano que usó lo negro con un sentido artÃstico, incorporando este estilo a la música de concierto y después al teatro. Lecuona, como Gershwin, nunca usó elementos netamente folklóricos en sus obras, salvo algunas formas tradicionales de la música cubana. Todo lo que en él parece folklore, es totalmente de su propia invención.
Junto a Gonzalo Roig y Rodrigo Prats, forma la trilogÃa más importante de compositores del teatro lÃrico cubano y en especial de la zarzuela. El aporte más importante de Lecuona al género teatral es la fórmula definitiva de la romanza cubana. Entre sus obras destacan las zarzuelas Canto Siboney, Damisela Encantadora, Diablos y FantasÃas, El Amor del Guarachero, El Batey (1929), El Cafetal, El Calesero, El Maizal, La Flor del Sitio, Tierra de Venus (1927), MarÃa la O (1930) y Rosa la China (1932); las canciones Canto CarabalÃ, La Comparsa y Malagueña (1933), perteneciente a su suite AndalucÃa; sus obras para danza, Danza de los ÑáñÃgos y Danza LucumÃ; la ópera El Sombrero de Yarey, la Rapsodia Negra para piano y orquesta, asà como su Suite Española.
Con sus zarzuelas más importantes, Ernesto Lecuona dio forma clásicamente definida a la zarzuela cubana en cuanto a género y estilo se refiere. Algunas de las zarzuelas aquà mencionadas son las únicas producciones latinoamericanas que se han integrado en los repertorios en España. En 1942 su composición Siempre en mi Corazón fue nominada para el Oscar como la mejor canción; perdiendo sólo contra White Christmas.
En 1960, se inicia la última ruta en la trayectoria vital de Ernesto Lecuona y se traslada a Tampa. En mayo de 1963 estuvo gravemente enfermo, su corazón ya daba muestras palpables de cansancio. Ya mejorado, de Tampa viajó Lecuona a España, el 28 de septiembre del mismo año 1963. Su gran cariño a esta tierra, la que más amó después de Cuba, iba a culminar en una ofrenda final. Llegó el Maestro a Santa Cruz de Tenerife, donde nació y murió su padre. Pocos dÃas después se trasladó a Málaga, cuya AlcaldÃa le obsequió una bella casa, en reconocimiento a su inmortal "Malagueña" , y lo declararon Hijo Adoptivo de Málaga. Tras quince dÃas de estancia en Málaga, marchó a Barcelona. Rápidamente volvió a enfermar, agravándose. Se le recomendó regresar a Santa Cruz de Tenerife y ahà se hospedó en el Hotel Mencey, hasta que el viernes 29 de noviembre de 1963 a ls 11:30 de la noche se detuvo su corazón para siempre.
ELa noche del 6 de diciembre, el cadáver embalsamado de Lecuona, salió en viaje directo a Nueva York en avión especial , acompañado por sus sobrinos. Allà fue tendido en la funeraria Campbell. Durante todo el tiempo se escucharon tenuemente discos de buena música y del propio Lecuona interpretada por él mismo. El dÃa 13 de diciembre los restos mortales fueron inhumados en el cementerio de Westchester, en el estado de Nueva York, y pocas semanas más tardes comenzaron a efectuarse diversos homenajes póstumos en memoria del ilustre desaparecido.
FallecÃa el más grande pianista autointérprete que ha tenido Cuba. Fue el único compositor cubano moderno que llegó a ser una estrella del piano, y esto le ayudó de forma decisiva a dar a conocer su propia música. Pianista, compositor y director de orquesta. Virtuoso en todas sus facetas, hombre de su tiempo, de salas privadas de conciertos, de grandes y consagratorios teatros y de grandes espacios abiertos. De radio, de cine, de televisión. Embajador de lo cubano, aglutinador y exponente de la esencia de su paÃs, hijo de Cuba y de España; de Iberoamérica.
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