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ITAMAR ASSUMPÇÃO
Aprendiz de feiticeiro
POR FALAR EM BRASIL
Canciones del hechicero
Por ELISEO CARDONA
Hace pocos se cumplieron seis años de la muerte del cantante y compositor Itamar Assumpção, uno de mis héroes brasileños. Si el nombre de este gran músico le dice poco o nada, no creo que tenga interés en las músicas que se desarrollan lejos del mainstream brasileño. Que también existe y es tan superficial como el gringo. La obra de Itamar nació y creció a contracorriente de todas las nociones que la gente pueda tener de la música brasileña. Aun cuando el hombre escribiera canciones que han pasado a formar parte del cancionero de la MBP, enriqueciéndolo con las mejores lecciones que puede impartir un compositor: simpleza e imaginación poética.Con todo, no es posible hablar de Itamar como una figura rara, especialmente en un paÃs que hace mucho se ha curado de espanto con los revolucionarios culturales. Pero su obra hila filo en la jodedera y la impugnación. No sé si esto haya tenido que ver con la escasa difusión de su música fuera de los cÃrculos de conocedores de la MPB; incluso fuera de las fronteras del paÃs, aunque tengo amigos franceses que aseguran que en ParÃs fue una suerte de Ãdolo del underground. Poco importa, en realidad, porque se trata de uno de los compositores más imaginativos e ingeniosos que haya producido la cultura musical del paÃs brasileño.Comencé a seguir su música a finales de los 80, cautivado por su espÃritu de lucha. E Itamar estuvo en lucha constante contra casi todo: los prejuicios raciales, los prejuicios musicales, los prejuicios de clase. El observador desprevenido podÃa tomarlo por un activista, hasta que escuchaba su música y quedaba seducido por sus versos."Aprendi quando criança que além de tudo balança/ Esse nosso mundo cão/ Aprendi que quem não dança,/ já dançou na sua infância/ Senão rock foi baião/ Aprendi da importância de não dar muita importância/ Ficar com os meus pés no chão/ Aprendi que viver cansa, mesmo vivendo na França/ Mesmo indo de avião/ Aprendi que a desavença,/ é por que sempre alguém pensa/ Que ninguém mais tem razão."Yo tuve el privilegio de verlo dos veces: una en Salvador, BahÃa (1989), y otra en Miami (1996), donde entablamos amistad. En un lujoso hotel del downtown miamense, los brasileños celebraban una fiesta a todo dar e Itamar era uno de los invitados musicales. No sé a quién se le ocurrió que el hombre iba a interpretar sambas y bossa novas como para una convención de turistas gringos, pero el caso es que al comenzar el concierto, la gente salió del salón como si huyera de un incendio. Nos quedamos apenas 30 personas, para las cuales Itamar entregó dos horas de canciones, anécdotas, chistes, discursos y poesÃa. Creo que todos terminamos en su habitación del hotel fumando y alucinando, alucinando y fumando...Casi hasta el final de sus dÃas cruzamos cartas, y de tanto en tanto recibÃa maquetas de sus músicas. TodavÃa conservo un cuaderno de sus canciones, con instrucciones sobre cómo cantarlas. Leo sus versos y no dejo de pensar en las grandes canciones que hubiera escrito. Pero queda un consuelo: un genial aprendiz de feiticero se fue a sacarle la lengua por igual a Dios y al diablo.|≡|