About Me
“Algunos mendigan con la apariencia de orgullo. Dame ese dinero, parecen decir, y pronto volveré a estar entre vosotros, yendo y viniendo apresuradamente en mi rutina cotidiana. Otros han renunciado a la esperanza de salir algún dÃa de su marginalidad. Están ahà despatarrados sobre la acera con un sombrero, una taza o una caja, sin molestarse siquiera en mirar al transeúnte, demasiado derrotados como para dar las gracias a quienes dejan caer una moneda ante ellos. Otros tratan de trabajar para ganarse el dinero que les dan: el ciego vendedor de lápices, el borracho que te lava el parabrisas del coche. Algunos cuentan historias, generalmente trágicos relatos de su propia vida, como para dar a sus benefactores algo a cambio de su bondad, aunque sean sólo palabras.Otros tienen verdadero talento. Por ejemplo, el viejo negro de hoy que bailaba claqué mientras hacia malabarismos con cigarrillos, aún digo, claramente un artista de variedades, vestido con un traje morado, una camiseta verde y una corbata amarilla, la boca fija en una sonrisa teatral a medias recordada. También están los que hacen dibujos con tizas en la acera y los músicos: saxofonistas, guitarristas, violinistas. Ocasionalmente, incluso te encuentras con un genio como me ha ocurrido a mà hoy:Un clarinetista de edad indefinida, con un sombrero que le oscurecÃa la cara, sentado en la acera con las piernas cruzadas a la manera de un encantador de serpientes. Justo delante de él habÃa dos monos de cuerda, uno con una pandereta y el otro con un tambor. Mientras uno sacudÃa y el otro golpeaba, marcando un extraño y preciso ritmo, el hombre improvisaba infinitas y minúsculas con su instrumento, balanceando el cuerpo rÃgidamente hacia delante y hacia atrás, imitando enérgicamente el ritmo de los monos. Tocaba con garbo y elegancia, vivas y ondulantes figuras en tono menor, como si estuviera contento de encontrarse allà con sus amigos mecánicos, encerrado en el universo que él mismo habÃa creado, sin levantar los ojos ni una sola vez. SeguÃa y seguÃa, al final siempre lo mismo, y sin embargo cuanto más le escuchaba más me costaba marcharme.Estar dentro de esa música, ser atraÃdo al cÃrculo de sus repeticiones: quizá ése sea un lugar donde uno pueda al fin desaparecer.â€PAUL AUSTER....CIUDAD DE CRISTAL