" Fué una espera interminable. No sé cuanto tiempo pasó en los relojes, de ese tiempo anónimo y universal de los relojes, que es ajeno a nuestros sentimientos, a nuestros destinos, a la formación o al derrumbe de un amor, a la espera de una muerte. Pero de mi propio tiempo fué una cantidad inmensa y complicada, lleno de cosas y vueltas atrás, un rÃo oscuro y tumultuoso a veces, y a veces extrañamente calmo y casi mar inmóvil y perpetuo donde MarÃa y yo estábamos frente a frente contemplándonos estáticamente, y otras veces volvÃa a ser rÃo y nos arrastraba como en un sueño a tiempos de infancia y yo la veÃa correr desenfrenadamente en su caballo, con los cabellos al viento y los ojos alucinados, y yo me veÃa en mi pueblo del sur, en mi pieza de enfermo, con la cara pegada al vidrio de la ventana, mirando la nieve con ojos también alucinados. (...) A veces volvÃa a ser piedra negra y entonces yo no sabÃa qué pasaba del otro lado, qué era de ella en esos intervalos anónimos, qué extraños sucesos acontecÃan; y hasta pensaba que en esos momentos su rostro cambiaba y que una mueca de burla lo deformaba y que quizá habÃa risas cruzadas con otro y que toda la historia de los pasadizos era una ridÃcula invención o creencia mÃa y que en todo caso habÃa un solo túnel, oscuro y solitario: el mÃo, el túnel en que habÃa transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida. Y en uno de esos trozos transparentes del muro de piedra yo habÃa visto a esta muchacha y habÃa creÃdo ingenuamente que venÃa por otro túnel paralelo al mÃo, cuando en realidad pertenecÃa al ancho mundo, al mundo sin lÃmites de los que no viven en túneles; y quizá se habÃa acercado por curiosidad a una de mis extrañas ventanas y habÃa entrevisto el espectáculo de mi insalvable soledad. (...) Yo no decÃa nada. Hermosos sentimientos y sombrÃas ideas daban vueltas en mi cabeza, mientras oÃa su voz, su maravillosa voz. Fui cayendo en una especie de encantamiento. La caÃda del sol iba encendiendo una fundición gigantesca entre las nubes del poniente. Sentà que ese momento mágico no se volverÃa a repetir nunca. -Nunca más, nunca más- pensé, mientras empecé a experimentar el vértigo del acantilado y a pensar qué fácil serÃa arrastrarla al abismo, conmigo. "E.S.