Leucochloridium es un parásito, uno de los pocos que se evidencian de forma externa, terrible porque conlleva la autodestrucción de su portador, pero hermoso desde un punto de vista meramente estético. Este parásito se instala en su anfitrión, un caracol, que desde ese momento pasa a ser un auténtico caracol zombie, es decir, que este se convierte en un vehÃculo para llegar a su objetivo principal: un pájaro. El parásito ocupa el interior de su vÃctima y lo convierte en un palpitante ser de llamativos colores cuya finalidad es llamar la atención de los pájaros. Estos devoran al caracol y el parásito se introduce en su sistema digestivo. Una vez logrado, el ave expulsa al parásito por medio de sus heces, otro caracol se infecta con ellas y vuelta a empezar todo el ciclo.
     
Bajo esta denominación encontramos a la formación sonora llamada Leucochloridium cuyo objetivo es similar al de este curioso parásito. El fin de esta experiencia es llegar a la mente del espectador e “infectar†su cerebro para alcanzar su subconsciente, es por lo tanto un acto involuntario e inevitable (como un zombie que busca devorar cerebros sin un motivo aparente, pero movido por un ansia irrefrenable) Es un acto de rebeldÃa respecto a las pautas habituales de la música, en las que se busca una finalidad lúdica, Leucochloridium no pretende entretener ni reconfortar, ni tan siquiera transmitir un mensaje positivo, más bien esta experiencia produce todo lo contrario, experimentar la angustia y la ansiedad en el espectador pero no con un objetivo destructivo, si no como medio para la reflexión acerca de las normas establecidas.
     
Otro de los pilares de este proyecto es la inmediatez, la imposibilidad de repetir lo mismo, destacando lo efÃmero que envuelve a toda experiencia estética, dando prioridad a una acción que no se repetirá nunca del mismo modo, jugando constantemente con la capacidad de improvisación tanto en la ejecución como en el impacto causado en el público, que en cualquier momento puede convertirse en protagonista de la experiencia de una forma totalmente involuntaria, rompiendo la barrera que separa a intérpretes y a público (como un grupo de zombies que reacciona a ese impulso fortuito que produce muchas veces el sonido)
     
Leucochloridium es por lo tanto una experiencia difÃcilmente musical, es más bien la búsqueda de la vivencia estética en si misma, dando validez a cualquier medio sonoro y destacando la importancia de esta vivencia estética ante cualquier otro presupuesto convencional. La reflexión, la experimentación de un concepto antes que la comprensión mental del mismo, el acto involuntario que nos lleva a cerrar los ojos ante algo desagradable y el principio que puede convertirlo en todo lo contrario, son las bases que mueven este proyecto tan difÃcil de clasificar como sencillo de experimentar.