Doctor Robinson

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Encuentro Inexplicable - Doctor Robinson from Doctor Robinson on Vimeo .
Del Nombre y algo más.
Hace ya 3 años que el baterista y el vocalista/bajista de esta banda se sentaron a beber en un bar con el objetivo de encontrar un nombre para una banda que aún no existía.
En medio de la ardua discusión, un tipo se acercó y preguntó si se podía sentar a hablar un rato. El tipo se veía triste, solo y quería desahogar su historia. Él había sido adicto ni más ni menos que a la coca; de esos que toman, jalan y carretean todas las noches, roban de sus casas todo lo que encuentran para pagar el vicio y se meten en cuanta pelea se les cruce. Su vida, lógicamente, se transformó en una tragedia personal y familiar hasta que...dejó embarazada a su novia.
Entonces, cuando vio nacer a su hija, algo en él hizo "click" y se dio cuenta que se la tenía que jugar por la pobre criatura. Trató y trató, pero esta miserable y gris ciudad en que vivimos le chupaba la vida; la coca lo dejaba seco y sus amigos aspiraban lo que quedaba de él. Su familia le prohibió entrar a su casa y ver a su hija, o más bien le prohibieron a su hija verlo en ese estado. Y como sucede con la extraña naturaleza humana, cuando ya nada puede estar peor, tuvo su iluminación. Muy simple: irse de la ciudad. ¿Adónde? Lejos, donde no haya nadie...¿Dónde? a una isla ¿pero cuál? Puso su dedo en el mapa y apuntó al archipiélago Juan Fernández y encontró la isla más solitaria de todas: Robinson (Crusoe, por supuesto, donde el mítico marinero inglés fue abandonado).
Y se fue. Lo dejó todo y llegó sin nada. Fue a un extremo de la isla, construyó una casa con sus propias manos, trabajó, compró un bote y aprendió a pescar a la mala: quedándose en alta mar tres días seguidos y viviendo sin electricidad, sin ruido, trabajando el mar y la tierra.
Cinco años después era felíz, vivía de la pesca y todo lo que ganaba lo mandaba para su hija. Creyendo haber dejado los demonios en el pasado decidió volver a Santiago a ver a su hija. Y he aquí donde la antiheróica naturaleza humana se hace presente de nuevo en esta historia. Llegó la misma mañana del día en que nos contaba su historia y el destino hizo que apenas se bajara del bus se encontrara con uno de sus antiguos amigos, y a la hora de haber llegado a Santiago había vuelto a drogarse.
Torturándose interiormente esperaba que se le pasara el efecto para no llegar con cara de muerto a ver a su hija, así que decidió entrar a un bar a tomarse una cerveza, cuando no pudo contenerse más para hablar lo que en 5 años no había podido hablar y vio a estos dos tipos buena onda.
Al escuchar la historia, los dos tipos buena onda solo atinan a darle una palmada en el hombro y hacer un salud por los mejores tiempos venideros. El tipo se para y dice que prefiere hacer un salud por Robinson el único lugar que realmente hace curar a las personas...."salud por Doctor Robinson".