Boncompain nació un dÃa festivo en Rocambole-sur-Foirer, una pequeña localidad de la Catalunya Nord, famosa por su queso azul del que se extrae un gas nervioso usado eficazmente en la batalla de Verdún. Cuentan que su padre era un exiliado que habÃa sido flabiol solista en la cobla La principal de la CNT y en Els minyons de la Checa. Otros dicen que fue monje de Montserrat perseguido por los franquistas por mantener una estrecha camaraderÃa con todos los muchachos del coro en el mismo confesionario. Sea como fuere, su madre era una mujer.
Boncompain tuvo que huir del Rosellón después de que un 14 de julio dejase sordo de un petardazo su vecino Monsieur Comelade, afinador de pianos, que desde entonces se dedicó al ramo del juguete. Por esta y otras razones iguales a esta, viajó a ParÃs donde asistió a las clases de filosofÃa con boina. Foucault le recuerda en sus memorias por su activa participación: “Siempre mantuvo la mano alzada hasta que le daba permiso para ir a la toiletteâ€. Derrida escribió: “TenÃa un alumno que olÃa a queso de Rocambole. Él aseguraba que era porque tenÃa el vientre deconstruÃdo. Aquello me dio una buena ideaâ€.
Extremadamente implicado en extremismos de todo tipo, formó en la RFA (pronúnciese Rafa) una célula terrorista llamada Boncompaader-Mainhoff, pero le plagiaron el nombre y anduvo en pleitos por el copyright hasta que la otra parte, digamos que desistió.
El exilio español se hizo con sus servicios y se enroló a la vez en el rock layetano y la lucha antifranquista consiguiendo crear un mestizaje con lo mejor de ambos movimientos. Suya fue la creación de un comando que torturaba fachas con una pila de petaca llamado La Companyia d’Arma Eléctrica que luego cambió de nombre y se reconvirtió en grupo de música tostoniana.
Ya entonces despuntaba en la escena de Zeleste. Sisa recuerda cómo una noche Boncompain mientras le daba la brasa hasta casi el amanecer le soltó “Qualsevol nit ens surt el sol i ja vurás quin bajón, nen. I talla’t les grenyes, que punxen, bien surâ€
No sólo la música disfrutó de su talento, Dagoll Dagom y Els comediants, sufrieron hurtos en sus cubetas de papel maché. Su carrera con Els Juglars se truncó tras llamar a la policÃa durante la representación de La Torna “Es que decÃa que estaba lleno de melenudos y seguro le iban a robar el macuto†Recuerda Boadella en perfecto castellano.
Los 80 le pillaron con el paso cambiado y tras hacer de cobaya en Mururoa, intenta dibujar gatos para Mariscal y una noche casi saluda a la cantante de Los Desechables. Por fin encontró un puesto como acordeonista vitalicio en los chiringuitos de la Barceloneta que fueron demolidos su primer dÃa de curro. Durante una década, el Llantiol acogió sus celebres “matinées†donde Boncompain ejercÃa en solitario (que no iba nadie, me vengo a referir) sus números de sombras chinescas, monólogos monosilábicos y ventriloquismo con su célebre muñeco Jean Jacques Pistols (que le abandonó por Monchito años después).
Por mediación de Bernardo, se ajuntó con dos músicos: el percusionista Manero Mancuso y el guitarrista bestio-sobrio Mtslav Hjendric “El Hendrixâ€, un gran músico que no era manco (hasta el bombardeo de Sarajevo). El festival de Blues de Cerdanyola les da una oportunidad en su cartel del 95, pero ciertos desacuerdos sobre qué lÃnea de ferrocarriles tomar dieron al traste con el bolo.
A caballo entre Francia y Catalunya (unas 15 horas si es una yegua joven) Boncompain ha ido labrándose un futuro en forma de huerto urbano y de una sólida carrera underground. Tras muchos años tocando en las calles, consigue subir por fin a las aceras. Manu Chao lo reconoce como uno de los que le pasan el costo cortado con tochana y le da un impulso a su carrera poniéndolo en contacto contra una farola, primero y con la disquera Trop de Blah Blah, después.
Este sello, con sede fiscal en Nueva Caledonia y social en Le Bistrot du Âvestrús de Carcassona, le publica en el internoit sus canciones grabadas en cintas, cuerdas y carretes de hilo. A dÃa de hoy sigue grabando desde su cottage nuevas canciones y componiendo otras que se le habÃan descompuesto
Ahora pueden disfrutar ustedes del sin pan talento de Boncompain sin perjuicio ni coste adiccional.
Boncompain, La forja de un artista, la fragua de un patriota, el yunque de la canción; el horno para bollos.