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Bajo la serenidad de la noche
Alumbrado por el reflejo azul de la luna,
Espero el fuego que trae consigo el dÃa.
Porque al proyectar mi sombra
Ante su imponente luz
Inmerse mi alma bajo el embrujo del sol.
Y es asà que olvido
La solemnidad del sueño.
y quedo atrapado entre la luna y el sol.
Luna, sol… Titanes;
Que inundan un corazón
Que nublan sus almas
Sol, Luna… Distantes;
Tan lejos de aquÃ
Tan lejos de sÃ
Y aun asÃ: están aquÃ.
Sol e Luna, luna e sol
Solo esperan el dÃa
Para eclipsarse sin fin.
Clailnith 2.008
LA LUNA.
La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofÃa.
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clÃnicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.
Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.
Jaime Sabines.
Mi Giraluna:
;}..
Cuando estoy contigo lo veo todo de color azul:
Alcanzarte intenté con mis zancadas de caracol enano y besarte al mismo llegar a tu barbilla, no esperar, que se hace tarde y viene lloviendo. Aguantó el pulmón la estampida de mi ansia, pero no te besé como tenÃa planeado, preferà escuchar la lluvia sobre tu chaqueta y algo que me contaste que no recuerdo porque solo me fijaba en tus labios.
Jose Ivan Suarez
La princesa está triste.. Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro;
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.
El jardÃn puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no rÃe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa acaso en el prÃncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?
¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de Mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de marmol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
Rubén DarÃo.
Se apaga...
Ella se apaga; muy despacio; como una vela vieja, que era grande, muy grande, y ahora es muy pequeña, como reducida hasta su última expesión.
Se apaga, como una vela completamente gastada que ha agotado todo su cuerpo de cera y toda su alma de mecha; se apaga poco a poco y muy deprisa a la vez, rápidamente y despacio en su último extertor.
Una vela de cuerpo blanco y suave, de alma negra, fuerte y poderosa; de alma generosa.
Ella se apaga y yo quiero sonreirle con mi mirada agradecida y triste. Pero que no se note. Que ella no me lo note. Que ella no sepa que se va a morir.
...Y quiero abrazarla y besarla y ser para ella su vela poderosa y fuerte; protectora y cariñosa. La luz que ilumine sus últimos dias. Y que no le duela al morir.
12 de Enero de 2.009
Tres rosas azules te acompañan en tu último viaje, las mismas que han sido testigo de mi boda.
Ahora fúndete con las olas de tu amado mar de Santa Pola y por favor, que tu esencia nunca nunca se separe de mi.
A mi madre, a la que amo profundamente.
1 de Febrero de 2.009
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