En 1993, llegó a La Fortaleza un nuevo gobierno; un gobierno comprometido con traerle a Puerto Rico un nuevo comienzo. Atrás quedarÃa el estancamiento económico, la creciente ola criminal, los servicios de salud inferiores, la educación deficiente de nuestros niños y jóvenes y el sentido generalizado de pesimismo y abnegación. De ahora en adelante Puerto Rico conocerÃa el verdadero significado del “Se Puedeâ€. ComprenderÃa la decisión de establecer metas y no rendirse hasta cumplirlas, y la determinación de que el bienestar, y la voluntad, del Pueblo reina sobre todas las cosas en la administración pública.
Por primera vez, el electorado puertorriqueño tuvo un gobierno que se comprometió y cumplió; vio una administración que vino a trabajar por Puerto Rico, a responsabilizarse por el futuro y no a culpar el pasado. Puerto Rico experimentó el cambio, palpó el progreso, vio la obra y el Pueblo se dio cuenta de que habÃa futuro, existÃa la esperanza y que lo mejor estaba por venir.
Ocho años más tarde, la prueba fehaciente de que se trabajó y se cumplió quedó latente de costa a costa. En ocho años se logró la inversión más significativa en infraestructura que jamás se hubiese hecho en la historia de la Isla. Obras como el Tren Urbano, el Super Acueducto, el Museo de Puerto Rico, el Coliseo y el nuevo Centro de Convenciones son sólo algunos de los testimonios concretos de esa inversión.
Una Reforma de Salud estableció la salud como un derecho básico de todo puertorriqueño, sin importar el tamaño de su bolsillo. Se logró la reducción más abarcadora en contribuciones y el aumento en salario más alto para policÃas, maestros y empleados públicos que jamás se habÃa otorgado. La Mano Dura contra el Crimen logró reducir los crÃmenes Tipo I en un 43% y los Delitos de Violencia bajaron un 63%. Asimismo, un nuevo Modelo de Desarrollo Económico sentó las bases para el crecimiento fiscal y social más abarcador que se haya visto en Puerto Rico desde mediados del Siglo 20. Se Pudo!... y Se Puede
El Pueblo de Puerto Rico lleva esperando 108 años para que el Congreso actúe sin que hasta el momento se haya resuelto nuestra condición territorial. Como dijera un miembro de la Convención Constituyente de 1952 y ex presidente del Tribunal Supremo de Puerto Rico, Don José Trias Monge, Puerto Rico es la colonia más antigua del mundo. Esta situación es insostenible en el Siglo XXI. Afirmamos que desde que el Congreso le concedió la ciudadanÃa americana a los puertorriqueños en 1917 surgió un derecho inalienable de los puertorriqueños para exigir la soberanÃa de la Estadidad con los cuales podamos adquirir el ejercicio pleno de nuestros derechos ciudadanos. Los Estados Unidos surgieron luchando contra el coloniaje británico por lo que nuestra Nación no debe tolerar ser un amo colonial y debe apoyar la descolonización de Puerto Rico. Nuestra Nación Americana representa la antorcha de la democracia y libertad. Bajo esos principios se liberaron a los pueblos de Irak y Afganistán de la opresión y la tiranÃa para que ejercieran su derecho a la libre determinación. Por todas estas razones, nuestra Nación debe atender el reclamo de Puerto Rico, un territorio americano habitado por cuatro millones de ciudadanos americanos, de exigir la igualdad polÃtica con la Estadidad mediante el ejercicio de su libre determinación. Adoptar y poner en ejecución el Plan Tennessee es un legÃtimo ejercicio de la libre determinación del Pueblo de Puerto Rico. Ha llegado el momento de actuar sin vacilaciones y con un verdadero compromiso patriótico e ideológico. Honremos la memoria de Don José Celso Barbosa y Don Luis A. Ferré reafirmando el más profundo sentido de responsabilidad estadista y respeto al derecho de los seres humanos a ser iguales.