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Una canción ambientada en el capitalino barrio Bellavista de comienzos de los '80 es la nÃtida postal con que empieza a sonar la historia de Rudy Wiedmaier, un autor y cantante que se inició como trovador de canciones acústicas y que derivó desde el Canto Nuevo hacia el rock, el soul y la adaptación musical de poetas chilenos.Nieto de un inmigrante alemán radicado en San Fernando, Wiedmaier vivió hasta los doce años en su natal Til Til. Cuando empezó a actuar en vivo el Canto Nuevo ya tenÃa edad suficiente como para haber pasado de movimiento a moda, y de eso se trata su canción "Catalina", una crÃtica al cliché "artesanal" de la época que Wiedmaier grabó en su debut, Impresiones personales (1982), certera instantánea de su tiempo: la cassette fue publicada por una editorial de Iglesia y la canción apareció en el quinto compilado Canto nuevo (1983), del sello Alerce.Cuando el movimiento perdió fuerza, Wiedmaier resultó ser uno de los pocos cantantes de esa generación interesados en el rock, junto a Pablo Herrera, con quien compartÃa además unos inicios al alero del músico Hugo Moraga. Su carácter de instrumentista jugarÃa a su favor. Guitarrista y tecladista, reemplazó la trova por una inclinación a las armonÃas del jazz y el soul en los discos Amigo imaginario (1987), Amor grisú (1989) y Los ghettos matan (1991), un álbum monumental en el que contó con músicos invitados como la actriz y cantante Luz Croxatto.Sin haber sido parte del sobreexplotado pop chileno de fines de los '80, Wiedmaier fue un exponente más claro de la precaria escena rockera amanecida en la década siguiente. Se unió como instrumentista a dos grupos activos en ese margen, De Kiruza en 1990 y Compañero de Viajes en 1992. Un año después fue parte de los músicos incluidos en el compilado Con el corazón aquà (1993), uno de los signos más representativos de esa época. Y como solista ya tenÃa para entonces su propio grupo, La Nave, con el que teloneó el concierto de Charly GarcÃa el 30 de julio de 1993 en el Estadio Chile.Desde entonces Wiedmaier se ha caracterizado por la gran cantidad de músicos que han pasado por sus grupos. En La Nave tocaron Gamal Eltit (guitarra), Sebastián Piga (saxo), Nelson Arriagada (bajo), Cristian Freund (guitarra) y Rodrigo Sanhueza (bajo), la dupla que en 1995 formó Santa Locura. En 1994 formó un cuarteto con la pianista Gabriela Ahumada, la bajista Akhilaa y los hermanos Francisco y Juan Pablo Bosco en saxo y baterÃa. Y hasta hoy ha tocado con Luis Ãlvarez y Ernesto Cortez (guitarristas), Mauricio Olivares y Mario Melliz (bajistas), Iván Toledo y Cristian Santis (tecladistas), Luis Bigorra y Cristian Páez (bateristas) en grupos de nombres como Transfusión, Trance o Tiburón Amarillo.Es un buen Ãndice de que su prioridad en los años '90 fue tocar en vivo, además de su tarea como monitor de las gubernamentales Escuelas de Rock en 1996. De hecho el siguiente disco de Rudy Wiedmaier data del nuevo siglo: Emporio (2000) es su recibimiento literal al cambio de folio y se oye fiel a la multiplicidad de géneros musicales del autor, con el blues "Sol de la capital", el rock "Mira qué trance", la bossa nova "Atrás quedó", el bolero "De despedida", el tango "Emporio" y la canción "Café del fin del mundo". En 2005 el cantante abrió el concierto que dio en Chile el rockero argentino Luis Alberto Spinetta, otra de sus escuelas, y una inclinación común cruza sus dos discos siguientes, Hotel Teillier (2005), donde reúne once composiciones sobre poemas de Jorge Teillier, y Mirar de afuera (2005), con doce canciones sobre poemas de Ricardo Nanjari: la poesÃa chilena contemporánea es otra de las fuentes de Rudy Wiedmaier.—David Ponce