En los poemas de los sufis, los mÃsticos del Islam, se habla muchas veces de borracheras. Pero esos excesos (como los de los mÃsticos de otras tradiciones espirituales distintas) tienen muy poco que ver con el alcohol y sà mucho con el éxtasis. Ellos siempre hablan de tabernas. Aluden, sin lugar a dudas, más a la hermandad, a la comunidad, a la “tariqaâ€, que a los garitos en sÃ. En ese sentido, esta “Multaqa†(en árabe, reunión, encuentro amistoso….) mueve el plumero en esas coordenadas. Más aún, porque este disco, inspirado en los textos de los grandes sufis (Ibn Arabi de Murcia, Rûmî, Al Gazhali, Kabir, la gran Rábi’a…), es un encuentro de músicos de diversas procedencias, razas y culturas: es decir, musulmanes, cristianos, judÃos, flamencos, incluso agnósticos, jajaja.
Bajo la perspectiva de un autor contemporáneo, de tendencia sufi (es decir, de un admirador, más que de un iniciado o novicio), el disco aúna perfumes de músicas de tradiciones diversas: ahà están la ambrosÃa del laúd, del ney…; el lamento del violÃn judÃo; el melisma gregoriano y los aromas de músicas tradicionales que van desde “El cant dels ocells†hasta la bulerÃa jonda, la inspiración medieval o el aroma oriental, más los arreglos de cámara, más las percusiones electrónicas. Todo, desde una perspectiva contemporánea, que respeta el pasado, pero que mira hacia el futuro. Este cabaret es un cabaret soñado, onÃrico, inspirado en una mezcla del simbolismo del artista catalán Joan Brossa y las teterÃas literarias (¿son una fantasÃa mÃa?) del Oriente que ya no existe ni en los mapas. Es un café concierto dedicado a la búsqueda del éxtasis ajeno a todo dogma y a toda convención. Es un café donde se escucha música bonita, para el alma exaltar, como dirÃa el sonero, pero no exactamente sacra ni con olor a incienso, ya me entienden. Bajo la mirada sufi, siempre al margen de todo lo supuesto, de todo costumbrismo.
No esperen escuchar música sufi en alguna de sus muchas variantes tradicionales, sino una nueva inspiración que, bajo una influencia sufi abstracta y no definida, surge desde un sentir contemporáneo y europeo que entronca con el pasado tradicional en su esencia y no en su forma… para volar hacia otras latitudes, las latitudes de la búsqueda de la unidad, en estos tiempos de caos, odio y rencor. Al fin y al cabo, el sufismo no es exactamente una forma determinada de hacer las cosas, sino que es un camino de luz, de belleza y de Amor, de arrobo, del embriagarse, allà donde se encuentre. Y los músicos de este humilde cabaret inexistente, un cabaret cósmico, siguiendo con la jerga sufi, lejos de los fastos de la cultura mediática de la sociedad de masas, lejos del despilfarro de la sociedad tecnocientÃfica, no quieren sino llegar a crear el ambiente intimista (sea donde sea, tal vez en su propio cuarto, estimado/a oyente, si estima usted que eso es lo mejor) necesario para que las melodÃas y los textos fluyan hasta lo más hondo de los tuétanos de cada uno de nosotros. Porque en esa conexión cercana e Ãntima es donde puede surgir el verdadero escalofrÃo. Menos es más. Un hadith (un dicho, una sentencia) del Profeta Muhámmad (s.a.s) aclara: “La Divinidad es bella y ama lo belloâ€.
En nuestro café cantante, cada nota y cada letra son un canto al Amor y a la Belleza, ese amor al que Ibn Arabi de Murcia dedicó tan exquisitos textos. ¿SerÃa posible un café cantante donde se dieran la mano el simbolista Joan Brossa (tan zen…), los refinamientos sufis, las voces desgarradas de los cantantes de géneros dramáticos como el flamenco, los arreglos para músicos de cámara contemporáneos, los perfumes moriscos, los aires sefardÃes y askenazis, el embrujo gregoriano, los delirios medievales, las percusiones electrónicas, la influencia de San Juan de la Cruz… y donde el Amado y su misterio fueran el objetivo metafórico de los versos? Oh, serÃa proverbial… Para Theilard de Chardin, al hombre moderno sólo le queda elegir entre el suicidio y la adoración. Pero, ojo, un proverbio sufi señala que, efectivamente, un instante de amor es más valioso que cien años de adoración vacua. Pues ya saben el camino que ha sido elegido por este trovador y su cohorte de onÃricos músicos… El sufismo es un camino de amor, de belleza, el camino del tasawwuf, el camino “del bello obrarâ€, de unidad, de comprensión, ajeno a todo dogma literalista, un camino devocional extraño a todo fanatismo, un camino perfumado de éxtasis y misterio. En este disco han participado músicos musulmanes, cristianos, judÃos, gitanos, indecisos, agnósticos… Algunos, populares; otros, clásicos. Algunos, autóctonos; otros, foráneos. ¿El cabaret del Amor? El café concierto de la unicidad y de la unidad y del arrobo. En la Multaqa de Simat de la Valldigna (Valencia) hicimos el primer concierto junto a Wafir S. Gibril bajo el auspicio del sheick Muhámmad Ventura. Fue una experiencia reveladora…...
( Pedro Burruezo )