Ella hace preguntas sin querer obtener respuestas, por temor a q no le gusten o por el mismo miedo de no escuchar lo q quiere, para muchas de las cuales ni siquiera existen esas respuestas. Se ha cansado de baritas mágicas y ábrete sésamo, del paÃs de nunca jamás y del sÃndrome de peter pan. Como una suicida asomada al borde del precipicio, amontonando maldiciones sobre la barra de aluminio, temblando en sus ojos el humo de mil cigarros. Alguien le contó q llevaba cien dÃas encerrada en aquel bar, pidiendo fuego y alguna pista q le ayudara a encontrar la luz dentro del laberinto. Sonrió cansada y perdida, se abrió su boca flor, besó de nuevo la copa, se marchó y toda su luz fue devorada por la puerta de un servicio donde mujeres sin alma se empujan al precipicio. Y en el fondo, ella reirá, tras el humo del crack, si en esta redada logra salvar la vida.