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..."A la casa de las palabras , soñó Helena Villagra, acudían los poetas.Las palabras, guardadas en viejos frascos de cristal, esperaban a los poetas y se les ofrecían, locas de ganas de ser elegidas : Ellas rogaban a los poetas que las miraran , que las olieran, que las tocaran , que las lamieran. Los poetas abrían los frascos, probaban palabras con el dedo y entonces se relamian o fruncían la nariz. Los poetas andaban en busca de palabras que no conocían , y también buscaban palabras que conocían y habían perdido.

En la casa de las palabras había una mesa de los colores.En grandes fuentes se ofrecían los colores y casa poeta se servía del color que le hacía falta: Amarillo limón o amarillo sol, azul de mar o de humo, rojo lacre, rojo sangre, rojo vino...

Helena soñó con las que habían guardado el fuego.Lo habian guardado las viejas, las viejas muy pobres, en las cocinas de los suburbios, ; y para ofrecerlo les bastaba con soplarse, suavecito, la palma de la mano.

Aquella noche hacían cola los sueños, queriendo ser soñados, pero Helena no podía soñarlos a todos, no había manera. Uno de los sueños, desconocido, se recomendaba:

-Suéñeme, que le conviene.Suéñeme, que le va a gustar.

Hacían la cola unos cuantos sueños nuevos ,jamás soñados, pero Helena reconocía al sueño bobo, que siempre volvía, ese pesado, y a otros sueños cómicos o sombríos que eran viejos conocidos de sus noches de mucho volar.

Helena acudía, en carro de caballos, al país donde se sueñan los sueños . A su lado, tambíen sentada en el pescanten , iba la perrita Pepa Lumpen. Pepa llevaba, bajo el brazo, una gallina que iba a trabajar en su sueño.Helena traía un inmenso baúl lleno de máscaras y trapos de colores. Estaba el camino muy lleno de gente. Todos marchaban hacia el país de los sueños, y hacían mucho lío y metían mucho ruido ensayando los sueños que iban a soñar, así que Pepa andaba refunfuñando, porque no la dejaban concentrarse como es debido.

Era un inmenso campamento al aire libre. De las galeras de los magos brotaban lechugas cantoras y ajíes luminosos, y por todas partes había gente ofreciendo sueños en canje.Había quien quería cambiar un sueño de viajes por un sueño de amores, y había quien ofrecia un sueño para reir en trueque por un sueño para llorar un llanto bien gustoso.

Un señor andaba por ahí buscando los pedacitos de su sueño, desbaratado por culpa de alguien que se lo había llevado por delante: el señor iba recogiendo los pedacitos y los pegaba y con ellos hacía un estandarte de colores. El aguatero de los sueños llevaba agua a quienes sentían sed mientras dormían. Llevaba el agua a la espalda, en una vasija, y la brindaba en altas copas.

Sobre una torre había una mujer, de túnica blanca, peinándose la cabellera, que le llegaba a los pies. El peine desprendía sueños, con todos sus personajes :los sueños salían del pelo y se iban al aire.

Helena soñó que se dejaba los sueños olvidados en una isla. Claribel Alegría recogía los sueños , los ataba con una cinta y los guardaba bien guardados. Pero los niños de la casa descubrían el escondite y querían ponerse los sueños de Helena, y Claribel, enojada, les decía:

-¡Eso no se toca!

Entonces Claribel llamaba a Helena por telefono y le preguntaba:

-¿Que hago con tus sueños?

...

Los sueños se marchaban de viaje.Helena iba hasta la estación de ferrocarril. Desde el andén, les decía adiós con un pañuelo.

Nos amabamos rodando por el espacio y éramos una bolita de carne sabrosa y salsosa, una sola bolita caliente que resplandecía y echaba jugosos aromas y vapores mientras daba vueltas y vueltas por el sueño de Helena y por el espacio infinito y rodando caía , suavemente caía, hasta que iba a parar al fondo de una gran ensalada. Allí se quedaba, aquella bolita que eramos ella y yo; y desde el fondo de la ensalada vislumbrabamos el cielo.Nos asomabamos a duras penas a través del tupido follaje de las lechugas , los ramajes de apio y el bosque del perejil, y alcanzabamos a ver algunas estrellas que andaban navegando en lo más lejos de la noche. No consigo dormir. Tengo una muejer atravesada entre los parpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta.

-Arranqueme señora, las ropas y las dudas.Desnúdeme, desdúdeme.

Yo me duermo a la orilla de una mujer, yo me duermo a la orilla de un abismo. Me desprendo del abrazo , salgo a la calle. En el cielo , ya clareando , se dibuja, finita, la luna. La luna tiene dos noches de edad. Yo, una.

...

A la casa de los nombres acudían, queriendo llamarse, las personas y los bichos y las cosas.Los nombres tintineaban , ofreciéndose: prometían buenos sones y ecos largos. La casa estaba siempre llena de personas y bichos y cosas probándose nombres. Helena soñó con la casa de los nombres y allí descubrió a la perrita Pepa Lumpen, que andaba en busca de un nombre más presentable. En Buenos Aires busqué el café que era mi café, y no lo encontré.Busqué el restorán donde yo comía caracú en inmensas fuentes a cualquier hora del día o de la noche, y tampoco estaba.Donde había estado mi cantina preferida, el Bachín, había un monton de escombros. Habían arrasado el Bachín, y con el Bachín habían matado el mercado donde yo siempre iba a comprar frutas y flores o por la pura fiesta de la nariz y los ojos. Alguien me dijo que el Bachín se habia mudado, y que ahora tenía otro lugar y otro nombre.

Una noche fuí, Me detuve ante la puerta de ese nuevo Bachín que ya no se llamaba así, dudando, que si, que no, preguntándome si entrar no sería traición, cuando una súbita explosión ocurrió en el momento exacto en que abrí la puerta : saltaron los fusibles de la electricidad y todo quedó completamente a oscuras.Yo me dí vuelta y me alejé , caminando despacito.

Y así anduve un tiempo, doliendo olvidos, buscando lugares y personas que no encontré, o no supe encontrar; y finalmente crucé el rio, el río-mar, y entré en el Uruguay. Los generales Uruguayos tenían todavía poder, ya casi yéndose , ya casi en los adioses del tiempo del terror: yo entré cruzando los dedos. Y tuve suerte.

Y caminando las calles de la ciudad donde nací, la fuí reconociendo, y sentí que volvía sin haberme ido : Montevideo , que duerme su eterna siesta sobre las suaves colinas de la costa, indiferente al viento que la golpea y la llama: Montevideo, aburrida y entrañable, que en verano huele a pan y en invierno a humo. Y supe que yo andaba queriendo querencia , y que habia llegado la hora del fin del exilio. Después de mucha mar, nada el salmón en busca de su río, y lo encuentra y lo remonta , guiado por el olor de las aguas, hasta el arroyo de su origen. Entonces, cuando volví a Calella para decirle adiós , adiós a España, adiós y gracias, tuve un infarto.

Infarto agudo de miocardio, zarpazo de la muerte al centro del pecho.Pasé dos semanas hundido en una cama de hospital, en Barcelona. Entonces sacrifiqué mi destartalada agenda Porky 2, que ya la pobre no daba más, y como quien no quiere la cosa, el cambio de libreta se convirtió en un repaso de los años transcurridos desde el sacrificio de la Porky 1. Mientras pasaba a limpio nombres y direcciones y teléfonos a la agenda nueva, yo iba pasando en limpio también el entrevero de los tiempos y las gentes que venía de vivir, un torbellino de alegrías y lastimaduras, todas muy, siempre muy, y eso fué un largo duelo de los muertos que muertos habían quedado en la zona muerta de mi corazón, y una larga, más larga celebración de los vivos que me encendían la sangre y me crecían el corazón sobrevivido. Y nada tenía de malo , y nada tenía de raro, que se me hubiera roto el corazón ,de tanto usarlo.

1984 había sido un año de mierda.Antes del infarto, me habían operado la espalda ; y Helena había perdido un niño a medio hacer. Cuando Helena perdió el niño , se nos secó el rosal de la terraza. Las demás plantas también murieron , todas, una tras otra, a pesar de que las regabamos cada día. La casa parecía maldita.Y sin embargo, Nani y Alfredo Ahuerma habían estado allí, por unos días , y al irse habían escrito en el espejo:

-En esta casa fuimos felices.

Y también nosotros habíamos encontrado la alegría en esa casa ahora jodida por la mala racha, y la alegría habia sabido ser más poderosa que la duda y mejor que la memoria, así que esa casa entristecida, esa casa barata y fea , en un barrio barato y feo, era sagrada.

Helena soñó que estaba en su infancia , y no veía nada. Manoteando en la oscuridad , ella pedía ayuda , pedía luz a gritos, pero nadie encendia las lamparas.En aquella negrura no podía ubicar sus cosas, que estaban desparramadas por toda la casa y por toda la ciudad, y ella buscaba lo suyo a tientas en la cerrazón y tambien buscaba algodón o trapos o lo que fuera, porque estaba perdiendo sangre a chorros entre las piernas, mucha sangre, cada vez mas sangre, y aunque ella no veía nada, sentía aquel río rojo y espeso que se desprendía de su cuerpo y se perdía en las tinieblas.

Helena soñó que queria cerrar la valija y no podia, y hacía fuerza con las dos manos , y apoyaba las rodillas sobre la valija, y se sentaba encima, y se paraba encima, y no había caso, La valija, que no se dejaba cerrar, chorreaba cosas y misterios.

Helena volvía a Buenos Aires, pero no sabía en qué idioma hablar ni con qué dinero pagar. Parada en la esquina de Pueyrredón y Las Heras esperaba que pasara el 60, que no venía, que nunca vendría.

Se le habían roto los cristales de los anteojos y se le habían perdido las llaves. Ella buscaba las llaves por toda la ciudad, a tientas, en cuatro patas, y cuando por fin las encontraba, las llaves le decían que no servían para abrir sus puertas.

Helena soñó que hablaba por telefono con Pilar y Antonio, y eran tantas las ganas de darles un abrazo que conseguía traerlos desde España por el tubo.Pilar y Antonio se deslizaban por el telefono como si fuera un tobogán, y se dejaban caer, tan campantes, en nuestra casa de Montevideo.

...

Con un solo brazo nos abrazaba a los 2 .El brazo era larguísimo, como antes, pero todo el resto se había reducido mucho, y por eso Helena lo soñaba con desconfianza, entre creyendo y no creyendo.Julio Cortazár explicaba que había podido resucitar gracias a una máquina japonesa , que era una máquina muy buena pero que todavía estaba en fase de experimentación , y que por error la máquina lo había dejado enano. Julio contaba que las emociones de los vivos llegan a los muertos como si fueran cartas, y que él había querido volver a la vida por la mucha pena que le daba la pena que su muerte nos había dado. Además, decía, estar muerto es una cosa que aburre. Julio decía que andaba con ganas de escribír algún cuento sobre eso.

...

Yo nací y crecí bajo las estrellas de la Cruz del Sur. Vaya donde vaya, ellas me persiguen. Bajo la cruz del sur, cruz de fulgores, yo voy viviendo las estaciones de mi suerte. No tengo ningún dios.Si lo tuviera, le pediría que no me deje llevar a la muerte: no todavía. Mucho me falta andar. Hay lunas a las que todavía no ladré y soles en los que todavía no me incendié.Todavía no me sumergí en todos los mares de este mundo, que dicen que son siete, ni en todos los ríos del Paraíso, que dicen que son cuatro. En Montevideo, hay un niño que explica:

Yo no quiero morirme nunca, por que quiero jugar siempre."...

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Posted by on Wed, 29 Aug 2007 06:03:00 GMT