El tio Natán

Natán es un músico cuyas composiciones son capaces de abordar los más estrafalarios estilos sin prodigar rupturas sangrantes con los cánones de la armonía clásica. Su música puede -a mi juicio- dividirse en dos grupos -si bien no independientes ni contrapuestos, sino complementarios-. De un lado no estaríamos hablando sino del más puro juego con los sonidos, alejado de toda sensibilidad humana: hablamos de la música como experimento, la música como ciencia. Del otro lado -mi preferido, lo confieso- se yergue en la obra de Natán la música como arte. En este grupo encontramos la música como expresión de una sensibilidad auténtica, el reflejo cristalino de unas sensaciones vivas, alejadas de marcos y conceptos inertes, se trata de sensaciones concretas, tangibles. Y es que Natán embiste contra las fórmulas a golpes de libertad sincera, resistiéndose siempre a anquilosar un sentimiento real bajo moldes prefabricados.En un plano existencial, en el plano del hombre en cuanto que hombre, Natán se adhiere al más rabioso individualismo, un paso por delante al resto en el camino al superhombre nietzscheano. En una dimensión ética, reposa el más indiferente nihilismo sobre cuanto no le concierne, nihilismo que combina a placer con una desaforada voluntad de poder que vela siempre por sus intereses en el contexto más amoral que quepa imaginar, pregonando sin ataduras el culto a uno mismo (egoísmo) como superación de la moral de esclavos. Embiste contra esta moral impuesta al fuerte por las más sucias bajezas del hombre débil, y contra su más representativa y nociva institución: el cristianismo.Natán no es el superhombre, pero está cerca. Es el león que se rebela contra el peso que los camellos cargan resignados. Por eso mismo, su moral, su acción, no consiste tanto en un profundo escucharse a sí mismo, sino que se forma en reacción a lo impuesto, sin obviar ciertos intermitentes residuos morales que en ocasiones parecen aflorar. No obstante, es cierto que en este tiempo en que unos son camellos ignorantes de serlo y otros son camellos que quieren ser leones pero son arrastrados por la inercia; en este tiempo de camellos, en fin, ser león constituye un paso más en la evolución nietzscheana, y eso es, en definitiva, lo que es Natán: un hombre adelantado que camina hacia el superhombre pisando las masas, que camina hacia su individualidad y su autenticidad personal -como hombre no más que como músico- pisando los moldes en que la masa queda adosada y anulada.David G. Borrero