Nidia Barajas

Viaje por Nidia Barajas Respecto a Nidia Barajas, cuánto ingenio es necesario para asentar en palabras la musicalidad que bulle en su interior y se proyecta más allá de su cuerpo. Queda claro. Nidia es música. Música y canto. Música, canto y lírica. Desde su voz, nos barajea historias notables dirigidas a cuestionar todos los sentidos. Ella, en su canto, en sus andares, eleva lo sensorial a un plano protagónico. Los personajes que pueblan sus historias refieren a ti, a mí, a ella, y a cualquiera capaz de sentir, respirar, amar, lubricar. Escuchándola, uno goza y percibe su mensaje anidiado. Suele decir, ¿acaso es presunción?, que arribó a la música por accidente. No le creo. Nacida y malcriada en Tijuana (18 de diciembre de 1980), esta ciudad le brindó el escenario propicio para “accidentarse” de manera tan afortunada. En términos ambivalentes, es proclive a decir a quien desee escucharla, que por la música ha “sufrido y gozado de muchas experiencias”. Cuánta verdad reverbera tal aseveración. Con dispensa del retruécano: sus experiencias son música y su música son experiencias. De unos años a la fecha, recorre diversas estaciones en un prolongado periplo exploratorio de sus extroversiones emocionales. Le acomodan la versatilidad y el don de la amistad. Interpreta a otras y otros del mismo modo que canta lo propio. En ocasiones pertrechada de su voz y guitarra o acompañada de sus buenos amigos músicos como “La tropa nopalera” (junto a Marcela Cano, Armando Quirós, Russell Amhir). A partir de octubre del 2007, participa de un proyecto denominado “Púrpura” (Gughen Correa y Edgar Amor en las guitarras y Julio César Andrade en la batería), que no deja de ser un nombre demasiado cursi para una banda tan buena. A lo largo de su trayectoria artística, se le ha escuchado y aplaudido con entusiasmo en los lugares de tradición de los cantautores en Tijuana: “Café-Bar Barista”, “El lugar de Nopal”, “La antigua Bodega de Papel”, “Bar Vangohg”, “Casa de los sueños”, “Casa de la 9”, “Café del mundo”, “Art & Rock Café”, “Bar Tabú”, “Sótano de Rita”, “Feria del libro”, “Bar Caobas; además de foros culturales como “Entijuanarte” y “Festiarte”. Hasta ahora, casi todos sus viajes físicos se han circunscrito a los contornos bajacalifornianos. Sus desplazamientos oníricos en cambio, suelen ser vertiginosos, dislocados, distantes en los que siempre halla modo para cumplir el axioma del eterno retorno a su canto, música, amigos y familia. No obstante que de su kilometraje material, lo mejor está aún por escribirse, suele compartir una aventura emprendida en el verano del 2006 que marcó una coyuntura en su labor creativa. Como ella refiere, en ese momento decidió partir “al sur” con una guitarra y un viejo amigo, Medel. Pasó por la ciudad de México, Puebla, Xalapa, Veracruz, Acayucan, Minatitlán y puntos intermedios. En Puebla se detuvieron varios días para grabar unas canciones con Manuel Montiel (Producciones Yolotl), a quien desde entonces considera amigo y cómplice de la mayoría de sus sueños. Producto de ese ejercicio fue el disco “Retrovisor”, grabado en conjunto con sus incondicionales camaradas Armando Quirós (Guaymas) Agustín López Velarde (Aguascalientes) y Carlos Ruiz (Tijuana). A estas alturas, con acierto suponen que ella, su canto y su música, son temas inagotables. Así, opto concluir por partida doble. Una afirmación primero una petición después. Me encantas Nidia ¿Me cantas Nidia? Rogelio E. Ruiz Rios