About Me
Pocos grupos con una producción tan mezquina en lo discográfico han logrado instalar un legado tan importante como el de Supersordo. Con dos producciones -editadas en sellos independientes como Toxic e Inferno- más la participación en el compilado "Uno" de la Corporación Fonográfica Autónoma, lograron escribir una página interesante del rock nacional de los noventa. Sin embargo, la biografÃa del cuarteto no es tan egoÃsta: casi siete años de tocatas por debajo del mainstream tratando de darle forma a conceptos hermanados filosóficamente con el punk, el ruido y una imaginerÃa burlesco- demonÃaca.Supersordo desarrolló, entre otras cosas, una forma de humor muy particular. Desde este paradigma la personalidad del conjunto adquiere una forma adefÃsica que se plasma en paredes de callejones oscuros y ambiguos. Contradictorios y grises en lo lúdico, sus diálogos caminaban por los derroteros de la ironÃa para disolverse en temáticas monstruosamente cotidianas, de una postura social hermética y casi autista. Es el caso tÃpico en que la música se convierte en el mejor referente de la postura psicosocial de cada uno de los integrantes de un grupo.Formados a comienzos de los 90, las raÃces de Supersordo las encontramos dentro de los ingenuos referentes contraculturales de fines de los 80. Sus integrantes habÃan militado, desde temprana edad, en diversos proyectos de orientación musical fundamentalista (thrash-metal y hardcore-punk), en un entorno muy de Trolley, Paseo Las Palmas, Sala Lautaro o Gimnasio Manuel Plaza.Rodrigo Rozas, más conocido como Katafú, aprendió a tocar los primeros acordes de su guitarra en proyectos punk diversos, algunos de los cuales alcanzaron cierta notoriedad (¿Quién se acuerda de Caos o AnarkÃa?). Fue en esa dinámica que conoció a un joven inquieto y trotamundos de nombre Claudio Fernández, quien habÃa participado en algunas bandas en Italia, Panamá y Chile (Superfetazione, Raptional Scream, Contadini Perubiani). Katafú recuerda a modo anecdótico: "Uno de los integrantes de Superfetazione habÃa tocado en la primera etapa de Lemonheads, en el disco "Creator" o en el "Lick", no me acuerdo. De ahà este gringo se fue a Italia y formó el grupo junto a Claudio... parece que el tipo andaba de paÃs en paÃs armando y desarmando grupos como proyecto estudiantil".El tercer componente del embrión Supersordo es Miguel Angel Montenegro, alias Comegato, un bajista que encontraba sus referentes más próximos en Motorhead, Slayer, Venom y Saint Vitus; y que habÃa participado de la gestación del movimiento thrash santiaguino militando en las filas de Necrosis -en su primera etapa-, Armagedon y Fallout, grupo en el que compartió escenario con Anton Reissenegger, actual lÃder de Criminal, además de una lista de bandas menores como My Little Pony o El Espectro. La opinión de Montenegro grafica la confluencia de estilos: "nuestras personalidades eran súper diferentes, ya que provenÃamos de culturas muy opuestas". Katafú ilustra de mejor manera el periodo de gestación del proyecto: "a mà me aburrió el thrash y el punk. Cuando ibas a los conciertos, todos cantaban las mismas idioteces. En el metal todo era doncellas, caballeros, dragones. Los punks hablaban de la misma mierda: milicos, glesia y polÃticos corruptos... todo era lo mismo".Esta trÃada nihilista fue la que dio vida a "Matt Monro", banda pionera en el sonido Supersordo, donde Katafú se hizo cargo de la guitarra, Comegato del bajo, y Claudio de la baterÃa y las voces. Sin embargo, la incompetencia técnica y las pretensiones de crooner de Fernández provocaron hacia mediados del 91 el ingreso de un cuarto componente que tomarÃa las baquetas: Jorge Cortés, quien habÃa participado en experiencias que el mismo se encarga de sepultar. "Me junté a tocar con mucha gente antes de llegar a Supersordo; todas fueron sesiones frustrantes (...). No hice nada muy oficial ni relevante". Con la incorporación de este personaje flemático y hermético, el cuarteto se rebautizó como Supersordo.Durante la Semana Santa de 1992, el grupo comenzó la grabación -en el mÃtico estudio "El Rancho" de Archie Frugone (Viena, Anachena)-, de su primera entrega discográfica con el material que habÃan desarrollado hasta entonces. "Fuimos los conejillos de indias del estudio. "Supersórdido" fue la primera grabación que se hizo en El Rancho y el trato con Archie fue que, con la venta de los cassettes se pagarÃa el estudio (...). No tenÃamos idea de nada, yo nunca habÃa visto un micrófono profesional, no sabia cual era el modo de grabación. Eramos como huasitos dentro de la sala", recuerda Katafú.
De aquella experiencia nace "Supersórdido", una obra irregular que, sin embargo, refleja de manera Ãntima la etapa de formación y maduración del sonido que los caracterizarÃa hasta el final de sus dÃas, en 1997. Comegato recuerda al respecto: "Dos semanas antes de grabar apareció Jorge como baterista; el proceso en el estudio fue sumamente espontáneo". El resultado fueron 60 minutos de hibridez en los que confluÃan, de manera rudimentaria, elementos del hardcore, el noise, el metal oscuro y el punk más elemental. Como bien grafica Katafú, "nuestra primera placa es un pegoteo de cosas. Hay temas que los grabamos y nunca más los tocamos porque eran una mierda. Algunas canciones me dan verguenza ajena...".LA ERA "TZZZZZZT"Con la circulación del primer ábum, bajo la distribución de Toxic Records, y las tocatas que empezaron a realizar casi siempre compartiendo cartel con Fiskales Ad-Hok, Supersordo fue reclutando seguidores en el circuito independiente de la capital. "Agradezco hasta el dÃa de hoy el vÃnculo que tenÃamos con Fiskales, porque gracias a ellos el asunto se dio a conocer. Nos encaletaban en todas sus tocatas... y nosotros nunca dijimos que no ni a una" confiesa Katafú.La elaboración del segundo disco implicó un obvio proceso de progresión en el grupo. El cuarteto comenzó a tomarse las cosas más en serio y las composiciones se hicieron de forma colectiva. Para Comegato "el segundo disco fue más pensado. Me acuerdo que hubo meses en los que ensayábamos todos los dÃas antes de entrar al estudio". Y es que Supersordo comenzó a depurar su estilo mediante una complejización en el plano lÃrico e instrumental. Jorge Cortés, que tenÃa estudios de baterÃa y saxo, se vinculó mucho más en la elaboración de los temas, lo que, en cierta medida, redefinió los pentagramas mentales de Katafú y Comegato. "Cuando entré a grabar el primer disco, los temas estaban en su mayorÃa listos y armados desde el trÃo que eran antes. Sin embargo, en el segundo me tiré de lleno a tocar y participé de la composición", recuerda Jorge.Fue bastante notorio el vÃnculo que la métrica de los santiaguinos comenzó a tener con la nueva ola del hardcore de los noventa. El emo-core (revÃsese Fugazi, Jawbox, Girls Against Boys) y el rock de precisión (Jesus Lizard, Shellac) empezó a confluir por los ductos de la banda, arraigada anteriormente en una tradición más ochentera (Black Flag, Sonic Youth, los primeros Melvins). Con la incorporación en sus repertorios de creaciones como "El hombre zanahoria", "21" o "El niño azul", se vislumbró la superación de los aspectos primitivos de su anterior trabajo. "Con los temas del segundo disco comenzamos a complicarnos a propósito. Nos cabeceábamos más", opina Katafú. "Hubo un tiempo en que Claudio manifestó toda una actitud positiva y eso se refleja en ciertas letras del primer disco, como "Rompe el Hielo", por ejemplo. HabÃa canciones que eran como himnos para la juventud, con una postura tira p'arriba con la que yo estaba en desacuerdo. Después hicimos canciones que se contraponÃan totalmente con eso (...). Claudio se encargó de las letras y descubrimos que mientras más incoherentes, mejor para nosotros".Sin embargo, en esta etapa no todo fue ideal. Durante la época de gestación de los nuevos temas, Jorge fue temporalmente despedido de la banda, lo que él mismo recuerda: "hubo un tiempo que tuve problemas personales, por lo que estuve tocando muy mal, no iba a los ensayos y andaba pensando en otras cosas...". En su reemplazo se incorporó Sebastián Levine (Electrodomésticos, MarÃa Sonora) quien, durante su estadÃa, intentó conducir al cuarteto por los senderos de la masividad y la farándula rocanrolera santiaguina. "Un dÃa llamó el "Tan" Levine y nosotros sabÃamos que era un hiperkinéico de la música", recuerda Katafú. "Ya en el primer ensayo se sabÃa todos los temas. Creo que como batero era seco, pero estabamos en ondas muy diferentes". La permanencia del baterista en el grupo se prolongó durante aproximadamente cuatro meses y quedó plasmada en los temas "21" y "El niño azul", grabados en El Rancho con la idea inicial de hacer un "split" con Fiskales, pero finalmente fueron incluidos en el cassette "TZZZZZZT".Sin embargo, el tiempo definirió el regreso de Cortés a la banda. "Hablamos con Jorge y él nos dijo "me he reformado". Luego fuimos a hablar con el Tan de cualquier estupidez, y después de un buen rato le comunicamos nuestros deseos de reincorporar a Jorge (...) Creo que habÃa un asunto generacional: Sebastián venÃa de una movida new-wave de los ochenta y de alguna manera no habÃa tanta interacción. Con Jorge se daba el asunto en un nivel más alcohólico y de amistad...".Durante 1995, Supersordo se abocó a la realización de "TzzzzzzT", segunda placa que saldrÃa editada gracias al interés de Anton Reissenegger y su extinto sello Inferno Records. Este trabajo terminarÃa por definir al cuarteto en su carácter de "banda de culto". En téminos de obra, el cassette que sucedió a "Supersórdido" es mucho más redondo y elaborado, aunque las canciones fueron rotundamente maltratadas por una producció deficiente, de lo que Katafú opina: "la grabación de "TzzzzzzzT" no me gustó. Suena muy opaca, la producción fue demasiado metalera (...). En cierta medida fue como retroceder. Grabamos en peores condiciones (en el estudio REC de José Luis Corral). La baterÃa estaba agarrada con una java de cerveza, ponÃamos los "cases" de guitarra para que no se corriera el bombo. Entremedio, llegaban los amigos thrashers de Anton y se burlaban de nosotros...".Pese a lo anterior, el resultado fue una gran-pequeña obra de ocho canciones llenas de emoción, agresividad y sarcasmo, donde destacan clásicos como "Toca el Sol" o "El peso del pasado".CFA... LUEGO EL OCASOLos dos años siguientes fueron contradictorios para el grupo. Sus conciertos en vivo habÃan alcanzado un sonido y un nivel de impacto visual logrado por pocos en estos lados del globo. Claudio Fernández, muy dado a las perfomances, era un show en sà mismo. Sus intervenciones sobre el escenario podÃan pasar de la calma y el relajo absolutos a acciones que iban desde lavarse el pelo con champú hasta tratar de autoprovocarse vómitos en medio de una canción. El combo bajo-guitarra-baterÃa habÃa alcanzado un momento pleno... Pero por dentro el desgaste se veÃa venir.Sumidos en una etapa sumamente prolÃfica en lo musical, Supersordo llegó al tope de su carrera a mediados de 1997 (quién recuerda aquella noche mÃtica de agosto cuando telonearon a Fugazi?, dan ganas de llorar). Durante ese año participaron en el compilado "Uno" de la Corporación Fonográfica Autónoma junto a Fiskales Ad-hok y PolÃticos Muertos, entre varios otros. Además, el cuarteto elaboró sendos demos de baja fidelidad para lo que serÃa su tercera producción, la cual se planeaba editar por la C.F.A. pero nunca llegó a elaborarse.Muy por el contrario de la coyuntura creativa, los santiaguinos comenzaron a experimentar un declive en sus relaciones internas. "La última etapa del grupo es la que más me gusta", confiesa Katafú. "Ya era natural para nosotros hacer temas. Cada uno confiaba en el otro en cuanto a ejecución musical. Admiraba a todos como tocaban (...). Sin embargo, comenzamos a crecer y a cada uno empezaron a molestarle cosas de la otra persona. Ya no nos veÃamos, solo nos juntábamos a ensayar. En el momento en que peor nos llevábamos, era mejor el producto que salÃa".La misma dinámica que comenzó a generarse dentro de la banda determinó que algunos de sus integrantes tomaran caminos paralelos y más personales. Jorge Cortés -cuan Mick Harris criollo- comenzó poco a poco a desvincularse de las ligas rockeras, explorando senderos eléctricos a través de su proyecto en solitario, Cáncer. Comegato, por su parte, funda en compañÃa de Samuel Maqueira (ex Jusolis) y Sebastián (Pánico), su proyecto de hard-rock regeneracionista, Yajaira. Claudio Fernández empaca las maletas para iniciar una nueva vida en Valdivia participando, sólo en escapadas esporádicas, de ensayos y conciertos de Supersordo. Desde su perspectiva, Comegato explica el porqué de esta situación: "nuestras personalidades eran súper opuestas. Mientras funcionó estuvo todo bien. Como todo fue caótico en su fusión, también fue caótico al explotar. Cada uno tomó su propio camino, de donde más o menos provenÃa".Se puede afirmar que los intentos más fuertes por mantener a la banda unida provinieron de Katafú, quien se empeñaba en trabajar en la CFA para beneficio del cuarteto. Sin embargo, las relaciones entre los músicos se habÃan deteriorado demasiado y afloraron molestias que permanecÃan latentes. A Jorge Cortés siempre le incomodó la vinculación con el mundo punk de Santiago, se sentÃa bien en el grupo pero no con el entorno que lo rodeaba. "El compilado en el que participamos nunca me gustó", dice el baterista. "No me gustaban las bandas con las que estaba metido el grupo. Creo que ahà empezó a decaer todo. Además, Claudio se habÃa ido a Valdivia y ya no era lo mismo".Finalmente, el ocaso de Supersordo llegó a finales de 1997, principios de 1998, cuando las relaciones de amistad entre algunos integrantes se habÃan esfumado y la situación se habÃa tornado insostenible. Aunque los vástagos que dejó el cuarteto tras su disolución (Cáncer, Yajaira, Niño SÃmbolo, Agencia Chilena del Espacio) resultan de sumo apreciable, el vacÃo que quedó en sus seguidores es difÃcil de paliar.(Texto por Walter Roblero)