About Me
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______Estiro el cuello tratando de avistar el despertador digital sin mover el resto del cuerpo. Los siete segmentos de cada dÃgito parpadean simultáneamente, marcando, de nuevo, una hora imposible: las ochenta y ocho, ochenta y ocho minutos. Se habrá ido la luz , pienso mientras se me escapa la sonrisa burlona y dudo si he llegado a decirlo en voz alta. O quizá sólo haya sido un susurro; y mi sonrisa desaparece. Paso de ponerlo en hora, pienso primero. Pero, consciente de que un leve contacto en el pulsador lateral resetea el reloj a las cero horas, le arreo un buen manotazo. Las cero horas. Me vuelvo hacia la pared adoptando la clásica posición fetal, ni frÃo ni calor. Pienso en cerrar los ojos, a sabiendas de que cuando encaro la pared no puedo distinguir si los tengo abiertos o cerrados. Me da igual la hora. Por lo menos mientras no encuentre nuevos objetivos. O viejos._____________________________________________________
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¿Dónde estás?, le pregunto con ansia serena a la imagen de mi alma gemela. No puedo verte. Es que no sé cómo eres. Ni dónde estás, prosigo. No estoy seguro de sentir tristeza por no saberlo o disfrutar cada instante del camino hacia ti. Desde el principio. Tú espérame, me despido.
Llevo tanto tiempo en la cama que ya nunca sé si estoy soñando, a veces incluso creo q estoy muerto, pues no siento. Miento, un poco. A veces sà sé que estoy soñando, a veces hablo con personas. ____________________________________________________________
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_________________________. Un grito me despierta. Pero no sé si lo he dado yo. Aún puedo oÃr algo de ruido, pienso excitado, pero ese murmullo se confunde con el sonido que hace mi cuerpo al rozar las sábanas para incorporarme. Noto como la luz intermitente roja ilumina otra vez mi cara con ochos. Me paso la mano por la cara para limpiarlos y noto que estoy sudando. Entonces estoy despierto, deduzco, y con resignación miro hacia la puerta confirmando que aquà no hay nadie.____________________________________________________-4
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Esta luz es una mierda. Es el color de la capa más superficial de mi cabeza, donde los pensamientos resbalan y no puedo sentir nada. Pero me permite estar tranquilo. Camino despacio sobre mi cráneo. Paseo sin respetar la gravedad y sin que ella muestre ningún respeto hacia mÃ, pero voy tranquilo, estoy mejor que dormido. Ésta es la capa donde las preguntas son amables y no rayan la superficie de mi cabeza. Es como estar fuera y que haga bueno. La verdad es que no recuerdo lo que era estar fuera. Pero sà recuerdo que olÃa bien. Ruedo y ruedo en una pendiente suave pero infinita; al menos en esta capa no cabe el concepto del Fin.__________________________________________-5-___________
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Me incorporo bruscamente. Estoy respirando como si acabase de subir las escaleras corriendo. Me habÃa quedado tan quieto que olvidé respirar. Casi me ahogo.
No, algo me ha ocurrido, siento diferente. Aunque no recuerde como sentÃa antes, divago. Cuando me recupero alzo la mirada y la dejo fija en la puerta. DeberÃa salir. Cinco minutos más y voy. Me maravilla la facilidad del ser humano para no hacerse más preguntas de las necesarias. No sé cuánto tiempo llevo asÃ. Pero no me importa mucho. SonrÃo.____________________________________________________
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La propia pereza me despierta. Me estiro con resignación. Al momento tengo la (re)conocida impresión de ser diferente. Es este olor, me resulta de lo más familiar. Huele a mujer. SÃ, ahora estoy seguro. Pero esa familiaridad no me permite precisar más. ¿Eres tú? Me acerco la almohada a la nariz y huelo de nuevo. Me encanta este olor. Y también está por las sábanas. Y las recorro como un sabueso en busca de una pista fiable. Encuentro esa pista pero me desconcierta aún más. Manchas de sangre.
Primeramente y con la torpeza que me generan los nervios, examino mi piel en busca de la herida pero no tengo ni un solo rasguño. Hay más manchas, esto lo he visto antes. Es sexo. Ha sido SEXO. Compruebo con la misma torpeza que mis órganos genitales y sus inmediaciones están rosados e irritados. Llevo mis manos a mi cara dejando que su olor y su tacto me devuelvan la intimidad compartida. Vuelvo instintivamente a buscar el olor en las sábanas y hundo mi cara, con rabia, en la almohada, que poco a poco se va llenando de lágrimas.__________________________________________________
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__________________________________________Despierto sorprendido por el sabor de mis labios. Las lágrimas han dejado un sabor salado que a punto está de conseguir que vuelvan a aparecer. Pero ya no me quedan. Al menos recuerdo que ayer lloraba. O quizá no fuese ayer, pero ocurrió, estoy seguro. Vuelvo a adentrarme en las sábanas buscando olores y cachitos de memoria pero ya nada me resulta especial. Ni siquiera encuentro la sangre. No era ella._______________________________________________________
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_____________________________HabÃa decidido no hacerme más daño pero es que ya ni siquiera es paulatino mi desencanto. Acotada mi felicidad entre mis deseos y mis logros abogaba por recortar los primeros antes que incrementar los segundos. Era más fácil pensar que no dependÃa de mÃ. Pero no puedo renunciar a querer sentirme querido, lo he intentado millones de veces. No puedo dejar de sentirme vivo.
¡No!, grito. O quizá no haya gritado. He vuelto a adentrarme. La capa más superficial de mi cabeza ha quedado atrás hace un rato. Voy a toda velocidad hacia el núcleo. Allà casi no puedo moverme, ya lo sé, pero es que tampoco tengo muchas ganas de evitarlo. Allà los pensamientos son pesados, de difÃcil movilidad y consiguen que mi cerebro funcione más despacio. Puedo dar mil vueltas a su alrededor y seguirán siendo extrañamente mÃos. Conceptos demasiado abstractos para ser desarrollados, demasiado duros. Pensamientos industriales.
Lo más extraño es ser consciente de que no te gustas y de que necesitas este mal rato para perdonarte. DÃas de penitencia. La única esperanza de que el proceso no termine con la rutinaria monotonÃa del silencio es el hecho de que no todos los dÃas soy la misma persona. O eso me gusta pensar._____________________________________________________
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Despierto y contengo la respiración. La habitación, llena de luz, espera pacientemente alguna de las versiones de mà mismo. Me encuentro extrañamente sereno, entre resuelto y conforme; esperando más lo primero que lo segundo. Por favor, por favor. Me incorporo rotando mi cuerpo y contacto las plantas de los pies con el suelo, sin apoyarme apenas. Busco con la mirada el reloj despertador digital pero ha desaparecido, en su lugar hay una vela consumida. Mis ojos no acaban de acostumbrarse a tanta luz asà que los cierro de nuevo. Suspiro. Tal vez pueda intentarlo más tarde, pienso y recupero la horizontalidad devolviendo, con un gesto rápido, mis pies al final de la cama. O quizá mañana. NACE OTRO NEO CON!
a /A