PRÓLOGO INNECESARIO, LIBRO I:Sindogmah, ni siquiera merece espacio para eso que tan
soberbiamente llaman biografÃa, texto que en el menos engañoso de los casos tampoco existe. La mayor parte de las veces se han parido sólo autobiografÃas; las otras son sutiles escupitajos.¿Valdrá la pena entonces, estimado lector, desperdiciar tiempo en confidenciar algo que a fin de cuentas es, a focos encendidos, pseudocierto? Creemos, humildemente, no. Sin embargo, a explÃcito riesgo de parecer impostores puros, lo intentaremos.Pues bien, se rumorea que acechaba la majestuosa imprecisión abriliana el dÃa de la semillización. Sobre un par de números que dibujaron el 2007, se posó, inquieta, cual vidente temporada. Lo demás, como la mayorÃa de las cosas establecidas, digamos aburguesadas, es aburrimiento de fin a comienzo. Y dicho sea de paso -todo lo demás- está inevitablemente mirándose al espejo con pedantÃsimos ojos.Baste agregar una prostituta idea, cómplice lector. Sindogmah ni siquiera es eso que acaba de balbucear con esa indiferencia tan suyamente acostumbrada hace exactamente dos segundos. Sindogmah, hermano nuestro, compañero de silenciosas madrugadas, Sindogmah ni siquiera es eso que danza en vuestra castrada imaginación. No, satán nos desencuentre confesados. Sindogmah ni siquiera es sin dogma.