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HANNA - Pura Hanna -"pues no hay biografia que me pueda identificar canto lo que siento. Antes lo que sufria, y despues lo que anhelare de este recorrido que es mi vida, que es mi mundo, y sin el no vivo. Solo me quedara escuchar a los buenos de corazon y sin razon solo porque si" - Hanna....................................................... ..........................Hay una chica en Madrid que sabe cómo abrir las puertas que le ha cerrado la vida a base de “coraje y cojonesâ€, como dice la canción. Supongo que llegará el dÃa en el que la música no se etiquete según estilos, sino según los órganos vitales que participen en la creación. PodrÃamos recorrer una tienda de discos de sección en sección: “Música hecha con el corazónâ€, en la planta primera; “Música escrita con el cerebroâ€, planta segunda; y en la tercera, al fondo, podrÃamos encontrar una estanterÃa con “Música hecha con las vÃscerasâ€. Allà habrÃa una foto bien grande de Hanna mirando desde arriba al resto de competidores. Y competidoras. Porque la música de esta niña de barrio, de autopista de circunvalación y de cordones de zapatillas pisoteados, es la respuesta inconsciente a todas las bofetadas que ha tenido a bien darle el destino. Algunas han sido tan tremendas como escucharla cantar desgarrada, cerrando los ojos y pidiendo explicaciones a nadie en concreto, sabiendo que la niña ya no es tan niña y que canta para que no duela lo que a otros les habrÃa costado la vida. Hanna canta por pura supervivencia. ¿Y qué es lo que canta? Hanna canta calle. Todo el rato. La avenida principal es su voz, que corre el peligro de romperse en cada verso. Esa voz va avanzando por calles hasta llegar a la plaza del hip hop, o edificio del R’n’B, o a la glorieta de la rumba más contaminada por el rock. Es lo que ha escuchado Hanna desde siempre, casi por casualidad. Sentada en los bancos del parque veÃa pasar coches, con chicos que derrapaban con las ventanillas bajadas y la música a todo trapo. Y de tanto verlos, de tanto escucharlos, un dÃa decidió alargar por su cuenta esos trozos de canciones hasta tener las suyas propias. Sin más medios que su voz y sus manos para marcar el ritmo, cada dÃa se imaginaba asà misma cantando delante de miles de personas que la aplaudirÃan y la tratarÃan como a una reina. Entonces podrÃa llevar a su abuela a los mejores restaurantes y se alojarÃa en los mejores hoteles. PedirÃa comida al servicio de habitaciones e invitarÃa a todas sus amigas a comer jamón del bueno hasta ponerse moradas. Porque desde su barrio se veÃa la ciudad a lo lejos y pensaba que en la ciudad estaba todo lo bueno. Pura Hanna, asà se llama el artefacto que tienes entre las manos. Una autobiografÃa autorizada y no intencionada de lo vivido y soñado por Hanna hasta ahora. Pura Hanna es alcohol sin destilar. Un disco sin cortar, nada literario. Una piedra en el pie que sirve de mensaje. Unas canciones escritas para vivir, no para lucirlas. Pura Hanna es lo que sale cuando uno no tiene ni idea de nada y sólo quiere sacar la cabeza del agujero y ser lo suficientemente libre como para reÃr sin deberle nada a nadie. A n-a-d-i-e.Como la vida es un llanto sin un ápice de victimismo. Un “yo estoy jodida pero no me agacho†que va creciendo hasta acabar como empezaba: “Yo querÃa ver el cielo/ como yo lo vi al nacerâ€. Una declaración de principios en toda regla que se convertirá en el primer single y será la sintonÃa de la próxima edición de la Vuelta Ciclista a España. Un primer aviso de las once canciones que vienen después. El estribillo de Por ti darÃa es el primer arañazo serio. Otra vez nos han hecho daño y otra vez nos tenemos que levantar. Al final acaba por ser cierto lo que nos dicen desde pequeños: las personas nos acabamos acostumbrando al dolor. Hanna da la vuelta a la tortilla y manda un recado a quien corresponda: “Porque te haya escrito un mensaje/ no te creas na’/ porque no soy tu mujer/ soy una chica que sólo te querÃa conocerâ€. El reggaetón que sonará en todos los coches tuneados de España, como las de su colega Haze, y que tiene una melodÃa de bazar turco que le hace, si cabe, más pegajosa. Algunos versos de la letra de Ayer le vi no rimarÃan ni aunque hiciéramos trampa con las sÃlabas, por eso tienen tanta fuerza. Ecos a Amparanoia porque, quién sabe, lo mismo su vecino se compró un dÃa un disco de ella en el top manta y lo puso hasta la saciedad. Y claro, las paredes de las habitaciones de las afueras son finas como el papel de fumar. Segundo arañazo. Una rosa se perdió podrÃa documentar la primera vez que Hanna escuchó a Estopa en el hilo musical del súper de su barrio. Tercer arañazo del disco. Una historia de amor imposible, de escapadas al sur, de cárcel y de dolor. Otra vez el dolor. “Quiero poner en mi vida algún color/ que aparente que no he sufrido bastanteâ€. No quieras es un r’n’b flamenco de estación de Renfe a primera hora de la mañana, con los andenes llenos y la hora pegada. Hanna ya no habla de ella, sino de cualquiera: de la peluquera que no llega al trabajo, del chapista que desayuna carajillos, del comercial engominado que lleva calcetines blancos y zapatos. De cualquiera. Como en un mar eterno. Una canción especial para ella y para más gente, después de aparecer en la banda sonora de la pelÃcula Yo soy la Juani, de Bigas Luna. Una balada concisa y sin tonterÃas: “miente y di que no me quieres/ miéntete como haces siempreâ€. Hanna se pone brava en Revolución y, entre aires de frontera y jamaicanos, suelta la que quizás sea la proclama que resume toda una actitud: “Que yo no soy mala/ pero a veces me lo hago/ para que no me la des por la espaldaâ€. De vuelta de Jamaica, hacemos una parada en cualquier verbena de barrio, a la sombra de las luces de los coches de choque, con olor a gofre y con el ruido de la tómbola de fondo, para dar y recibir los primeros besos escondidos en Somos diferentes. Pero no hay prÃncipes azules, ni en el barrio ni en la ciudad. Y ahà está Hanna, sincerándose con ella misma: “He sufrido mucho/ y ahora que no sufro/ quiero conseguir/ a un hombre valiente/ que en medio de tanta gente/ saque la cara por mÃ/ y me haga ser felizâ€. Primeras heridas. Quizás la canción más adulta del disco, la primera prueba de que Hanna se hace mayor y de que va comprendiendo las reglas del juego, sea el bolero Castillos de arena. Y entre tanto dolor, una canción de fe: Tu veneno. “Yo quiero ser tu veneno/ chiquillo te ofrezco el cielo/ y puedo hasta enamorarmeâ€, dice Hanna. Y da gusto verla asà de feliz, aunque sea durante un rato. Una fiesta necesaria que se pega ella solita. Un dato definitivo: Verdeazul, el único tema donde Hanna no ha participado ni en la letra ni en la música, no suena ni la mitad de peligrosa que todas las anteriores. Hanna se vuelve intérprete y se disfraza por un rato de la Niña Pastori y demuestra que no sólo tiene voz para cantarle a sus cicatrices, sino que también puede cantar por cantar. Cantar para hacerlo todo más bonito. “No está mal, ¿no?â€, pregunta al final. No, nada mal. El disco se cierra con Soledad y Hanna no lo sabe, pero a sus 22 añitos es más que probable que sea la última vez que tenga que escupir cosas como “la soledad me atormentaâ€. Porque Hanna se acaba de sacar un disco que está destinado a no dejarla sola nunca más.