Francisco Ramiro

Su patria es Alfajayucan, lugar donde crecen los sauces en el agua. Tierra de clima benigno y de hombres forjados bajo el Sol, la lluvia, el frió, el viento y el trabajo. Hombres recios y curtidos en el trabajo, en el campo, en la milpa, en el bosque, con el pico, el machete o con la pala. También en la mesa y como instrumento de trabajo la pluma. Alfajayucan es cuna de héroes, de sabios, de grandes hombres, de grandes señores. Francisco Ramiro Luna Tavera es uno de ellos.
Su rostro sereno y ceñudo nos revela su ascendencia indígena con rasgos mestizados. En su rostro hay más del hñahñu que del español. Se le ve taciturno en muchas ocasiones; silencioso y serio en otras. Frente a problemas graves no deja que su rostro externe sus sentimientos, en estos momentos su voz se hace grave solamente; no más. En días de fiesta, se le ve junto a los hñahñu por los caminos polvosos o sentado bajo un mezquite compartiendo las tortillas con salsa y gustando el espumoso y sabroso pulque. Entretiene con divertidas anécdotas a quienes lo rodean o los hace reír con cuentos picarescos y él ríe con risa joven, con corazón y pensamiento limpios. Es verdadero su rostro.
Así como habla, escucha. Escucha atento, escucha mucho. Pregunta, indaga, se entera de las cosas y después hace saber su palabra. Les habla franco a todos. Directo y sin rodeos a sus enemigos; con la frente en alto, con voz alta, pero con respeto.
Grande es su saber. Lo mismo habla a los niños con profundo cariño, que con frialdad describe la vida diaria del indígena, con quienes camina hombro con hombro. En las tardes, solo en su hogar, que es difícil porque siempre su puerta se encuentra abierta a los hñahñu, dibuja y escribe sobre la historia y vida de su pueblo.
Cerca de El Calvario, se encuentra su casa. A la misma llegan los vecinos de San Agustín Tlalizticapa, a disfrazarse de Xitas, para hacer la invitación a su carnaval, lo mismo Xamahé y el
Lo llaman familiarmente Pancho.
pueblo de El Espíritu a descansar un momento, después de haber recorrido en comparsa la población para gozar la paz de su hogar y disfrutar su tranquilidad por unos momentos. Lo mismo vecinos de cualquier comunidad para escuchar su consejo, pedir orientación o simplemente para saludarlo.
Durante los años de trabajo del compadre don Pancho, de Tavera, los preferidos han sido los hñahñu.
No habla de sus problemas o simplemente los denuncia, sino los vive y lucha en el mismo lugar. El se ha convertido en su voz. Ahora los hñahñu hacen oír su voz a través de este Francisco.
Con el rostro limpio, en alto y de frente, ha destruido obstáculo por obstáculo, convirtiéndose en una leyenda viviente en el Valle del Mezquital, en donde su voz se escucha como El Trueno-que-viene-de-las- Aguas-de-más-allá-de-la- Tierra.
He aquí otra vez su nombre: Francisco Ramiro Luna Tavera. El hñahñu entre los hñahñu.