Una de las cosas más caracterÃsticas de mi vida son los cambios:
cambios en el lugar de residencia,
cambios en la orientación profesional,
cambios en la pareja sentimental,
cambios en las ideas religiosas...
Asà que en distintas y numerosas ocasiones de mi vida me volvÃan a la memoria aquellos versos que estudié en algún curso de bachillerato:
- Tantas idas y venidas; tantas vueltas y revueltas,
- quiero, amiga, que me diga: ¿son de alguna utilidad?
No tengo memoria para las poesÃas, pero este par de versos se me quedaron grabados para siempre, siempre, siempre...
Y ayer quise saber de dónde procedÃan los versos y encontré la poesÃa completa y el autor.
La poesÃa, de Tomás de Iriarte (que nació en 1750 en Tenerife), es una fábula sobre el caballo y la ardilla, y dice asÃ:
Mirando estaba una ardilla a un generoso alazán
que, dócil a espuela y rienda, se adiestraba en galopar.
Viéndole hacer movimientos tan veloces y a compás,
de aquesta suerte le dijo con muy poca cortedad:
-Señor mÃo: de ese brÃo, ligereza y destreza,
no me espanto, que otro tanto suelo hacer y acaso más.
Yo soy viva, soy activa: me meneo, me paseo;
yo trabajo, subo y bajo, no me estoy quieta jamás.
El paso detiene entonces el buen potro, y muy formal
en los términos siguientes respuesta a la ardilla da:
- Tantas idas y venidas; tantas vueltas y revueltas,
quiero, amiga, que me diga: ¿son de alguna utilidad?
Yo me afano, mas no en vano sé mi oficio; y en servicio
de mi dueño tengo empeño de lucir mi habilidad.
(No incluyo el último par de versos porque proporcionan una moraleja y yo prefiero aplicarme libremente los versos y hacerme una moraleja a mi medida)